Laura Bispuri: Muchas madres se anulan en nombre del amor por sus hijos

La cineasta italiana Laura Bispuri, directora de la película “Figlia Mia”, presentada en el pasado Festival de Cine de Berlín, afirma que ha “conocido a muchas madres que se han anulado a sí mismas en nombre del amor por sus hijos”.

“A menudo, las mujeres dejan de trabajar y esto hace que sus vidas se centren en sus hijos, incluso cuando no lo deseen tanto”, señala en una entrevista con Efe.

Bispuri explora en su recién estrenado largometraje la cuestión de la maternidad y aborda reflexiones como “¿qué significa ser madre hoy?, ¿los niños de hoy en día todavía tienen una sola madre o crecen con más referencias maternas?” o la realidad de la maternidad subrogada.

La cineasta nacida en Roma en 1977 aprovecha también para poner el foco en el “mundo femenino” a través de la historia de una niña que se debate entre su madre biológica y la adoptiva, una mujer estéril que siempre soñó con tener hijos pero que no pudo.

“Hoy me preguntan con asombro por qué lo hago. Hay mil películas en la historia del cine que tienen como protagonistas solo hombres, ¡pero nadie ha enfatizado tal cosa!”, clama.

La idea surgió después de conocer el testimonio personal de “una amiga que vivía en una familia 'normal' y que sentía el deseo de ser adoptada por otra madre” y también tras leer el libro de Amy Michael Homes “The Mistress's Daughter” (“La hija de la amante”).

En su opinión, la cuestión sobre las relaciones maternofiliales no es recurrente en el cine, aunque admite que hay películas memorables que han tratado este tema como “Bellissima” (1951), de Luchino Visconti, o “Autumn Symphony” (1978), de Ingmar Bergman.

Bispuri decidió así “apegarse a algo muy arcaico, primordial y visceral, pero haciendo hincapié en reflexiones muy contemporáneas sobre el tema”, una suma de elementos que aporta “gran fortaleza”.

“La aceptación y la superación de la complejidad humana” son elementos que emanan de “Figlia Mia” (“Mi hija”), cinta que acaba de ser premiada por el jurado del Festival Internacional de Hong Kong por “cantar con los ritmos y las maravillas del mundo natural”, según el tribunal.

Pero además, el filme intenta representar los “miedos, fragilidades, fuerzas e imperfecciones” inherentes a todo individuo.

“La complejidad humana es un valor y solo en su comprensión puede haber una mejora”, razona.

La italiana, ganadora del Premio David de Donatello -el máximo reconocimiento que otorga en Italia la Academia de Cine- por su cortometraje “Passing Time” en 2010, dice estar “muy involucrada” con el movimiento “Me Too”, que está “redefiniendo los límites de un mundo que siempre ha estado desequilibrado hacia los hombres”.

De hecho, confía en que sea “el comienzo de un cambio profundo que terminará para siempre en los innumerables abusos a los que la mujer ha sido sometida hasta hoy”.

Bispuri se prepara ya para llevar su cinta este mes al festival de cine neoyorquino de Tribeca, que se realizará del 18 al 29 de abril, un escaparate del celuloide en el que ya participó hace tres años con su largometraje “Vergine giurata”.

A nivel cinematográfico, tiene una reivindicación para el futuro del séptimo arte: impulsar un cine europeo “que intercambie deseos, habilidades y culturas” con otros países, desde “la curiosidad y el respeto que caracterizan a los mejores encuentros”.

Un camino que también puede aplicarse en el ámbito político y social, dos niveles en los que la comunicación cinematográfica puede “hacer mucho”, ya que “ayuda a comprender la importancia de este sentimiento de intercambio cultural”.