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Lee Miller, de modelo a documentar la guerra y asearse en la bañera de Hitler

El hijo de la fotógrafa Lee Miller, Antony Penrose, junto a una fotografía de su madre durante la inauguración hoy de la exposición retrospectiva en La Térmica, donde se muestran más de 100 imágenes de su carrera, considerada una de las fotógrafas más importantes del mundo con retratos de personajes destacados, fotografía femenina, de la II Guerra Mundial e imágenes surrealistas.

EFE

Málaga —

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La estadounidense Lee Miller (1907-1977) tuvo una vida trepidante en la que pasó de ser una destacada modelo a convertirse en fotógrafa, disciplina en la que primero cultivó el surrealismo y después documentó los horrores de la guerra, durante la que llegó a asearse en la bañera de Hitler y Eva Braun.

Esta fotografía, en la que Miller se frota la espalda dentro de la bañera junto a un retrato de Hitler y a las botas de la fotógrafa, sucias después de haber estado en el campo de concentración de Dachau, es una de las imágenes que componen la retrospectiva más completa hasta ahora en España de esta autora, que se inaugura este jueves en el centro de cultura contemporánea La Térmica de Málaga.

Tras su visita a Dachau, Miller pasó la noche en lo que parecía la mediocre vivienda de cualquier comerciante en Munich, pero al ver las iniciales “A.H.” junto a la esvástica en la cubertería y la gran centralita telefónica en la habitación adyacente descubrió que en realidad estaba en el apartamento de Hitler, ante lo que decidió tomar un baño.

Su hijo, Antony Penrose, ha resaltado este miércoles en la presentación que, durante su etapa surrealista, su madre “se rebeló contra la forma en que los hombres suelen mirar a la mujer”, y por ejemplo al plasmar unos pechos femeninos sobre platos “quería decir que los hombres se fijan muchas veces en las mujeres como si fueran carne”.

De la siguiente etapa, como corresponsal en la Segunda Guerra Mundial, Penrose destaca su labor para “pedir la paz y la justicia en el mundo” a través de la fotografía.

Por su parte, Mario Martín Pareja, uno de los comisarios de esta exposición con un centenar de imágenes, ha subrayado que Miller fue “un ejemplo vital y un ejemplo para cualquier artista” y mantuvo a lo largo de toda su vida el deseo de ser “honesta consigo misma”.

Desde que posó para su primera portada de la revista “Vogue” en 1927, Miller se convirtió en una de las modelos más solicitadas de la época y fue retratada por los fotógrafos más importantes, como Edward Steichen, George Hoyningen-Huene o Arnold Genthe.

Después viajó al París en el que emergía el surrealismo, donde conoció a Man Ray, del que se convertiría en modelo, musa, inspiradora y amante, y también en la capital francesa se hizo amiga de artistas como Picasso, Ernst, Cocteau o Miró.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial le impulsó a documentar los horrores del conflicto en Europa para concienciar a los estadounidenses y, también en ese momento dejó de sentirse cómoda como fotógrafa de “Vogue”.

“Parece bastante tonto seguir trabajando para una publicación frívola como 'Vogue', que puede ser buena para la moral del país, pero es un infierno para la mía”, escribió en una carta a sus padres en 1944.

Tras la liberación de París en 1944 de la ocupación nazi, Miller viajó hasta esa ciudad haciendo autoestop y lo primero que hizo fue visitar a sus antiguos amigos, entre ellos Picasso en su estudio, vestida la fotógrafa con su ropa militar de corresponsal de guerra.

“Éste es el primer soldado aliado que veo... ¡y eres tú!”, le dijo el artista malagueño en ese encuentro que también está plasmado en una de las imágenes de la exposición.

Durante el fin de la guerra, fotografió también los cadáveres amontonados en el campo de concentración de Buchenwald, el cuerpo de un militar alemán que se acababa de suicidar junto a un gran retrato de Hitler o el refugio de éste en los Alpes, conocido como el “Nido del Águila”, cuando fue incendiado antes de que fuera tomado por los aliados.

José Luis Picón

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