Luis Sepúlveda reivindica los derechos de los mapuches en una fábula

El escritor chileno Luis Sepúlveda tenía una deuda consigo mismo, la de escribir una historia sobre el mundo mapuche, en la Araucanía, cuyos derechos reivindica en una fábula sobre lealtad protagonizada por un perro que aprovecha para denunciar el racismo que, asegura, existe en su país.

Con “Historia de un perro llamado Leal” (Tusquets), Sepúlveda regresa a la literatura juvenil aunque asegura que está pensada para lectores de cualquier edad, al igual que ocurrió con “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar”, “Historia de Max, Mix y Mex” e “Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud”.

Concibe la literatura como “una ventana que se abre” y en esta ocasión se asoma a la Araucanía a través de una historia sobre la lealtad, que en este caso es recíproca, entre un perro y un niño y luego hombre que lo crió, una fábula de un animal “que no ha olvidado de dónde viene y tiene memoria de lo que perdió”, señala en una entrevista con Efe.

Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949) supo lo que tenía que escribir a raíz de un episodio que vivió en Chile después del terremoto de febrero de 2010 tras unas jornadas solidarias para recaudar fondos para la reconstrucción de una escuela en la que estudian unos 200 niños mapuches.

Junto a los restos de la escuela de Tirúa, rememora, encontró a un niño mapuche de unos 8 años llorando porque la policía le había quitado a su perro acusando a su familia de haberlo robado porque se trataba de un animal de raza, un pastor alemán.

En su fábula es Leal, un perro criado en la Araucanía con un niño mapuche, el que añora la libertad que tuvo de cachorro cuando en la actualidad debe obedecer las órdenes de una patrulla para la que trabaja y dar caza a un fugitivo misterioso.

“El utilizar una fábula atribuyendo características humanas a los animales hace que te distancies del comportamiento humano, aunque los perros tienen una propensión a la fidelidad que es una mezcla de memoria y naturaleza”, asegura el autor, que refleja a través de Leal la cultura de los mapuches y su respeto a la naturaleza.

Descendiente de españoles, pero también del pueblo mapuche, Luis Sepúlveda explica que la historia de este pueblo, cuyo nombre se traduce como “gente de la tierra”, ha sido muy dura desde la independencia de Chile y se mantiene en la actualidad.

“Existe un racismo latente de la sociedad chilena contra los pueblos originarios”, asegura el escritor, que denuncia que su territorio ha sido deforestado y dedicado a plantaciones de pinos y eucaliptos para las industrias multinacionales.

Sepúlveda agradece a sus abuelos haberse criado “cerca de la palabra” debido a que tanto su abuela vasca como su abuelo andaluz eran contadores de historias “que no perdonaban una tarde sin un cuento leído o inventado”.

Fue a instancias de su abuelo andaluz como conoció a su parte de familia mapuche, en la que había un tío abuelo que también contaba historias a los niños de las que al principio no entendía nada pero cuyo significado fue comprendiendo por la tradición de oralidad de este pueblo.