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Raquel Sánchez Silva, el 'lienzo en blanco' de la moda española

Fotografía cedida por RTVE de Raquel Sánchez Silva en Maestros de la Costura.

EFE

Madrid —

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La presentadora del programa “Maestros de la Costura”, Raquel Sánchez Silva, se ha convertido en la “mejor” embajadora de la moda española, un “lienzo en blanco” en el escaparate semanal que le brinda el programa de televisión, según defiende la estilista del 'talent show' Elena de Lorenzo.

La responsable de estilismo desde la primera edición del programa de costura de Televisión Española, historiadora del Arte y diseñadora de vestuario de series como “Oeste. Vivir sin permiso”, “La embajada” o “El Príncipe”, explica que Raquel Sánchez Silva “es como un lienzo en blanco. Todo le queda bien”.

Desde su inicio, la producción del programa consideró que además de un concurso debía de ser una pasarela de la moda española y con esos mimbres se empezó a trabajar sobre las colecciones que se presentaban en las pasarelas españolas en ese momento.

“Todos los diseñadores nos abrieron las puertas de sus talleres” para facilitar que el programa pudiera exhibir el “gran diseño que tenemos en nuestro país”, relata.

La vinculación y la pasión de Raquel Sánchez Silva por el mundo de la moda y su “profesionalidad” facilita la tarea.

“Ella viste lo que le decimos, pero antes hay un trabajo previo conjunto al que ella contribuye con ideas valientes y atrevidas”, apunta De Lorenzo.

Precisamente, la estilista considera que en ese punto radica el “éxito”. “Raquel sale muy convencida de la prenda que luce en cada programa y la defiende con naturalidad. Todo le encaja”.

La estilista explica que aunque se analizan las colecciones de cada diseñador -“no nos cerramos a nada”- intentan adaptar los contenidos del programa al vestuario. A partir de ahí, van seleccionando las prendas para que se adapten al tema a tratar.

De la misma manera, si viene un diseñador invitado, como “deferencia” intentan que la presentadora luzca uno de sus diseños. Lo mismo sucede si realizan una visita al taller de una firma: “Intentamos que sus diseños los representen”, dice.

De Lorenzo no recuerda ningún momento especialmente difícil para elegir un vestido, ya que segura que tienen “suerte” de contar con la colaboración de los creadores. “Vamos haciendo frente a los desafíos gracias a esa colaboración y al gran talento que hay en nuestro país”.

Quizá por ello su mayor reto es superar un “look” respecto al anterior. “Nos ponemos el listón muy alto y hay que mantener ese nivel”, siempre poniendo en valor el “talento” y la “calidad” de la moda española.

Pero se lamenta de que en cada edición “hay diseños que se quedan en el camino”, aunque intentan retomar en la siguiente temporada las firmas que no pudieron estar en la anterior.

El hecho de que la presentadora luzca más piezas de noche la marca la hora a la que se “emite” el programa. Y por otra parte, la estilista argumenta que la creatividad de los diseños está más “potenciada” en las prendas de noche donde se puede percibir un trabajo más artístico, con un diseño más rico y “espectacular”, con mucha “fantasía”.

El vestuario del jurado también pasa por su manos: Lorenzo Caprile, María Escoté y Alejandro Palomo (Palomo Spain) cuentan también con su criterio.

A pesar de que los dos últimos introducen en el vestuario del programa algunas prendas de sus colecciones, De Lorenzo advierte que los tres jurados son profesionales “generosos” y “agradecidos”, que entienden que deben ser embajadores de otras colecciones.

“Ellos no son presentadores, son diseñadores que presentan y hay que respetar sus gustos y su trayectoria”, incide De Lorenzo.

Con Caprile hubo una puesta en común para decidir su vestuario. “Él es un apasionado de los cuadros y chaquetas de tweed”, motivo por el que es muy recurrente encontrarlos en sus chaquetas.

A los responsables del programa, sin embargo, no se les pasó por la cabeza “vestir” a los concursantes, una manera de potenciar quiénes son ellos, “de respetar su personalidad” y así conseguir que el público se sienta más identificado con un ama de casa o con el aprendiz más “excéntrico”.

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