Equipo Crónica: los valencianos que adelantaron medio siglo a Banksy
En la retrospectiva del Equipo Crónica que se celebra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la primera obra que recibe al espectador es La antesala. Allí, el caballero de la mano en el pecho está arrancado de su cuadro original y se sienta tras una mesa de contrachapado, con un puño americano al alcance del brazo. Enfrente, en Las estructuras cambian, las esencias permanecen, vuelve a salir el caballero de la mano en el pecho, pero esta vez le acompañan el Conde Duque de Olivares pintado por Velázquez, la Duquesa de Alba pintada por Goya y uno de los cartujos de Zurbarán. Trasladados del Siglo de Oro español a una sala de ordenadores, de cuando las computadoras eran muebles enteros que escupían papel continuo y se alimentaban de tarjetas perforadas. Clásicos invadidos por la modernidad, como los contables con terminales inalámbricas y los oficinistas con tablet.
La 'Marca España' de Franco
Los contrastes visuales que planteaban el Equipo Crónica en esta primera serie, que titularon La recuperación, no eran caprichos individuales. España se comenzaba a ofrecer como destino turístico y el Ministerio comandado por Manuel Fraga usaba como reclamo las pinturas del Patrimonio Nacional. El mito de España de la era franquista, donde se borraba el siglo XIX y se sustituía con la tríada Godos-Reconquista-Reyes Católicos, ofrecía así un símbolo gráfico para representar al español oficial, gris y adusto. Los oficinistas y los operarios se alojaban de ese modo en el lenguaje de la remezcla pictórica: el bedel de la mano en el pecho, el subsecretario de Olivares.
Con esta directriz de remezcla, en las antípodas del collage, el Equipo Crónica hablaba de la actualidad con lienzos que bebían del acervo visual de nuestra era. Para denunciar las bases militares norteamericanas en España, pintan La rendición de Torrejón, donde recuperan La rendición de Breda (que nuestros padres llamaban “el cuadro de las lanzas”) pero con los españoles ocupando aquí el papel de los vencidos, y entreverando junto a los personajes del cuadro clásico a otros del tebeo: el Guerrero del Antifaz y Hazañas Bélicas en el bando local, y los soldados de Milton Caniff en el visitante.
Todo entra en la batidora del Equipo Crónica, si la imagen arrastra consigo un contexto que sirva para entender el mundo exterior. Los cuadros, los anuncios, los tebeos, la cartelería, la prensa. Todos los códigos visuales que permitan hacer, mediante gráfica, la crónica de la actualidad.
Falso arte pop
Ese es el origen del nombre del Equipo Crónica, fundado en 1964 por los valencianos Rafael Solbes, Joan Antoni Toledo (que duró solo un año) y Manuel Valdés, tutelados en la sombra por el crítico Tomás Llorens, décadas después director del Museo Reina Sofía. Fue un proyecto que duró hasta la muerte de Solbes, en 1981. Las recuperaciones desde entonces han sido muy conflictivas y sus retrospectivas poco celebradas, porque su obra subvierte los manuales y las reconstrucciones. Tiene aspecto de arte pop, pero practican todo lo contrario: en lugar de subrayar la experiencia del individuo en la era del consumo, utilizan las referencias de los medios de masas para retratar el “ahí fuera” de los conflictos de calle y bomba, de burocracia y de turismo y de condena con fusilamiento.
Recuperar al Equipo Crónica incluye revisitar el lóbrego franquismo con una capa de color, lo que tardó mucho años en recibir luz verde en las salas oficiales. Los bienpensantes le aplicaban la trampa de la Ley de Poe, que enuncia que el fundamentalismo es indistinguible de su parodia. El personaje del matapolillas Polil en la meseta goyesca o las Meninas entre balones hinchables en un piso de Benidorm convocaban lo ahora innombrable, precisamente por haber convocado lo que antes era innombrable.
Periodismo de mural
Es curioso ver cómo en estos lienzos valencianos de los años sesenta ya están muchos de los códigos que los jóvenes celebrarán en el siguiente milenio en la obra de Banksy. El inglés cuelga en la Tate un paisaje bucólico con una cinta de Policía - No Pasar y convierte la plácida campiña en lugar del crimen, mientras los Crónica lo hacen usando las flechas con las que el diario El Caso (entonces el rey de los quioscos) señalaba en las fachadas la ventana exacta que correspondía con el piso del incidente.
Los floridos bobbies del británico son hermanos de fondo y forma de los coloridos antidisturbios que los levantinos formulaban en su serie Policía y Cultura de 1971, donde arrestaban a un Bacon, se camuflaban vestidos de Mondrian sobre un fondo de Vasarely o inmovilizaban a un Dubuffet al grito de “este no se escapa”.
Con el tiempo, las obras del Equipo Crónica han superado los condicionantes de su época y los factores ante los que se revelaban. El Guernica que tanto versionaron, hoy no conserva ningún poso como símbolo de “obra que no se puede exponer en España”. Sus desplantes gráficos en respuesta al alza del arte conceptual hoy solo se detallan en los catálogos razonados de los historiadores del arte. Las respuestas del Equipo Crónica son tan sobresalientes que todos hemos olvidado las preguntas, y sirven para iluminar interrogantes nuevos.
Cuando los jóvenes de hoy ven la película Aterriza como puedas, la disfrutan sin conocer el género que parodia, ni haber visto ninguna película de desastres. En esta era de remezclas, donde el material ya es la canción y no el acorde, ya es el personaje y no la tinta, el Equipo Crónica brilla hoy con obras que sobreviven al cambio generacional.