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Adopta un festival de cine en miniatura

El festival de cine más pequeño del mundo se celebra en Ascaso

elDiarioes Cultura

“Desde hace tiempo ha sido para mí un axioma que las cosas pequeñas son con mucho las más importantes”, escribió Arthur Conan Doyle, y este es el leit motiv que impulsa grandes proyectos en miniatura como la Muestra de Cine de Ascaso. A casi 1.000 metros de altura, en una aldea con tres casas en pleno Pirineo de Huesca, dos amantes del cine con mucha iniciativa decidieron hacer del séptimo arte el mejor reclamo para el turismo rural. Aunque parezca una fábula montañesa, esta es la historia real de Néstor Prades y Miguel Cordero, que por tercer año consecutivo organizan el 'festival de cine más pequeño del mundo'.

En este certamen no hay alfombras rojas, ni excesos decorativos, ni famosos alquilados por firmas de ropa. En cambio, hay todo el verde que se le puede pedir a la zona colindante con el Parque Nacional de Ordesa y todas las estrellas que se pueden disfrutar en un pueblo sin red de luz eléctrica. Menos las estrellas, la solidaridad y la pasión por el cine independiente, en Ascaso todo se cuenta en cantidades pequeñas. Por eso resulta imprescindible la colaboración de quienquiera que tenga algo que aportar, desde camisetas para vender hasta vino de la Comarca de Sobrarbe, pasando por sillas, mesas, comida y, por supuesto, películas.

“Hoy la Muestra pone un precio que se abona a aquellos largometrajes seleccionados; queremos demostrar a la gente del cine que somos un nuevo modelo de distribución en el que el cine de autor encuentra espectadores que, además, quieren apoyar económicamente a los creadores”, afirman Prades y Cordero, quienes reinventan un fresco concepto de cine colaborativo y que ya ha tenido una gran acogida por lo delicado de la propuesta. Pues Ascaso bien podría ser una metáfora del abandono que sufre el cine 'indie' en nuestro país, donde las cintas del género sólo se pueden disfrutar en locales especializados de “arte y ensayo”.

Espíritu altruista

En una de estas tres casas que cuelgan de la ladera del monte Nabain, Miguel Cordero empezó a convocar a personalidades del cine en unas íntimas reuniones de pasión cinéfila. Los años han pasado, y por el camino sin asfaltar que culmina en Ascaso cada vez llega más gente conquistada por el proyecto. “Pero que no sean muchos”, recalcan los organizadores, pues lo pequeño es agradable y sobre todo es un eslogan que evita convertirse a la opulencia comercial.

Sin embargo, incluso el más humilde de los sueños necesita un apoyo económico. Afortunadamente, la agenda de contactos de los organizadores buceaba en un sector del que consiguieron varios mecenas. Luis Minarro, segundo español junto a Luis Buñuel que cuenta con una Palma de Oro de Cannes, ofreció su apadrinamiento desde la primera edición en 2012. Además, el Ayuntamiento les presta la logística y la Comarca y la Diputación Provincial les subvencionan; la primera con 500 euros ya confirmados y la segunda con una cantidad que ronda los 300.

Otro de los soportes fundamentales es lo que reconocen como “apoyo en especie” y que supone el grueso del presupuesto de la Muestra. Poco más de 5.000 euros que toman forma de cerveza, pasteles o los propios proyectores y equipos de sonido que ceden las empresas patrocinadoras. Cordero y Prades saben lo que es sudar para conseguir fondos y por eso ponen a punto la maquinaria imaginativa donde cualquier propuesta fructífera es acogida con los brazos abiertos. Estos recursos, junto al precio simbólico de la entrada -dos euros al día-, van a parar a los servicios de manutención, reconstrucción, aparcacoches, traslado de actores y directores y proyecciones, de los que se encargan los 24 voluntarios de esta edición.

Cine grande en pequeño

La Muestra de Ascaso no quiere convertirse en un fenómeno hype, pero las ganas de la gente hacen que algunos números no sean nada insignificantes, como los ingresos obtenidos por internet. La llamada que hicieron hace ya dos años a través de los medios de comunicación digitales recaudó 3.600 euros, y 9.000 el año pasado. Por otra parte, Ascaso lidera una lidera una cooordinadora de pequeños festivales -Cine Grande en Pequeño- que pretende extender este modelo de distribución que ellos califican como sostenible. Los resultados son tangibles y no solo a niveles de caja, también de afluencia, pues cada año un centenar de personas se acercan a la aldea sorteando las dificultades orográficas y meteorológicas.

Y así, con el esfuerzo de decenas de personas y la recompensa de los años, Ascaso ha terminado por ser “un refugio para joyas del cine independiente”. Pero ahí no terminan los reclamos pues, como solicitan sus organizadores, cada vez es más necesario un “respaldo de la Administración” eficaz y potente. Un ruego quizá algo quimérico en una industria comercial donde ni las superproducciones españolas consiguen las ayudas que requieren.

Por suerte, siempre quedará el apoyo cómplice de actores, directores y guionistas que, como Lorenzo Balducci, David Valero, Alicia Luna o Alex Batllorí, pasarán por la Muestra presentando sus películas y debatiéndolas en los tradicionales coloquios que se organizan tras cada proyección. Hoy martes 26, para inaugurar la Muestra, Ascaso cuelga sus mejores galas para recibir a Costa da Morte, la película gallega de Lois Patiño que ganó el festival de Locarno de 2013. Otra de las cintas que levanta más expectación es Al nacer el día de Goran Paskaljevich, director del jurado en el festival de San Sebastián de este año.

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