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Ryan Gosling, mucho más que “solo Ken”

El actor Ryan Gosling, en la cena de nominados de los Oscar

Laura García Higueras

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“Dejad que me meta en el personaje, porque el mundo puede tener la voz de Ken, pero solo Barbie puede tener sus ojos”. Ryan Gosling pronuncia estas palabras al tiempo que se pone unas gafas de sol, vestido con un elegante traje de color negro. Le rodean varios músicos y bien de decoración navideña. En seguida empieza la ya archiconocida melodía de I'm Just Ken, la canción principal de la película Barbie que le ha valido para lograr su tercera nominación al Oscar, gracias al mejor papel de su carrera. El actor ha sacado el máximo partido al muñeco de Mattel al encarnar la mezcla perfecta de ingenuidad, 'machirulismo', ternura, torpeza y lo mucho que se ha reído de –y con – sí mismo.

La cinta se estrenó arrasando en taquilla el pasado mes de julio, y el vídeo que abre este artículo fue la felicitación navideña con la que el intérprete acompañó el lanzamiento de tres nuevas versiones del pegadizo hit en diciembre. Los temas fueron producidos junto a Mark Ronson, que ha trabajado con artistas como Amy Winehouse, Miley Cyrus, Lady Gaga y Bruno Mars. Con ellas siguió alimentando la fiebre por el título, pero sobre todo la fiebre por Ken.

Para entonces cinta y personaje ya eran todo un fenómeno, Gosling se había ganado la nominación al Globo de Oro –un mes después llegaría la de la Academia de Hollywood–; y su performance permitió a sus fans reencontrarse con el Ken que no solo robó corazones gracias al guion de Greta Gerwig y Noah Baumbach. Su mayor golpe fue en las escenas que copó, consiguiendo que su aturdido y desubicado Ken generara gracias a su carisma desazón, pereza y hasta cariño. Gosling fue el contrapunto perfecto para la Barbie de Margot Robbie, coreografías incluidas. Un robaescenas de manual, con mucha gracia.

La directora hizo la mejor elección de casting posible. Gosling reúne todos los estereotipos que le convierten en el Ken idóneo: su físico normativo –en el largometraje ensalzado por su pelo teñido de rubio platino–, su seductora voz y su planta y gestos de galán. Desde que protagonizara El diario de Noah en 2004 no son pocas ni pocos los que fantasearon con ser ellos de quienes se enamoraran como él de la joven Allie en la piel de Rachel McAdams.

Otros títulos como Lars y una chica de verdad (2007) y Crazy, stupid, love (2011) ampliarían su estela de fascinación, al tiempo que el intérprete engrosaba su filmografía con obras de cine de autor con las dejó claro desde el inicio que, pese a encajar a la perfección en el perfil, no querría limitarse a hacer comedias y dramas románticos.

De hecho, apenas dos años después de la cinta de Nick Cassavetes estrenó Half Nelson. Una descorazonadora película en la que interpretaba a un entrenador de baloncesto y profesor de historia adicto a la cocaína cuyas clases eran muy distintas a lo que marcaba el sistema. Su vínculo con una de sus alumnas/jugadoras, que descubre su 'secreto', vertebraba una trama dura y cruda, que le sirvió para llevarse el premio de público, crítica y Academia de Hollywood, que le concedió su primera nominación al Oscar. Pero la incursión de Gosling en el cine independiente le venía de antes. Y también fue determinante para romper con una imagen previa, la de 'chico Disney'.

Una estrella infantil

Gosling nació en Ontario (Canadá), aunque creció en Cornwall. Su padre trabajaba en una fábrica de papel y su madre era secretaria, ambos mormones. Allí empezó muy pronto a bailar y a cantar y fueron varias las bodas que acogieron sus primeras actuaciones junto a su hermana Mandi, cuatro años mayor que él. Sufrió acoso en el colegio y, buscando 'protegerse', empezó a imitar la voz de Marlon Brando para que sonara más duro. También le diagnosticaron déficit de atención e hiperactividad y no aprendió a leer hasta los 10 años.

“No me sentía muy listo. Me pasaban de curso aunque no aprendiera las cosas que se supone que tenía que aprender. Cuando estás en una clase en la que todo el mundo sabe leer menos tú, es muy frustrante”, comentó en una entrevista en 2007. “Fui un niño solitario y la televisión era mi única amiga”, añadió. Pero su interés por la interpretación se lo debe a su tío, que trabajaba como imitador de Elvis Presley –posteriormente él le rendiría su propio tributo–. Se apuntó a clases de ballet, empezó a participar en concursos de talento locales y 1993 lo cambió todo.

Gosling se presentó al casting de Mickey Mouse Club y, con doce años, se convirtió en un 'chico Disney', se mudó a Orlando y compartió durante dos años elenco con Justin Timberlake, Britney Spears y Christina Aguilera.

Cuando se canceló el show, el actor volvió a Canadá. Pronto apareció en series y películas como Goosebumps, Are You Afraid of the Dark y Breaker High. En 1998 fichó por la ficción Young Hércules, por la que vivió otros dos años en Nueva Zelanda. Cumplidos los 19, optó por cercar sus audiciones a títulos 'serios'. Aquello derivó en que su agente dejara de trabajar con él y comprobó la dificultad de conseguir papeles cuando lo único que llevaba bajo el brazo era una cinta VHS del Mickey Mouse Club.

Aun así, le llegó la oportunidad que buscaba y esperaba, de la mano de Henry Bean, que le concedió el papel de joven judío neonazi en The Believer (2001). Gosling se ha referido al cineasta como su mentor en numerosas ocasiones, por darle la oportunidad de hacer el tipo de películas que buscaba entonces y ha podido mantener en su carrera.

Un año después estaba presentando en Cannes Cálculo mortal (Barbet Schroeder). Antes del bum de El diario de Noah rodó The Slaughter Rule (2003), que contaba el vínculo que se establecía entre un jugador de fútbol de secundaria y su entrenador (David Morse); y The United States of Leland (2003), en la que encarnó a un adolescente encarcelado por el asesinato de un niño con discapacidad.

La era post 'Half Nelson'

Tras cosechar su primera nominación al Oscar, Gosling estrenó películas como la dramedia indie Lars y una chica de verdad (2007), en la que volvió a explotar sus dotes musicales. Al igual que en Blue Valentine (2010), otro de sus papeles más aplaudidos, y que incluye una de las escenas musicales más tiernas, en la que su personaje interpreta You Always Hurt the One You Love de Mills Brothers, ukelele en mano, a Michelle Williams.

Tras la película de bajo presupuesto –y eminentemente improvisada– de Derek Cianfrance, llegó su primer papel más cómico, en Crazy, Stupid, Love, su primera colaboración con Emma Stone. El filme les valió para forjar una amistad que continúan y que, tras afianzarla igualmente en pantalla en Gangster Squad (2013), culminaron derrochando química en La, La Land (2016).

Pero antes siguió su estela de cine independiente con Drive (2011) de Nicolas Winding Refn y Los idus de marzo (2011) de George Clooney –ambas tuvieron su puesta de largo en el Festival de Venecia–; así como Cruce de caminos (2012), en la que repitió con Cianfrance y conoció a su pareja, la actriz Eva Mendes.

Solo Dios perdona (2013) y Dos buenos tipos (2016) fueron los títulos que precedieron al musical de Damien Chazelle. Con él obtuvo su segunda nominación al Oscar gracias a su papel como músico de jazz atormentado enamorado de la Mia de Emma Stone. El director estadounidense le regaló otro personajazo, en la piel del astronauta Neil Amstrong, en la muy reivindicable First Man (El primer hombre) en 2018. A partir de ahí lideró la ambiciosa continuación de la historia de Rick Deckard en Blade Runner 2049 y El agente invisible. Y antes, en 2014, firmó su debut como director, Lost River, con Christina Hendricks y Saoirse Ronan.

El Ken espachurrado

Gosling ha sido entre medias padre de dos hijos, y fue el hallazgo de un juguete abandonado el que le hizo tomar otra decisión crucial en su carrera. En concreto, un Ken aplastado. “Salí al patio trasero y, ¿sabes dónde le encontré? Boca abajo junto a un limón aplastado”, recordó. Le hizo una foto y se la envió a Gerwig diciéndole: “Seré tu Ken, porque esta historia merece ser contada”. Visto el resultado de la película y su posterior campaña, ha dejado claro que se tomó su misión muy en serio.

Marlon Brando, John Barrymore, John Travolta y Gene Wilder, en versión de plástico, fueron los actores en los que basó su actuación con la que logró que su muñeco cobrara vida y alcanzara unas cotas de comicidad con las que ha sumado su tercera nominación al Oscar.

El canadiense no parte como favorito en una categoría en la que todo apunta que será Robert Downey Jr. quien se alce con el galardón por Oppenheimer. Pero Gosling está llamado a ser igualmente uno de los protagonistas de la gala, tras confirmar que interpretará I'm just Ken el próximo 10 de marzo en el teatro Dolby de Hollywood (Los Ángeles).

Su carisma y particular timbre dieron personalidad a un tema que ha conseguido destacar dentro de una banda sonora que reunió a un número suficiente de artistas como Dua Lipa, Karol G, Tame Impala y Billie Eilish –con quien competirá por la estatuilla a Mejor canción original– como para haber pasado desapercibido. Pero era imposible, la escena resume a la perfección el tono tanto de la película como de su personaje, por el humor que Gosling le impregna para reírse hasta de sí mismo. Y eso que ni si quiera estaba pensado para que fuera incluido en la película.

Mark Ronson la escribió medio en broma pero, tras compartir su grabación con la directora sin contemplar realmente la posibilidad de que acabara sonando en la película, a ella le gustó tanto que la convirtió en el número principal del filme –y menos mal–. Gosling ha sabido meterse tanto en el personaje que lo aprovechó para lamentar la ausencia de Barbie en las nominaciones.

Decepcionado por la ausencia de Margot Robbie y Greta Gerwig en las categorías de Mejor actriz y directora, el actor compartió un contundente mensaje, haciendo alusión al guion del propio filme: “Ningún reconocimiento sería posible para nadie de esta película sin su talento y su valor. Contra todo pronóstico, con nada más que un par de muñecos sin alma, con poca ropa y afortunadamente sin entrepierna, nos hicieron reír, nos rompieron el corazón, hicieron avanzar la cultura e hicieron historia”.

Pero no por ello él merece menos reivindicación. Por supuesto que no hay Ken sin Barbie ni película sin Gerwig y Robbie, pero hay otro punto claro: no hay Ken sin Ryan Gosling.

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