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'¡García!' o cómo revivir el cómic político español con un superhéroe

Portada de "¡García! 2"

Francesc Miró

El primer episodio de ¡García! era como meter un thriller de espías y superhéroes en la España post 15-M. Pero sin que el combo resultase inverosímil o absurdo. En aquel cómic, casi como una premonición, se contaba la historia de una crisis de gobierno en la que los dos grandes partidos creaban una “gran coalición” para presentarse a unas elecciones contra una emergente fuerza de izquierdas. Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia. Y entre tanto barullo, un accidente revive a un superhombre que llevaba congelado desde el 71: el García que bautiza al cómic. Así como suena.

¡García! ha llegado para agitar el panorama no sólo del cómic de acción, también de una jovencísima tradición de novela gráfica que ni estaba acostumbrada a las historias por episodios, ni al compromiso político. Sus responsables son Santiago García y Luis Bustos. El primero, que lleva más de veinte años escribiendo sobre el cómic y publicando obras junto con dibujantes de toda España, es el encargado de poner la letra. El segundo, dibujante e ilustrador también de larga carrera, lo convierte en imágenes.

Ambos forman una de las parejas creativas más interesantes del momento en el cómic patrio. Una extraña fase de evolución apresurada en la que la llegada de novelas gráficas de calidad ha trasladado a una estantería menos visible cómics clásicos de raíz pulp. Pues bien, ambas corrientes se dan la mano en ¡García!, un cómic publicado por Astiberri, cuya segunda aventura trajeron los autores el sábado a la Feria del Libro de Madrid.

¿Por qué García muestra su carácter conservador, pero evita significarse abiertamente de derechas?

Luis Bustos: No queríamos que el personaje de García se significase, ni que soltase proclamas ni nada parecido. Tiene una mentalidad más carca, pero porque pertenece culturalmente a un periodo histórico diferente y trabajaba para el régimen. Pero él no se define como facha en ningún momento.

Santiago García: Se muestra inocente. Eso hace que recuerde a los personajes de tebeo, algo que nos interesaba. No digo que no se pueda explicar más de su pasado al servicio del régimen franquista, pero creo que hay un límite de subtramas que puedes meter sin sobrecargar. Tal vez en un futuro. Por ahora eso queda a la interpretación del lector que además iba a ser fácil que le cayese bien porque lo iba a poner de su parte.

Al tener que vivir en una época que no es la suya, ¿no entra a valorarla?

S.G.: Digamos que es prudente y sensato. Tiene sentido común.

L.B.: Estamos hablando de algo parecido a un superhombre. Tiene unas características que no sólo son dar puñetazos: este tío está preparado para gestionar situaciones límite. Y cuando se despierta en la España actual, es verdad que hay un momento que se siente superado, pero luego entiende que los códigos de conducta son distintos.

S.G.: Le engañan una vez pero no dos. De todas maneras García no es Martínez El Facha, en el sentido que hubiéramos podido escribir una especie de parodia que ya nos parece trasnochada. No tenía sentido. Lo que sí tiene sentido es jugar con las expectativas del lector. Sabíamos que este tendría unos prejuicios con el protagonista, pero eso es parte del juego.

¿Pensáis que la figura literaria del “héroe facha” se ha tendido a caricaturizar, como en el caso de Torrente?Torrente

S.G.: Para mí Torrente es mucho más facha que García.

L.B.: Además, Torrente es un cretino y nosotros contamos la historia de un hombre honesto.

S.G.: Exacto. Lo que tiene de carca García es el vestigio de la época de la que viene. A él se le congeló en 1971 y a veces nosotros asumimos que todo lo que viene de esa época va a significar una cosa. Y no es así, podemos sorprendernos. Sobretodo queríamos evitar algo que se ha dado mucho en el mundo del cómic: hacer ver que no todo es una caricatura de la realidad en la que todo es unidimensional. Queríamos que todos los personajes tuvieran entidad.

L.B.: Eso es lo bueno de ¡García!: funciona a muchos niveles. Puede ser leído como mero disfrute de mamporros y acción. Pero también como una lectura sociopolítica de la realidad española. O una reflexión sobre el propio lenguaje del cómic. Sobre el paso del tebeo a la novela gráfica, con influencias del manga, del cómic de superhéroes de acción, o del thriller moderno al estilo El mito de Bourne.

¿Cuáles son las perpectivas de futuro para las nuevas aventuras de García?

S.G.: Yo creo que saldrá por lo menos otro. Pero tenemos que esperar a ver la respuesta del público y que se den las circunstancias. Pero si todo va bien antes de dos años habrá uno nuevo. Esperemos, vaya.

L.B.: Estos primeros tomos han sentado las bases de un universo narrativo que puede funcionar en muchos sentidos. Tenemos multitud de personajes y tramas por explorar. Hasta ahora las novelas gráficas estándar en España se habían dedicado a narrar historias conclusivas. Nosotros queríamos romper un poco con eso.

S.G.: Lo interesante de haberlo planteado como una serie es que es un universo creativo abierto y en pleno desarrollo. Aquí tenemos muchas ideas que pueden ser desarrolladas pero nadie te dice si se llegan a cristalizar o no. En cierto modo están vivas. Eso es interesante porque ¡García! es una novela gráfica con todo su calado. Pero la hacemos por tomos, cosa que se hace muy poco aquí.

¿Van a seguir hablando de la realidad política que se viva en ese momento, como pasa en los dos tomos de ¡García! publicados?¡García!

L.B.: Se dio una cosa muy extraña: nosotros íbamos tomando decisiones argumentales que luego veíamos, dos meses después, aparecer en los periódicos. Y era muy raro ver evolucionar tu historia paralelamente a la realidad. Pero también emocionante.

S.G.: ¡Yo diría que ha sido al revés! ¡La actualidad política nos ha seguido a nosotros! La historia se parece mucho a nuestra realidad, aunque también es cierto que la actualidad política en nuestro país es muy rabiosa y vociferante. En realidad está creando mucho ruido y nos engaña. La actualidad de hoy borra la memoria de ayer. Pero al cabo de unos pocos meses las noticias vuelven a ser las mismas: el nuevo escándalo tapa al anterior escándalo mientras los problemas estructurales de nuestro país siguen ahí. Hay problemas que no van a cambiar de la noche a la mañana gane quien gane las elecciones.

¿Se tratarán estos problemas estructurales en futuros Garcías, entonces?

S.G.: La verdad es que muchos han entendido ¡García! como un cómic festivo y me parece muy bien que sea así, porque el elemento de escapismo está muy presente. Pero en realidad la aspiración es hablar de problemas estructurales de nuestro país. Es el caso de la memoria histórica. ¡García! va también de cómo se ha gestionado nuestra historia y los silencios que hay sobre ella. Lo que pasa es que lo hace con un lenguaje al que no estamos acostumbrados a tomar en serio: el del cómic pulp y la cultura pop. En otros países eso no pasa. Por ejemplo, en los países anglosajones de los que creativamente admiramos tanto, enfrentan este tipo de temas con resortes pop. Pero en España parece que eso no es posible.

¿Creen que eso está cambiando ahora con nuevas ficciones que están tratando temas que antes parecían tabú?

L.B.: Esto de coger una historia de la época franquista y construirla con unos elementos pulp parecía imposible hace unos años. Pero es tu historia y la cuentas con tus referentes. Nosotros formamos parte de una generación que vio muchas series de ficción estadounidense, que leyó tebeos de la Marvel. Y queríamos hablar de la historia de España con ese tipo de referentes.

S.G.: Sí, yo creo que algo está cambiando. Pero está cambiando en el cómic y en todos los ámbitos culturales. Aunque ha tardado demasiado. Hay temas que con historias de la cultura pop parecían intratables. Hubo un referente que fue El día de la bestia pero que no tuvo más repercusión que la que todos conocemos. Últimamente esto ha cambiado y vemos más este tipo de historias.

Es algo que parecía que estaba muy arraigado: para tratar la historia de España tenemos que leer cosas serias como Alatriste, y no podíamos reírnos como con El Ministerio del Tiempo. ¿Se sienten parte de esa nueva manera de hacer ficción sobre nuestro pasado?AlatristeEl Ministerio del Tiempo

S.G.: Nosotros sentimos una sintonía con El Ministerio del Tiempo. No nos parece casualidad que surjan cosas tan parecidas al mismo tiempo.

L.B.: Hay una madurez sobre cómo podemos hablar de ciertos temas. Yo creo que es algo generacional: una serie de creadores de una determinada edad que quieren contar sus historias de otra manera.

S.G.: Yo también creo que es generacional. Son gente que se crió en la época de la Transición y vivió una época de rechazo brutal a todo lo que tenía que ver con el franquismo. Y así llegaron nuevos referentes, sobretodo del mundo anglosajón, de los que adquirimos unos lenguajes y unos temas. Pero también ha sido contraproducente porque hemos estado narcotizados. Nosotros somos de una generación a la que se educó para ser apolíticos: nuestro objetivo era vivir bien y había cosas que no nos interesaban. Todo se despolitizaba mucho. A su vez, la realidad te alcanza. La sociedad española se politiza a la vez que tú maduras como autor. Yo creo que nos ha pasado eso: intentamos reconocernos en nuestro pasado dejando de ser una ficción apolítica y creándola con unos referentes que, en nuestro caso, eran del cómic norteamericano.

¿Entonces el cómic politizado ha nacido por una generación que ha tenido la necesidad de tratar ciertos temas o porque durante la crisis se pusieron este tipo de debates sobre la mesa?

L.B.: Todo va a la par. Hay sinergias entre la crisis y la evolución de algunos creadores. Hay muchos creadores que ya no quieren contar historias de fantasía evasivas, quiere utilizar este lenguaje para hablar de algo que le preocupa como ser humano. Ya sea en el plano social o en el económico.

S.G.: En España, hasta la llegada de ciertos cómics extranjeros de éxito no se han empezado a vender novelas gráficas comprometidas políticamente como Maus o Persépolis. Y cuando empezamos a hacerlo aquí se daba también una crisis política muy fuerte. Hasta hace unos años parecía que el cómic solo servía para contar historias de fantasía o ciencia-ficción y de pronto descubrimos que no por las malas.

En ¡García! también hay sitio para la crítica a los medios de comunicación. Cuando la protagonista consigue “la gran historia” no tiene un medio que se la publique. ¿Creen que el periodismo de nuestro país no cuenta las “grandes historias”?

¡García!

S.G.: En España el periodismo se ha espectacularizado mucho. No es muy diferente ver una tertulia de fútbol o ver una tertulia política. Todos pretenden lanzar mensajes que crean corrientes de opinión y todo es espectáculo. Pero los grandes temas parece que siguen sin interesar. Claro que hay periódicos independientes, pero estos están limitados por los medios económicos y materiales. Y los que tienen los medios ilimitados son los que están pagados por empresas con intereses concretos. Por eso echo en falta más reportajes de fondo que cuenten esas grandes historias.

L.B.: También llegas a plantearte si vale la pena. Quiero decir... ¿Hay gente a la que le interesan este tipo de informaciones o reportajes? Seguro que sí, pero esa gente no parece suficiente para pagar lo que estas informaciones cuestan. No hay tanta gente interesada en reportajes densos que requieren de un esfuerzo grande por parte del lector. ¿Por qué? Porque los has acostumbrado a lo espectacular y lo rápido.

¡García! además, está lleno de detalles que transmiten mucha credibilidad. ¿Cómo construyen una historia de espías en la España de hoy para que parezca real?¡García!

L.B.: Mira, por ejemplo, en la habitación del personaje de Antonia hay un póster de The Coven, un documental sobre la caza de delfines. Eso te habla de su personalidad, aunque no te fijes. Son detalles que enriquecen a los personajes. Hemos intentado evitar que estos actúen en escenarios genéricos que pudieran ser cualquier lugar.

S.G.: Hay una cosa que me parece fundamental: en el dibujo de Luis reconoces mucho el Madrid de ahora. Es muy real. Son cosas que no pueden pasar en otros sitios, sino que pasan en Sol o en Usera. Es uno de los problemas que ha tenido el cómic español porque había mil historias protagonizadas por un John o por un Jimmy... Eso no representa el país en el que vivimos. Cuando tú añades elementos de tu entorno, aunque parezca que no, le estás transmitiendo algo al lector.

L.B.: Había que documentarse sobre cómo era un piso en Usera, o en Leganés. Hay una cocina que se muestra en determinado momento que... ¡Es la cocina de mi madre! Y todo es parte de darle una entidad verídica al relato. Un thriller de acción que puede pasar aquí, y tiene que parecer cercana. Para plantear escenas de acción dentro de un piso de Usera, tienes que saber que los tabiques son una mierda y se pueden romper. Y eso te sirve.

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