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El dibujante Sento humaniza al Museo del Prado con sus viñetas

El dibujante Sento humaniza al Museo del Prado con sus viñetas

EFE

Madrid —

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Elisa, Beatriz, Fabiola o Miguel, estos son algunos de los trabajadores del Museo del Prado que gracias al dibujante valenciano Sento Llobel han saltado a las viñetas de “Historietas del Museo del Prado”, el cómic donde son los protagonistas de siete historias cotidianas de las muchas que ha vivido esta pinacoteca, que en su Bicentenario se ha “humanizado” gracias al noveno arte.

A los nombres de Keko y Altarriba, Montesol o Max ahora se suma el de Sento, porque en su afán por divulgar el contenido del Museo del Prado, su jefe de Conservación de Dibujos y Estampas, José Manuel Matilla se ha aliado con el cómic, un arte del que es amante según pudo comprobar el dibujante valenciano cuando hace algo más de un año visitó su despacho para acordar las líneas de esta obra que publica la pinacoteca.

“Fue un honor que me llamaran, pero cuando me dijeron que iba a ser un cómic para conmemorar el Bicentenario pensé que no me apetecía hacer una obra de Historia sobre el museo. Cuando conocí a José Manuel, y vi que tenía figuritas de TinTín supe que no nos íbamos a meter en camisa de once varas, sino que nos íbamos a meter en esas personas del museo que lo mantienen vivo, como los vigilantes de sala, las conservadoras o el público”, cuenta Sento a Efe en una entrevista realizada en una de las salas del departamento de Matilla.

Y así es, porque el valenciano (1953) ha convertido en personajes de cómic a Beatriz, Fabiola y Elisa, conservadoras, al mismísimo Miguel Zugaza, ex director de la institución, o a Grabriele Finladi, director adjunto de Conservación desde 2002 a 2015.

Porque ellos fueron los protagonistas de momentos como cuando en 2011 se restauró el cuadro “El vino en la fiesta de San Martín”, del pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo -cuadro que reproduce minuciosamente- o cuando la reina de Inglaterra realizó una fugaz visita en 1988 con motivo de la inauguración de una exposición de pintores británicos.

Pero también sucesos de un pasado más lejano, en concreto del 25 de noviembre de 1891 cuando el periodista Mariano de Cavia publicó una “fake new” con un gran titular “La catástrofe de anoche. España está de luto, incendio del Museo de pinturas”, una información con todo lujo de detalles, incluso que el ministro Linares participó en la extracción de cuadros, pero que no fue más que una noticia inventada para llamar la atención sobre el estado de abandono de la pinacoteca en el siglo XIX.

Relatos que le han permitido conocer más esta casa: “Elena (su mujer y parte del ”equipo“) y yo visitamos las tripas del museo, los dos somos de Bellas Artes y tener un Goya en la nariz era como una sensación de subidón de azúcar. Ahora tengo una especie de sensación de cercanía porque antes para mi era algo como celestial. Nunca hubiera pensado acceder a él de esta manera, pero ahora me siento muy cerca y le he quitado esa pátina de inalcanzable”.

Algo que ha querido hacer también con esta obra cuya primera intención es que sea “divulgativa” porque lo que le gustaría al valenciano es que se convirtiera en una suerte de libro de información o catálogo de esos que se llevan los visitantes.

En la actualidad, y tras dar fin a este cómic y a la última entrega de “Dr. Uriel”, el considerado como uno de los padres de la “línea clara” valenciana ahora solo piensa en “descansar” y hacerse un “viaje con el Inserso”, bromea, porque se trata de dos trabajos “intensos” en los que, como siempre y siempre en un segundo plano, está la mano de su esposa Elena, la mujer con la que comparte vida y trabajo desde que coincidieron en la cola de la facultad de Bellas Artes de Valencia “allá por los años 70”.

Por Pilar Martín

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