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Guerra de guerrillas en las ruinas de la SGAE

Los presidentes de la Fundación Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), Antonio Onetti y de la SGAE, José Luis Acosta.

Paula Corroto / Marta Peirano

Pablo Hernández, secretario general de la SGAE y guardián de sus secretos desde 1996, fue destituido el pasado miércoles en sesión extraordinaria por la Junta Directiva que preside desde junio el guionista José Luis Acosta. Pocas horas antes había entrado a los juzgados de Plaza de Castilla de Madrid la denuncia criminal que contra él había presentado el socio Fernando Bermúdez, donde se aducen indicios de delitos de estafa, apropiación indebida, delito societario y falsedad. Pero no le han destituido por eso. Según fuentes internas, el cese es parte de un golpe de estado liderado por Teddy Bautista, Fernando Bermúdez y el propio Fernández-Sastrón para recuperar el control de la entidad.

El concepto mismo es chocante: Sastrón encabezó la “revuelta” de 2011 contra Bautista y ha sido el primer miembro de la junta directiva en criticarle abiertamente desde que asumió el poder en 1983. Sin embargo, Bautista lleva tiempo maquinando en la sombra para reivindicar su figura dentro de la organización y vengarse de Hernández y el secretario general Francisco Galindo, a los que acusó de su “descabezamiento” en una carta de ocho páginas enviada al ABC. Y lo más importante: Teddy Bautista pretende recuperar la pensión vitalicia de 23.000 euros que le corresponde según los estatutos y que fue anulada durante el mandato de Antón Reixa. Y esta alianza contra natura es su única oportunidad

Fernández-Sastrón quiere ser presidente. Esto no es un secreto: dos veces se ha presentado a las elecciones y dos veces las ha perdido. Primero perdió frente a Antón Reixa y después contra el actual presidente, José Luis Acosta. Pero se le están acabando las vidas, porque los estatutos establecen un límite de tres candidaturas.

Por eso intentó -también sin éxito- anular las primeras elecciones con la excusa de “las graves irregularidades reveladas en el auto del juez Ruz”, para conseguir una bola extra. Ahora su última esperanza es derrocar a Acosta desde la junta directiva como hizo con Reixa porque el exsobrino político del rey ha sido incapaz de ganarse el apoyo de los editores. Si convoca elecciones anticipadas, lo más probable es que las vuelva a perder y ya no podrá volver a presentarse.

El tercero en concordia, Fernando Bermúdez, también tiene su interés en esta guerra: busca la supervivencia del negocio más lucrativo y más irregular de la nueva SGAE, los derechos musicales de las televisiones en la madrugada.

La rueda de las teles nocturnas

Hasta hace diez años, la SGAE tenía tres fuentes principales de ingresos: el mercado musical, el canon y la televisión. Con el declive del primero y la desaparición del segundo, la entidad recibe más de la mitad de sus ingresos de la televisión, concretamente de los programas que no ve nadie; como los esotéricos que se emiten de madrugada, donde se lee el tarot o se adivina el futuro, o los conciertos de música clásica a las cinco de la mañana. Si alguien se ha preguntado por qué existen esos programas que encima duran varias horas, esta es la explicación: son una mina de oro para algunos autores y para las propias teles.

También es uno de los negocios que denunció Reixa en marzo del año pasado, y que le costó el puestoy que le costó el puesto. Las productoras programan la música de espacios, incluyendo música de fondo, jingles, sintonías de transición, cabeceras, con música que está registrada en su propia editorial. En los espacios de música clásica utilizan partituras clásicas que han registrado como versiones, sin modificar nada en apariencia. Después pagan los derechos de esa música a la SGAE al mismo precio que si hubieran usado el Yellow Submarine de los Beatles en prime time (hasta 200 euros por minuto). Después, las televisiones mandan a su editorial a reclamar la mitad, y así rebajan la factura total que pagan a la SGAE.

Es la fórmula perfecta: cobran como si fueran nuevas por obras que están en el dominio público y se reparten el dinero resultante. Todos ganan, salvo los verdaderos autores, que ven cómo compositores desconocidos que registran versiones modificadas de Vivaldi o melodías de fondo para programas de tarot que solo se emiten en la madrugada de televisión son los que más cobran de toda la SGAE, tanto como un Joaquín Sabina o un Joan Manuel Serrat.

Este es, precisamente, el negocio de Fernando Bermúdez. Junto con Manuel Carrasco es el dueño y fundador de Eurodelta Music y Eurodelta TV, especializadas en cobrar derechos de autor por las obras de Mozart, Chopin, Schubert, Tchaikovsky o Beethoven a través de programas como TVE es música, de RTVE. La empresa editorial registra los nuevos arreglos a nombre de la mujer de Bermúdez y la madre de Carrasco, como publicó Vertele en El turbio negocio de los derechos musicales en televisión. También registran los “arreglos” de clásicos de la zarzuela y ha puesto en marcha una radio dedicada exclusivamente al flamenco.

El negocio es tan boyante que las televisiones en España recuperan hasta un 30% del dinero que pagan la SGAE a los autores (en Europa esa cifra no llega al 7%). Reixa denunció esta situación y le costó la presidencia porque la SGAE no es una democracia: votan más los que más cobran. Y nadie puede competir con el grupo de 11 socios que han cobrado más de 25 millones de euros gracias a los programas nocturnos de televisión.

Bermúdez no ha querido hacer declaraciones a este diario al “encontrarse el asunto (de la denuncia) subjudice”, pero ha contado con el apoyo de ACAM, la Asociación de Compositores y Autores de Música, un grupo muy ligado a Bautista.

El “despido improcedente” de Pablo Hernández

El primer paso ha sido echar a Pablo Hernández, que se va con una indemnización de 420.000 euros por despido improcedente. “Yo era partidario del despido disciplinario y el presidente Acosta también -ha asegurado Sastrón a eldiario.es- pero se decidió lo contrario y creo que es un error. A mi juicio, sí estaba claro que había habido un conflicto de intereses”. Según fuentes oficiales, la convocatoria para echar a Hernández fue realizada en noviembre por ese “posible conflicto de intereses” según “las informaciones que habían ido apareciendo en los últimos tiempos”.

Entre estas informaciones se encontraba la denuncia que Onda Cero planeaba contra la SGAE por la asesoría que Hernández hizo a Kiss FM, que consiguió que esta radiofórmula ganara 205 millones de euros, y por la cual, según algunos medios, el abogado fue retribuido de forma opaca y a instancias de la SGAE.

Hasta ahora, parecía que Hernández caía siempre de pie. Durante la Operación Saga, que acabó con el mandato de Teddy Bautista en junio de 2011, el juez Pablo Ruz tuvo acceso a documentos que atestiguaban cómo había crecido su patrimonio inmobiliario desde que entró en la entidad de gestión. Y sin embargo se mantuvo en su puesto.

Hay que recordar, además, que durante años Hernández fue consejero de la red de teatros de Arteria, una operación que ha provocado una deuda de más de cien millones de euros para la SGAE. Era también uno de los especialistas en propiedad intelectual en la entidad y medió durante la reforma de la ley en la última legislatura del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Asimismo, se le conoce por haber proferido frases tales como “es bueno que la SGAE sea un monopolio”.

De momento, se ha ido con los bolsillos llenos después de un despido probablemente pactado; es uno de los directivos de la historia de la SGAE que más secretos conoce de una entidad pendiente de los juzgados y con sus recursos mermados, pero que sigue manejando un enorme presupuesto con total opacidad. Durante las próximas semanas, la SGAE seguirá dando que hablar.

contubernio a tres bandas: por un lado esta teddy bautista que lleva tiempo intentando reivindicar su personaje y que lleva tiempo intentando jugarsela a hernandez y a francisco galindo

teddy mando una carta que acabo en internet diciendo que entre los dos le habian hecho la cama.

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