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El flamenco del siglo XXI de María Toledo

El flamenco del siglo XXI de María Toledo

EFE

El Cairo —

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La cantaora española María Toledo busca “revolucionar” las tablas con una música “del siglo XXI” y se describe como una “flamenca diferente” que nunca sale al escenario con lunares ni con flores en el pelo.

Cantaora y pianista, dio sus primeros pasos en el flamenco con tan solo ocho años, a la vez que estudiaba “cante” y “se empapaba” de la música de la cantante egipcia Um Kulzum (1898-1975), relató en una conversación con Efe durante una visita en El Cairo esta semana.

“Sus canciones estaban entre mi música de cabecera. (Um Kulzum) Fue la diva de la música árabe y me gustaba porque sus temas no duraban un 'single'; no pensaba en el punto de vista comercial sino que cantaba y podía durar veinte minutos cada canción”, especificó.

Mientras crecía en el mundo de la música, María Rodríguez, nacida en Toledo en 1983, se licenció en Derecho, pero su pasión siempre estuvo en los tablaos.

Asegura ser “toledana pura pero con sus cositas de árabe”, pues viene de una tierra donde han convivido tres culturas y dice haber adquirido algo de cada una de ellas.

Su propósito es ser “la imagen del flamenco actual” y considera que su apariencia “atípica” la convierte en una flamenca “diferente”.

Advierte de que, sin menospreciar “lo maravilloso” del flamenco “de toda la vida”, quiere dar a su público “algo distinto: una música de mucha tradición, pero con la evolución que suponen los tiempos actuales”.

“Bebiendo de antiguas fuentes como la Perla de Cádiz o los Peines, quiero llevarlas a mi terreno, pero innovando, porque para qué copiarles, si mejor que lo hacían ellos no lo va a hacer nadie”, concluye.

Mucho tiene que decir sobre lo que cuentan sus canciones, pero opta por definirlas como “música de alma, de haberlo pasado muy mal, de quien ha vivido un desamor grande”.

“Soy una persona que está muy encima de su trabajo y me gustan las cosas muy bien hechas. A veces no salen bien, pero al menos lo intento”, reitera.

En febrero de 2015 sale su tercer disco, en el que, al igual que en los anteriores, ha seguido el mismo lema: “Menos es más”.

Para ello siempre procura que no haya un lucimiento excesivo de los instrumentos, porque “no se trata de que uno solo tenga el balón y juegue todo el tiempo, sino de pasarle la pelota al otro hasta meter gol”, explica con un símil futbolístico.

De sus dos primeros discos destaca la fusión de músicas, como la persa, el pop o el latín jazz, pero siempre manteniendo el flamenco como hilo conductor.

Sobre su tercer disco, que se titula “ConSentido”, especifica que es “de corte más tradicional en el repertorio”, pero con una gran carga de personalidad.

La producción la hizo ella misma porque “quería defender lo que siempre quiso hacer y jamás ha hecho”: confeccionar su propio disco.

Compositora, pianista y cantaora, la joven flamenca ha sido galardonada con el Premio novel del Cante de las Minas y con el primer Premio Bienal de Cádiz, en reconocimiento de su carrera.

Siempre viaja junto a sus compañeros “de toda la vida”, con quienes dice sentirse “muy a gusto”. Son el guitarrista Jesús de Rosario, el violinista David Moreira, la bailaora Mónica Fernández y el percusionista Julio Alcocer.

No obstante, y a pesar del “cariño” que les tiene, confiesa sentirse muy cómoda cuando “se encuentra sola ante el piano”.

Junto a su grupo, ha viajado a Marruecos, México, República Dominicana, Japón, Israel o Egipto, donde ha actuado esta semana invitada por la Embajada española en El Cairo.

En su último viaje no faltaron las anécdotas. La compañía aérea perdió el equipaje, y María tuvo que actuar con un vestido prestado, David salir en chándal, Mónica bailar sin tacones, y Julio tuvo que conformarse con tocar las palmas, porque su cajón se perdió en alguna terminal aérea.

“No importan las dificultades. A quien no quiero fallar es a mí misma, porque eso sería un error, por eso hago lo que me gusta”, concluye esta artista, a quien no se le borra la sonrisa ni se le olvida ironizar con las complicaciones.

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