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García Simón esclarece la figura de Álvaro de Luna, raíz del Estado moderno

García Simón esclarece la figura de Álvaro de Luna, raíz del Estado moderno
Valladolid —

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Valladolid, 5 jun (EFE).- Una frugal refacción a base de guindas, un poco de pan y un vaso de vino que apenas probó, después de escuchar misa al alba, precedió la degollación en la Plaza Mayor de Valladolid de Álvaro de Luna (1390-1453), valido de Juan II y una de las mentes más preclaras del siglo XV, impulsora del Estado moderno.

Su condición precursora, en el tránsito de la oligarquía feudal a un Estado moderno en torno a la figura de un rey, fue la que provocó su desgraciada muerte en la península de los cinco reinos (Castilla, León, Aragón, Navarra y Portugal), defiende el historiador Agustín García Simón en una biografía dedicada a su figura.

“¿Cómo es posible que Álvaro de Luna, un bastardo de la nobleza aragonesa, se impusiera en su tiempo en el reino más emergente y poderoso de España? ¿Por qué no tiene una gran biografía como los grandes personajes de la historia de España?”, se ha preguntado García Simón (Montemayor, Valladolid, 1953) en una entrevista con la Agencia Efe.

Las principales claves de este olvido, desdén o desconocimiento, que todo suma, se encuentran en “Don Álvaro de Luna. La tragedia de un precursor” (Marcial Pons Historia), la resultante de una investigación de varios años en el Archivo de Simancas y decenas de fuentes documentales, entre ellas las crónicas del Rey Juan II de Castilla, de Alvar García de Santa María.

A diferencia de otros nobles “sobresale porque por vez primera un hombre de sus excepcionales condiciones llega a entender que las ideas y no la fuerza deben abrirse camino en una sociedad, la de su época, tremendamente codiciosa, violenta, brutal y feudal en la lucha por el poder que él también ambicionó, pero de otra forma”, ha matizado.

En ese rasgo diferencial, ha añadido García Simón, confluyen cualidades y virtudes en todos los órdenes, “pero la principal fue la de que tenía ideas y convicciones, algo muy extraño en la primera mitad del siglo XV”, una inteligencia, personalidad, finura y agudeza políticas que se anticipó en varios años, casi un siglo, a las teorías que Maquiavelo condensó en “El Príncipe” (1532).

“Él mismo también aspiraba al poder. Era un hombre muy ambicioso, pero mucho más inteligente y sutil. Sabía que la fuerza era fundamental y también la guerra como instrumento de imposición, pero además había que tener y aplicar ideas. Aquí es donde se inician los vagidos del Estado moderno” en la península ibérica, ha insistido.

“En vez de arrasar pueblos y haciendas como hacía la nobleza asilvestrada para mantener su patrimonio y privilegios, concibe el poder en torno a un símbolo que es el rey y a unas instituciones que lo amparen: eso fue una audacia en una época de feudalismo”, una osadía que expió en el cadalso levantado en la Plaza Mayor de Valladolid, a pocos metros de la fachada del actual Teatro Zorrilla.

Un cuadro del pintor romántico e historicista Rodríguez Losada, fechado en 1866 y que cuelga en el Palacio del Senado, muestra al verdugo con la cabeza degollada en alto y a un fraile, en un esquina, impetrando la caridad pública para pagar la sepultura de los despojos de Álvaro de Luna, finalmente enterrado en la catedral de Toledo, en una de las capillas de la girola.

Su tragedia es uno de los fenómenos del siglo XV durante el cual concibió la idea de un “gran reino atlántico en la península ibérica para controlar la amenaza inglesa: tenía una idea de Estado”, ha subrayado García Simón, lo cual generó un odio entre la nobleza que, al no poder aliarse con él, presionó hasta acabar con sus días en el patíbulo.

“Ese odio que suscita la superioridad de un individuo sobre los otros en todos los órdenes no se lo tomó muy en serio Álvaro de Luna, y eso es lo que le mató. La codicia de los mediocres apunta siempre a los mejores, por eso es normal en la historia ver cómo se cargan a quienes están en la cúspide del poder porque la envidia y la ambición no lo pueden soportar”, ha resumido este historiador.

La figura del valido, maestre y condestable remite a cuestiones de actualidad como “el odio entre las dos Españas” y la cotización a la baja del talento e inteligencia en las formas de gobierno, ha agregado antes de precisar que Álvaro de Luna “suscita curiosidad de todo el mundo, le citan pero le conocen muy mal porque nadie profundiza, no se escudriñan las fuentes, no se lee con detalle”.

Por Roberto Jiménez

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