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Entrevista David Safier, escritor

La supuesta jubilación de Merkel incluye tartas de fruta y un perro llamado Putin

EFE/EPA/HAYOUNG JEON/Archivo

Mónica Zas Marcos

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Solo hay tres cosas que los alemanes saben de la vida privada de Angela Merkel: le gusta el campo, se le da bien la repostería y tiene terror a los perros. Uniendo esos detalles, el autor David Safier le ha diseñado un plan de jubilación ficticio en su libro Miss Merkel: El caso de la canciller jubilada (Seix Barral). Lo único que escapa de la realidad –pero tampoco mucho– es que en la novela Merkel se dedica a resolver crímenes.

Hace tiempo que la política más representativa de las últimas dos décadas dijo que lo dejaba. Pero no para ocupar una silla en el consejo de administración de una multinacional ni para mover los hilos de la Cancillería Federal en la sombra. Después de la derrota de los conservadores en las últimas elecciones alemanas, Angela está preparada para abandonar el ojo del huracán.

“Creo que durante unos meses desaparecerá de la escena pública, pero va a recibir muchas peticiones para regresar”, asegura Safier. Se dejará caer en actos benéficos, universidades o cumbres internacionales de forma puntual, pero no cree que vuelva a acercarse al poder. El escritor del fenómeno de ventas Maldito karma quería que ella fuese su protagonista a toda costa. La idea surgió charlando con su editor en 2019, justo después del anuncio de su retirada. ¿Pero cómo se “roba” la identidad de la política viva más poderosa del mundo?

Los derechos de la persona Angela Merkel no son privados. Es más, una gran parte de los alemanes creen que de alguna manera les pertenece como si fuera un miembro de su familia. De ahí que se la conozca con el sobrenombre de mutti, algo parecido a mamaíta. “En Alemania hemos vivido a Merkel durante décadas y todo el mundo cree tener una concepción de ella”, explica Safier. Pero no siempre es buena. “Despierta mucho odio entre los seguidores de la extrema derecha, que a su vez son los que aseguran que más la conocen”.

Entiendo que los españoles, los italianos o los griegos la vean con otros ojos. Reprodujo lo que los alemanes pedían, porque nadie quería dar dinero a los países en crisis.

Empujado por la admiración, la intriga y el deseo de romper con el relato de la extrema derecha, Safier ha dinamitado el marco que rodea a la canciller. Cambia el Berlín diplomático por la región rural de Uckermark. La saca de las cocinas del nuevo orden mundial y la coloca en las de su casa de campo horneando unas tartas de frutas. Adelanta un par de posiciones a la figura de su marido desde la retaguardia y lo sitúa a su lado. Lo que no altera en absoluto es su visión estratégica o la que se intuye que tiene. En cambio, le imprime un carácter amable que nunca ha destacado más que su puño de hierro.

“Entiendo que los españoles, los italianos o los griegos la vean con otros ojos. Pero ella solo reprodujo lo que los alemanes pedían, porque nadie quería dar dinero a los países en crisis. Es muy difícil ir en contra de eso. Lo hizo acogiendo a los refugiados, fue castigada a nivel político y ahora tenemos un partido de extrema derecha. Los votantes de centro o izquierda tienen mejor opinión de ella que los que están en el bloque conservador. Personalmente, yo creo que es mejor política que muchos de los que están en el partido que yo voto, el Verde”, confiesa el escritor.

El “primer caballero” y su perro Putin

Como el Watson de Holmes, su marido Joachim Sauer hace las veces en el libro de eterno acompañante. No es una decisión feminista, sino un fiel reflejo de la realidad. El “primer caballero” ha formado parte del club de las first ladies cumpliendo el rol que le correspondía. “Son la pareja perfecta y él, ese marido discreto y humilde. Es profesor de física, así que es inteligente, pero no tanto como ella. Y debe ser humilde como para estar siempre un paso por detrás, lejos de su mujer y aceptando la figura de primer caballero”, explica Safier.

Pero la relación más interesante no es la marital, que dibuja como una pareja de septuagenarios pastelosos, sino la que rodea al personaje del perro ficticio llamado Putin. Un carlino baboso que en el libro no se separa de los pies de la canciller. Safier afirma que no pretendía hacer una caricatura del presidente ruso, más bien desvelar el origen de una anécdota reconocible para el alemán medio: “Nos dimos cuenta de que tenía pánico a los perros por culpa de Putin, cuando este le puso uno enorme delante en 2007 mientras ella retrocedía aterrorizada”, recuerda.

La relación entre la Angela ficticia y el Putin carlino es tan afable como la que mantuvo con el líder autoritario. “Ella es firme creyente de que hay que hablar con todo el mundo. Suele ser muy rígida, pero se crio en Alemania del Este, la comunista y él era agente del KGB, vivió allí. Putin habla alemán perfectamente y Merkel ruso. Estas son cosas que tienen en común y que le hacen ser más conocedora de la cultura, la política y la forma de pensar rusas que alguien de la Alemania Occidental”, explica el autor.

Nuestro sistema electoral es muy especial y muy complejo porque no nos podemos permitir que ocurra otro Hitler.

En cambio, durante su investigación descubrió que con los políticos norteamericanos le pasaba lo contrario. “No soporta esa forma de hacer política. Por ejemplo, antes de ser elegido, Barack Obama visitó Alemania y fue recibido como si fuera una estrella. Esa pose no le gustó nada”, asegura David Safier. En Alemania no gustan “las promesas vacías ni los visionarios” porque, como decía el excanciller Helmut Schmidt, “quien tenga visiones que se vaya al médico”. 

“Nuestro sistema electoral es muy especial y muy complejo porque no podemos permitir que ocurra otro Hitler. No es posible tener algo como Boris Johnson o Macron. No tenemos un winner takes it all, el ganador se lo lleva todo”, abunda Safier. Por eso cree que Angela Merkel ha sido una política única y a la que van a echar de menos hasta quienes no la votaron: “Tiene valores, y el dinero y el poder no son sus motivaciones”. 

Una política “sin testosterona”

Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada es también un homenaje a “una época brillante” que según Safier será reconocida así dentro de unos años. “Cuando ella llegó en Alemania había muchísimo paro y ahora llevamos 16 años de buena economía. Hemos pasado de ser un país conservador a uno de centro. Es extraño porque ella es una política conservadora que ha cambiado las cosas”, resume el también periodista. 

Todas las grandes figuras han desaparecido: Berlusconi, Sarcozy, Trump. Ella se ha mantenido luchando contra esa forma de hacer política.

La nueva era política en Alemania la encabezará un hombre al que durante la campaña le han apodado paradójicamente “el Merkel masculino”. “Es triste que no hayan elegido a una mujer para sucederla, una canciller verde habría sido genial para el país”, cree el escritor, que apunta que la asignatura pendiente de la legislatura de Merkel ha sido el cambio climático.

Cuando compara su estilo con el de otros políticos, como reconocido votante de izquierdas, el escritor destaca su falta de “vanidad”. “No le gusta acaparar los focos y las pocas veces que habla en público, como en Año Nuevo o durante la pandemia, todo el mundo la escucha. No va a los talk shows, no coge dinero de donde no debe y no hace acuerdos sospechosos”. En definitiva, “su estilo no está lleno de testosterona”.

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