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El itinerario americano de Lorca: del jaleo en Buenos Aires al descubrimiento sexual en Nueva York

Federico García Lorca. |

Juan Miguel Baquero

En el museo cotidiano de la escarcha hay dos ventanas. Un par de tragaluces donde asomar los ojos a la aventura vital de un poeta, Federico García Lorca, y acariciar el trasiego americano que dejó una huella recíproca, de ida y vuelta. Luna nueva. Un tango por García Lorca y Lunas de Nueva York son los primeros capítulos de una trilogía lorquiana que completará el viaje que Lorca nunca pudo realizar a México.

El metraje contiene material gráfico inédito y una mirada contemporánea, de luces de neón, que traza el hilo narrativo sobre las cartas que el poeta escribe a su familia desde el giro de bisagra personal y profesional que supusieron sus viajes a América. Un Poeta en Nueva York. O Nueva York en un poeta. Y Buenos Aires y Montevideo.

Los audiovisuales llegan a 60 salas cinematográficas de 40 ciudades el 5 de junio coincidiendo con el 120 aniversario del nacimiento del autor y con el denominado ‘Año Lorca’ que celebra su ciudad natal, Granada. La herencia y la influencia de estas ciudades en el poeta, y viceversa, para ver en pantalla grande.

Las obras, del periodista y escritor granadino Antonio Ramos Espejo, están dirigidas por Juan José Ponce y cuentan con la voz de Lorca interpretada por el actor Antonio de la Torre. En las cintas intervienen expertos y amantes del autor de Bodas de Sangre, Yerma o Romancero gitano como Ian Gibson, Juan Echanove, Verónica Forqué, Paula Ortiz, Asier Etxeandia, Laura García Lorca, Antonio Muñoz Molina o Christopher Maurer.

“Teníamos que ofrecer una muestra contemporánea de lo que significaron estos viajes tanto para Lorca como para las ciudades que visitó”, explica Ponce. Con una mirada abierta que se sirve también de “pequeñas historias de personajes anónimos” marcados por el aura lorquiana para llegar a un público amplio y “no sólo al espectador literario”.

“Tengo la fama de un torero”

Buenos Aires, 13 de octubre de 1933. Aterriza Lorca. Argentina enloquece. Los periódicos repiten la fotografía de quien ya está consagrado como un poeta universal. Las crónicas registran el fervor que levanta en conferencias y estrenos teatrales. Es como una estrella de cine que recita poesías.

“Deslumbrado de tanto jaleo y tanta popularidad”, escribía Lorca a sus padres. “Tantas fotos han salido en estos grandes diarios que soy muy popular y me conocen por las calles”, decía, abrumado. “Aquí, en esta enorme ciudad, tengo la fama de un torero”. Alojado en la pequeña habitación 704 del hotel Castelar, con un balcón asomado a la avenida de Mayo, acaba alargando la aventura hasta marzo del 34.

Lorca llega a las calles bonaerenses reclamado por Lola Membrives, que ya ha estrenado Bodas de Sangre en el teatro Maipo. La misma actriz intenta sacarlo de la vorágine tirando del poeta hacia Montevideo, donde recibe más “jaleo”. En Uruguay queda su huella imperecedera y la memoria lorquiana que hace sobrevivir Margarita Xirgu. Conquistó “un pueblo inmenso para su teatro”.

En este viaje rioplatense traza una amistad inquebrantable con el futuro Premio Nobel Pablo Neruda. Y va a vivir la edad dorada del tango. Conoce a Carlos Gardel, con quien suspira proyectos imposibles porque la parca adelanta el encuentro. Gardel muere en un accidente de aviación en Medellín (Colombia) en el 35. A Lorca lo ejecutan los fascistas españoles en el 36. Sigue desaparecido y tirado como un perro en alguna cuneta. Como una metáfora de España.

“Y nos lo mataron”

“Federico va de un país de misa de una a otro donde las librerías no cierran por las noches… y claro, dijo esto es una maravilla”, sonríe Juan Echanove en Luna nueva. Un tango por García Lorca (Premio del Público en el Festival Iberoamericano de Huelva 2017). “Lo presentaban como la voz gitana”, dice la escritora Reina Roffé. Como la luz de los perseguidos, de los tristes, de los derrotados. “La mezcla, que no otra cosa era su obra poética”, apunta Andrés Neumann. “Si en Lorca hubiese alguna pureza no habría escrito nada”, añade el cantante.

“Me preguntaron, ‘¿de todas las historias que hay en el mundo, cuál te gustaría hacer? Y dije, Bodas de sangre”, cuenta en la cinta la directora de cine Paula Ortiz en una magnética, tierna y desgarrada conversación de cafetería con Asier Etxeandia. “Creo que eso es lo que contaba Federico, el desastre de la pasión”, responde el actor. Juntos trabajaron en la adaptación al cine de la obra lorquiana en La novia.

“Y nos lo mataron”, lamenta Etxeandia. “Es el símbolo de todo lo que España podía haber sido”, toca Ortiz. “No sé qué más puede hacer un país que matar un poeta y dejarlo en una cuneta”. Un cuerpo enterrado para una leyenda eterna, viva, con una obra única regada de simbolismo mágico y surrealismo. Y música para el “teatro de los dramas del pueblo”, como a la que pone voz Silvia Pérez Cruz.

Nueva York en un poeta

Esta segunda aventura americana había tenido una primera entrega con Lunas de Nueva York (2015). La cita neoyorquina arranca en el verano de 1929. Serán nueve meses fundamentales para la trayectoria vital y literaria de Lorca. El documental callejea por la metrópoli buscando la huella del poeta granadino en el sonido de las largas veladas en los clubes de jazz de Harlem, en la Universidad de Columbia o en el dolor atávico de las minorías marginadas y el desplome financiero de Wall Street.

“Yo estuve más de siete horas entre la muchedumbre en el momento del gran pánico”, escribe. “No me podía retirar de allí”. Era el colapso del dinero. Y el epitafio del capitalismo centelleaba en las luces de neón de Times Square. “Nueva York me ha dado como un mazazo en la cabeza”, resumía.

Lorca se convierte en un exiliado primerizo que deja España para olvidar un desengaño amoroso y envites como las críticas recibidas de Luis Buñuel y Salvador Dalí, que retratan al poeta en el cortometraje Un perro andaluz. El origen sureño como ofensa. “Los que él creía sus amigos íntimos”, recuerda Ian Gibson, y conocen en la Residencia de Estudiantes de Madrid “a la gente del sur” como “los perros andaluces”. Igual que Jorge Luis Borges, que endosa a Lorca “andaluz profesional” como insulto.

“Lo más importante es el encuentro de ese poeta excepcional con esa ciudad en ese momento”, explica Antonio Muñoz Molina en el documental. Lorca frente al “vértigo” de la soledad. Una persona “muy protegida” por su familia en Granada que en un salto pasa a ser “un insecto” en la Gran Manzana. Un trayecto con muchas facetas reveladoras: “el gran descubrimiento sexual de Lorca en Nueva York son los negros”, señala Luis Antonio de Villena.

Y de aquel viaje nace Poeta en Nueva York. “Es el mejor libro de poesía que se ha escrito nunca sobre la ciudad de Nueva York”, sostiene el hispanista Christopher Maurer. “Es un poemario fundacional, marca el principio y el fin de una época”, define Valeria Luiselli. Una cumbre literaria que bebe de la efervescencia cultural de Harlem, del estallido del blues y el jazz y del duende de los perseguidos que cambian de gitanos a negros y estallan meses después en la sensualidad incontrolada que Lorca conoce en La Habana.

“El éxito de verdad estaba por venir”, dice Laura García Lorca. “La putada de la muerte de Federico es la ingratitud absoluta de nuestra España sanguinaria”, en palabras de Echanove.

“Mi viaje a Estados Unidos y Cuba supuso una aventura extraordinaria de la que salieron fortalecidas mis ambiciones literarias”, dijo Federico.“Quería ser poeta y sobre todo dejar constancia del teatro de los dramas del pueblo. Y a esa empresa pienso dedicar todos los años de mi vida”, vaticinó. Pero un puñado de fascistas mató a tiros al poeta que buscaba lunas, huellas y cocodrilos por las calles neoyorquinas y las orillas del Río de la Plata.

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