Malasaña Hotel
Fernando Marías acaba de publicar un libro testimonial, desgarrador y bello a la par. Se titula “Arde este libro” y es de una sonoridad intensa. Por sus páginas pasan Lou Reed, Graham Parker, Édith Piaf y Janis Joplin, eso sin olvidarnos de Nacha Pop, el grupo que abrió su concierto en Rock Ola del año 81 con un vídeo clip realizado por el propio Fernando Marías.
Está tan pasado de imaginación que describe un hotel con una puerta abierta al pasado al que bautiza como Malasaña Hotel; una estancia donde se puede fumar y recorrer las calles de entonces, cuando Madrid era una ciudad por descubrir y sus habitantes vibrábamos a cada paso. La Vía Láctea o el Penta son algunos de los sitios de visita obligada en este viaje sentimental que nos lleva a recorrer los rincones más íntimos de un joven Marías, un recién llegado a Madrid que se entrega a la fantasía como valor supremo del mundo.
Fernando Marías apareció por la capital de la Movida dispuesto a ser director de cine y, entre unas cosas y otras, se enamoró de la mujer de su vida, a la que acompañó hasta el final de sus días y más allá aún, pues murió alcoholizada; y fue él, y no otro, quien le enseñó a beber. Así lo confiesa en este libro cuya lectura te deja el pecho cosido de tetilla a tetilla.
Porque siempre hay un principio anterior al principio, y en el principio de todo está el alcohol. Fernando Marías, llevado por un idealismo que nace en la divinidad y que desemboca en la esclavitud, y del que todos participamos en aquella época, decidió emular a los grandes maestros de la literatura. Quiso ser como Poe, Jack London o Dylan Thomas, todos ellos alcohólicos. Como si aplicándonos sus vicios fuésemos a conseguir llegar a ser igual de artistas que ellos, muchos caímos en la trampa.
Lou Reed se presentaba al público sobre el escenario chutándose un pico en vena, y aquello hacía de la heroína un medio imprescindible para llegar a ser tan artista como él. Es sólo un ejemplo, pero lo traigo aquí para que la gente se dé cuenta por dónde iban los tiros de aquella época salvaje que Fernando Marías vivió junto a su compañera en el Madrid de entonces, donde hoy queda la puerta abierta de una memoria que siempre acude en nuestro propio beneficio, sobre todo para redimirnos y, de esta manera, rescatarnos de nuestro pasado.
En el último libro de Fernando Marías -publicado por Alrevés- hay mucha música, ya dije. Llama la atención el disco que grabó Eric Clapton en el año 1975 y que se titula “E. C was here”. Traía una portada pongamos que carnal, donde aparece la espalda desnuda de una mujer a la que han pintado el título con carmín sobre su piel.
Se trata de uno de mis discos favoritos y que contiene, entre otras piezas, una canción donde la voz de Yvonne Elliman llega a sus registros más bluseros y dolorosos cantando “Presence of the Lord”, un tema de esencia religiosa que Clapton grabó en su día con Blind Faith, el grupo que montó con Ginger Baker y Steve Winwood, cuyo único disco traía una indecorosa portada donde una adolescente medio desnuda aparecía con un avión de juguete entre las manos. Yo tuve el vinilo gastado por las dos caras y lo dejé, junto con todos los demás, en una casa donde el dueño me hizo la vida imposible hasta que me largué. En fin.
Las vivencias de Fernando Marías se complementan con las de todas aquellas personas que vivimos los años más salvajes de Madrid. Lo hacen en un universo paralelo donde el encuentro se nutre con discos y libros tan demoledores como este que recomiendo sin que tiemble el dedo cuando hundo tecla. Porque “Arde este libro” no defrauda, y Fernando Marías tampoco.
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