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Eladio Carrión revienta el WiZink entre pogos continuados y tres llenos seguidos al “estilo Woodstock”

El cantante Eladio Carrión durante su actuación en el Wizink Center de Madrid, el 24 de mayo de 2024

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Dentro de unos años, lo más probable es que Eladio Carrión no se acuerde de su fin de semana en Madrid. Las superestrellas internacionales de la música dan tantos conciertos que es fácil confundirse. Sí lo recordarán todos sus fans. Unas 50.000 personas saltaron en los innumerables pogos del artista de trap durante los tres días en el pabellón del WiZink Center de Madrid. El estadounidense de crianza en Puerto Rico colgó el sold out los tres días en el estadio. Había hecho lo propio el jueves anterior en el Palau Sant Jordi de Barcelona y lo repetirá en ciudades como Murcia, Sevilla, Málaga, Valencia, Bilbao, A Coruña y Zaragoza por su gira europea de Sol María, su último álbum.

Hasta 400 metros era lo que se prolongaba la cola desde la entrada del WiZink Center hasta el final de la plaza. La música urbana que hace Carrión es un fenómeno de masas. Eladio Carrión dice de su música que le diferencia el sentimiento que le pone y poder hacer que la gente se sienta identificada. “Ya he visto casi todo el concierto en TikTok. No he podido resistirme”, cuenta Martina García, de 18 años, en la cola, con el nombre del artista boricua y su particular ‘H’ —por Humacao, su pueblo— en los brazos. Junto a su amiga, muestran sus nervios por ver al ganador del Grammy Latino por mejor canción de hip-hop junto a su compatriota y amigo Bad Bunny en Coco Chanel. La expectación porque saliese a actuar también “el conejo” era alta. 

Carrión entra de un salto al escenario. Él es fuerte, corpulento y de voz ronca. Fue nadador profesional en su momento y conserva un físico que le permite estar saltando sin parar durante todo el show. Empieza muy potente con Kemba Walker bajo una luz circular cenital y dos pantallas circulares a los lados. Entra solo, sin DJ ni banda, pero es capaz de transmitir la energía que tienen sus canciones al público brincando y bailando con ellos. Sus lujosas pulseras, reloj y cadena de diamantes con el símbolo de Sauce Boyz (una rosa por encima de una planta de marihuana), su festival de música de hiphop, son una señal de la cantidad de dinero que ha ganado el puertorriqueño con la música, tras haber sido deportista de élite y comediante en redes sociales.

“¿Quién ha venido a pasarla cabrón?”, pregunta Carrión a su público. Los jóvenes enloquecen desde la pista entre gritos y llantos desconsolados por la emoción de ver a su ídolo. Hay una gran presencia centroamericana: ondean las banderas de Puerto Rico, Colombia, Ecuador, México o Venezuela. “¡Qué dices! ¿Hay gente de Humacao aquí?”, para el boricua su show para saludar a unos jóvenes en pista que eran de su pueblo natal. “¿Quién trabaja mañana pero le da igual?”, enfatiza el frenetismo de los asistentes. 

El escenario separaba la pista del front stage. Pero eso no evita que se formen los pogos y los saltos de todos los asistentes con canciones como Gladiator o Si la Calle Llama. Eladio las va tocando todas seguidas, sin pausa, al más puro estilo del trap clásico. El suyo es el trap en español más americano. Para él hacer música es el mayor de sus sueños y lo deja todo en el escenario. Antes de ser la estrella mundial que es hoy, dormía en el estudio o en las casas de sus amigos para poder dedicarse a componer.

A Carrión no le impone la Inteligencia Artificial. Se apropia de ella e interpreta entre risas Mi Primera Chamba, que se hizo viral en redes a través de que un usuario la crease con su voz. Mientras la interpreta, la pantalla grande del fondo reproduce los diferentes memes que los usuarios han ido creando. Continúa mientras sale fuego del escenario con canciones como Tata, Sin frenos, Hugo o El Hokage. 

Una energía casi inagotable

Eladio Carrión rapea todas las frases de sus canciones. Lleva un poco de autotune, pero muy poco para lo que acostumbran los conciertos de música urbana y no usa playback. Para él es vital hacerlo y volcar en el directo todo el sentimiento que puso en la composición. Incluso cuando toca colaboraciones con otros artistas, él canta todas las partes. Siendo el cuarto día sin parar de actuar, eso se nota. No para de sudar durante el concierto y hasta tiene que ir usando una toalla para secarse. “Eladio Carrión”, dice, a la respuesta de “sendo cabrón” [tremendo cabrón], del público, para ir cogiendo aire entremedias. 

Los pogos durante el concierto son constantes y Carrión para el show para recordar a sus fans que “reconozcan sus límites. Si alguien se desmaya que avise y enfóquenlo con el flash para que nos demos cuenta. ¿De acuerdo?”, pregunta. “Ahora prendamos esta pendejada, ¡como si fuese Woodstock!”, los vuelve a motivar con Thunder & Lighting y la canción más reguetonera de Coco Chanel, ambas junto a Bad Bunny, que finalmente no salió a acompañarlo. Europa tendrá que esperar al “conejo malo”.

El concierto continuó con un vídeo de su madre, Sol María, que le da nombre a su último disco. Tocó ser encandilador. “Mi mamá es lo más grande de este mundo”, traslada a su público. Se cambia de ropa —le hacía falta airearse— y se viste con un polo blanco y una gorra gris. Pero rápido vuelve a sudar con TQMQA o La Canción Feliz Del Disco, en colaboración con Milo J. “Mami, yo sé que no canto lindo pero tengo un sentimiento muy fuerte por ti. Te dedico el disco y esta gira que está cabrona”, dice el boricua ante su público. 

Eladio acaba de ser padre, cuadrándole incluso con los premios Grammy. La paternidad le hace empatizar más con su progenitora. Él no habla de drogas o de violencia en sus canciones. Para él es importantísimo lo que transmite a sus fans, muchos de ellos menores de edad.

En el tramo en el que tocó las canciones de su último disco, el concierto bajó un poco el nivel, al menos, en cuanto a intensidad del público se refiere. En un momento, la pantalla cenital baja y empieza a cantar Pelele de su amigo Morad, quien entró en la cárcel el pasado mes de abril por conducción temeraria. “Le mando un abrazo muy fuerte a uno de los mejores”, recordó Carrión. Continuó con Habla Claro y HeavyWeight.

Se hizo el silencio y la gente sabía lo que venía. “M-ba-ppé”; empezó a corear el público. Algunos incluso sacaron la camiseta del futbolista francés que probablemente fiche este año por el Real Madrid. A Eladio Carrión le obsesiona el uso exagerado de los teléfonos móviles y las adicciones a redes sociales. Cuando vino de promoción a España prometió que iba a pedir que no lo usasen en su canción más famosa. “Está bien, les ruego que no saquen el teléfono ahora. Voy a tocarla dos veces. La primera, por favor, gócenla. Luego si quieren saquen los flashes”, pidió a su público. Y la locura se desató cuando empezó la intro de Mbappé. Todo el WiZink comenzó a botar tras dos horas de concierto encima como si saltasen a la comba. Incluso se formaron varios pogos en la pista. “¿Ven cómo pueden disfrutar sin celulares?”, recordó riéndose a su entregado público. “¡Esto solo pasa en el Eladio Carrión show!”, exclamó el artista del sello independiente Rimas. 

Carrión siempre ha reivindicado su orgullo puertorriqueño. Faltaba otra de las más grandes para acabar. “Soy de la H, no la de Travis [Scott]. Yo tengo la salsa flow Héctor Lavoe”, canta para dar inicio a su sesión con Bizarrap. Él fue el primer boricua en colaborar con el productor argentino. La canción acumula más de 220 millones de reproducciones en YouTube. Eladio tiene algo de ambos mundos: nació en EEUU y su primer idioma fue el inglés, pero para rapear usa siempre el español y lleva su orgullo puertorriqueño por bandera. Para clausurar, suelta confeti y fuegos artificiales en el Palacio de Deportes para clausurar su show. “Mil gracias por estos tres días, Madrid”, dice Eladio mientras se marcha corriendo. Tiene que descansar.

En los aledaños del pabellón, la gente sigue motivada con el artista al que escuchan 19 millones de personas al mes en plataformas de streaming como Spotify. “Eladio Carrión, sendo cabrón”, cantan los fanáticos a la salida. El lunes se trabaja, pero parece que acaban de ganar una Champions. 

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