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Cuatro fantásticas para imponerse a los tópicos musicales

Sole, de Le Parody, habla con eldiario.es en el centro de Madrid / Foto: Miguel Campos

Las chicas deben ser dulces sobre el escenario y cantarle al amor. Una buena atmósfera musical es la que rechaza la artificialidad tecnológica. En Navidad, las niñas reciben el piano y los niños la batería. La de road manager es una profesión nómada y salvaje no apta para mujeres de familia. ¿Descabellado? Estas declaraciones bien podrían imitar a las cabeceras publicitarias de la esposa amantísima y el macho alfa de los años 50. Pero en pleno siglo XXI, con Lady Gaga vistiendo filetes sobre la alfombra roja, Beyoncé como la mujer más influyente de la lista Forbes o Adele negándose a encajar en las medidas de la dictadura estética, parece que la variedad está servida y los estereotipos extintos.

Para el consumidor musical medio y acomodado, sí, pueden sonar descabelladas. Es muy difícil generalizar en una escena tan amplia y heterogénea que varía según la coordenada geográfica. Cada industria atesora sus logros y protagoniza sus propias cruzadas. La bañada por el Atlántico, por ejemplo, suaviza las aristas de la “sexualización de las cantantes” y lucha contra la carencia femenina en festivales internacionales, como explican en Billboard. En cambio en España, por antediluvianos que suenen, las mujeres mantienen el pulso a los cuatro tópicos anteriores.

Hace unos meses, un artículo llamado “Machismo gafapasta” situaba en el paredón a la web Diagonal por acusar al incólume indie español de sexista encubierto. El carácter dogmático de la pieza movilizó a los seguidores de los acusados -Los Planetas, Anni B. Sweet o Nacho Vegas- y promovió un carácter conciliador entre las feministas del sector. Si dejamos a un lado el pelotón de fusilamiento que propone la publicación, lo cierto es que el texto subraya unas cuantas verdades. “El machismo en la música es general, debe ser lo único que refleja la realidad social dentro del mundo de fantasía y mentiras que es la música popular. Y el indie no escapa de esta tendencia”. Afortunadamente, gracias a esta punta de iceberg, se hace evidente la necesidad de un cambio de tendencia que ya está siendo capitaneado por las profesionales.

Una campaña valiente, y quizá más silenciosa, forjada con retos personales como los de estos cuatro testimonios. Una artista enamorada del maridaje entre un ukelele y un sintetizador. Una cantante que no cedió ante su pasado comercial y naïf. La batería de un grupo mixto que transmite delicadeza y odio con sus baquetas. Y una road manager al frente de una de las discográficas más influyentes de nuestro país. Cuatro voces poderosas ante un sistema que propaga una lucha de géneros inexistente para esconder la arbitrariedad de sus oportunidades.

Le Parody y la poesía de un sampler

Inmersa en la gira de su segundo disco, Hondo, Sole encuentra un rato para hablar de otra barrera peligrosa en el panorama musical: la del estilo. El sonido de Le Parody no se integra en nada conocido, pero a la vez conforma un todo reconocible. El folklore, los ritmos tribales y una electrónica que hipnotiza son los ingredientes que impiden encasillar a su creadora. Lo que no siempre ha resultado una ventaja. En una realidad donde la tecnología se utiliza para maquillar los defectos del cantante, Sole se aventuró a integrarla como un elemento más de la orquesta. “Para mí la belleza de trabajar con esos instrumentos es como la belleza de la matemática. Que no es inmediata, sino un proceso mental que se consigue dominando y entendiendo a la máquina”.

Estos sonidos inusuales no convencen a los sellos hegemónicos de nuestro país, que prefieren decantarse por una fórmula revisitada que garantiza millones de euros. “Creo que estamos en un momento general en el que se infravaloran las preferencias de la gente”, comenta Sole, defendiendo que en los conciertos la gente baila más su música que la del indie tradicional. “Hay, entonces, una especie de mito de que el público no va a entender y se toma la vía de atontarle con propuestas sencillas y repetitivas. El problema de una gran parte de la gente es que son vagos y se comen lo que les echen”.

Le Parody ve la composición como un sistema de denuncia, especialmente en su último trabajo. “Es mi disco más radical y más denso. Y sobre todo más político porque, aunque ambos lo son, en este me puse más normas para expresarme”. Pese a estar publicado con Warner en España, la cantautora es consciente de que esta irreverencia no está bien vista en los grandes sellos discográficos. “Quizá es que a los artistas con mensaje político tampoco nos interesa tanto entrar en esos circuitos. Y viceversa. Habría que intentar ser mainstream cuando se tiene un discurso político”.

Aunque la gira cuenta con paradas incluso al otro lado del charco, Sole reconoce que todavía queda camino por el que avanzar. Y, pese a que no culpa al “techo de cristal” de entorpecer su ascenso en la industria, reconoce importantes desigualdades de género. “La parte técnica y directiva está totalmente liderada por hombres. He dado más de 200 conciertos y solo una vez tuve una técnico de sonido. Como un 0,5% del total”. Aunque también admite que a veces es fruto de un complejo inculcado a las propias mujeres desde pequeñas. “Creces imitando y no hay apenas modelos que indiquen un cambio de tendencia. Y al final, sin pretenderlo, acabas formando parte de un mundo loco de tareas divididas.”

La (re)percusión de Julia

Pero toda regla es una conjunción de excepciones, y la del caso de Le Parody tiene nombre propio: Julia Hermida. “Seguro que mi madre hubiese preferido que tocase el piano a la batería”. Aunque cada vez son más las mujeres que marcan el ritmo con las baquetas, la batería es un instrumento históricamente -mal- ligado a los hombres. Documentales como Hit so Hard sobre Patty Schemmel, baterista del grupo Hole durante su momento de máximo apogeo, o la publicación feminista Tom Tom Magazine, empobrecen las leyendas urbanas sobre la percusión. Resulta curioso que el argumento más utilizado para respaldar esto nazca de una absoluta ignorancia: la fuerza.

“Todavía sigo llegando a salas donde lo primero que me preguntan es si soy la cantante. La idea que se tiene de un bateria es de un hombre corpulento y con mucha fuerza. Pero no es fuerza, sino resistencia y técnica y lo más importante”, admite la baterista del grupo Rufus T Firefly. Sin embargo, en el panorama musical español no estamos de enhorabuena.

Rufus T. Firefly es un conjunto exótico en el que su baterista y bajo no son hombres. No es de extrañar que Julia Hermida sea citada por varios entrevistados como ejemplo remoto de mujeres a la batería. Existe una escasez de referentes que no hace más que alimentar los prejuicios. “Al principio todas mis referencias fueron masculinas, Jimmy Chamberlin, Keith Moon, John Bonham...pero la primera mujer batería que me dejó impresionada fue Cindy Blackman”. Julia reconoce que la música ha dejado de ser lo importante en este sistema. “Se aprovechan de la gente con talento y la explotan hasta que hay un vacío. Hay que luchar contra todo esto, evolucionar hacia nuevos sonidos y sensaciones”.

Zahara tiene mucho ritmo y no canta en inglés

Si existe un prototipo de criatura femenina en el indie, siempre responde a la misma descripción. Vocalista, rostro dulce y piel de porcelana, comedida y desgraciada en el amor. Buena cuenta de ello puede dar Zahara, que consiguió escapar de aquel producto que modeló Universal en su primer La fabulosa historia de… Es muy posible que esta criatura mainstream termine cayendo en las garras del inglés para ampliar mercado. “Hay artistas españolas que cantan en inglés para proteger sus sentimientos, como decía Russian Red en sus comienzos, pero seguro que otras muchas se lo plantean por un miedo a desaparecer de la industria”.

La jienense encabeza su propio sello desde que pusiese fin a la dañina relación con los grandes dinosaurios discográficos. Es precisamente en este rol directivo donde nota el machismo inherente a esta profesión. “A veces he ido a pagar en un restaurante u hotel y la gente le pregunta a mi equipo: '¿Esta es tu jefa?'. Para mí, reacciones como esta solo me dan pie a seguir adelante y luchar con más fuerza, pero entiendo que para otras mujeres sea intimidatorio”. Además recuerda, como Le Parody, que todo radica en un problema de raíces culturales. “Por desgracia, vivimos en una sociedad en la que se nos ha inculcado el rechazo por trabajar rodeadas de hombres. Aunque esta situación se está normalizando en el transcurso de los años, aún existen mujeres que no se ven en un ambiente así”.

Pese a las rémoras del pasado, Zahara supo reconducir su carrera hacia unas aspiraciones sinceras y afirmar su presencia en varios festivales nacionales. Algo nada habitual en nuestro país, aquejado de un nuevo fenómeno preponderante de las boybands. “Este año había días en los que era la única chica que tocaba. Existe un techo invisible que nos impide a veces dar el paso”.

Gema es nombre de road manager

road managerDe entre todos los falsos paradigmas heredados del sueño americano, el de road manager es quizá el más evocador. La cultura pop nos ha mostrado esas caravanas bestiales donde las bandas cumplían con todos los preceptos de sexo, drogas y rock and roll. En ese microcosmos masculino, la mujer solo era bienvenida en el papel de groupie. Afortunadamente, en ese aspecto nuestras caravanas no recorren la ruta 66 y el papel de manager es cada vez más meritorio y menos sexista. Gema del Valle, al frente de la discográfica Subterfuge Records, es uno de nuestros referentes nacionales con más calado.

“Subterfuge empezó como un fanzine de cultura alternativa en 1989, cuando yo solo tenía 15 años. El fanzine lo acompañábamos con un vinilo de 7 pulgadas con distintos grupos”, cuenta Gema sobre sus inicios en la profesión. En la metamorfosis de este polivalente proyecto en discográfica, Subterfuge enarbola el representar a un buen número de cantantes femeninas influyentes. “Somos de los sellos con más mujeres en el roster de artistas. Ya era así en los 90, con bandas como Undershakers, un grupo de 5 mujeres, o Los Fresones Rebeldes. Actualmente Anni B Sweet, The Bright, Vinila o Luthea Salom, son artistas muy fuertes en la compañía”.

Con un cuarto de siglo a sus espaldas, esta discográfica puede presumir de una progresión meteórica, pero ni eso es suficiente para esquivar la instigación al machismo. “Me ha tocado vivir situaciones en las que nadie se imagina que una mujer sea la responsable del cotarro y creen que eres la novia de alguien o la de los cafés. También me he encontrado con empleados a los que les molesta que una mujer les mande.”, cuenta Gema. Sin embargo, no podemos olvidar que existe una amenaza mayor que mueve los hilos de todas estas polémicas: el dominio del dinero. “Al final los números mandan y da igual que seas hombre o mujer”.

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