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“La odisea de los giles”, “gimnasia” argentina para sobrevivir a las crisis

El actor Ricardo Darín, posa tras presentar su película "La odisea de los giles", en el marco del 67 Festival de San Sebastián.

EFE

San Sebastián —

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Ricardo Darín ha presentado hoy en el Festival de San Sebastián “La odisea de los giles”, una comedia que dirige Sebastián Borensztein en la que un grupo de argentinos que lo han perdido todo tras 'el corralito' se toman la revancha, con la idea de que “ganen alguna vez los que siempre pierden”.

“Los argentinos tenemos la gran gimnasia de atravesar crisis y sobrevivirlas, y volver a renacer; quién sabe si no será ésa nuestra característica principal, renacer todo el tiempo”, ha dicho el actor argentino en una rueda de prensa en la que compareció parte del equipo de la cinta, en la que tanto Ricardo, como su hijo Chino, también en el elenco, participan como productores.

Para entender lo que es un “gil”, explica Darín, hay que pensar en “esos ciudadanos atropellados quien ha sufrido el rigor de la burocracia en cualquier parte del mundo, el que paga primero y reclama después, el que agacha la cabeza y acepta normas que no han sido discutidas apropiadamente”. Aquí, en España, recuerda, los llaman “pardillos”.

“Nos ha pasado a todos, y todos guardamos un poquito esa sensación de ver si algún día ganan los buenos”, apunta Darín para quien “esa problemática que plantea la película es de comprensión automática en cualquier parte del mundo”.

Adaptación de una obra de Eduardo Sacheri titulada “La noche de la Usina” publicada en 2016, “La odisea de los giles” ocurre en un pueblo lejos de la urbe donde un grupo de agricultores crea una cooperativa, cada uno con lo que puede aportar, para comprar una antigua fábrica y relanzar la vida laboral que necesitan para sobrevivir.

Justo en el momento en que van a concretar la operación bancaria se declara el corralito y todo cuanto invirtieron se diluye en la nada; el fracaso tendrá efectos mucho más allá. Y se masca la venganza.

Porque, igual que ocurre en la cinta, explica Darín, lo que da inicio a la historia, el corralito de 2001, “no fue sólo un problema económico financiero. Hubo gente que pasó momentos muy duros, se perdieron vidas, modificado familias, gente que se autoexilió. El dolor acumulado es muy grande”

Borensztein, director y guionista, ha señalado que tuvo que variar la historia original porque en la novela no se sabe hasta el final qué es lo que están organizando -en la película se ve todo el desarrollo-, y también cambiaron algunos papeles femeninos, porque notaron “el desbalance de género”.

“Nos parecía más rico convertir en mujer al personaje de Carmen, que era hombre en la novela, pero no por corrección política”, ha asegurado.

Y porque “tiene que haber igual cantidad de mujeres ladrones que hombres, es por lo que luchamos en el mundo entero, la igualdad en todos los puestos de trabajo”, ha bromeado Darín provocando carcajadas.

Un sentido del humor que en la película surge “sin que los personajes sean graciosos ni busquen la risa”, sino que “vienen como perlitas” ha precisado Chino Darín, uno de los valores de esta cinta, heredera en muchos aspectos de la exitosa “Relatos salvajes”.

Como en aquella, la historia que se cuenta es “muy dramática, pero donde vemos la posibilidad de que haya humor, nos agarramos”, apunta el director.

Y que los argentinos “tenemos tradición en el género chico y lo grotesco (...), que permite reírse y, al instante, estar al borde del llanto. Es algo que nos pertenece, no solo como cineastas, sino como ciudadanos”, completa el comentario el veterano y solvente cómico argentino Luis Brandoni.

En la rueda de prensa se ha planteado la decisión estética del director de apostar por el realismo a la hora de mostrar a los personajes: no son guapos, su piel está quemada por el sol del campo y no les preocupa el guardarropa. Gente “normal”.

Ricardo Darín ha querido precisar que una película “puede retratar parte de la sociedad, pero seria imprudente creer que puede reflejarla a toda”.

En “La odisea de los giles”, dice existe “esa reivindicación de que, de pronto, exista la posibilidad de lograr un tiro para el lado de la Justicia. Esa sensación de reparación que a veces necesariamente sentimos ante las injusticias”.

Boresztein resume que “hay que ver la peli desde la perspectiva de la fábula porque generalmente la gente no tiene ocasión de reparaciones”.

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