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El orgullo de ser casposo

El orgullo de ser casposo

EFE

Madrid —

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Jordi Moltó y Juan Herrera reivindican la “caspa”, “sí, la caspa, que nada tiene que ver con lo cutre”, todo lo que creen es sinónimo de cultura popular y define la idiosincracia española, aquello que nos marca y, en muchos casos, difícilmente entienden los extranjeros, aunque les atraiga.

Moltó y Herrera, guionistas del exitoso programa de televisión “El Hormiguero”, reivindican con humor y mucha mala leche lo popular, la caspa, “lo mejor de España”, aquello que no es “lo oficialmente establecido”, en un libro, “Marca España” (Aguilar), con el que quieren provocar la carcajada e invitar a la reflexión.

“Reír sin pensar es como masticar chicle sin chicle”, coinciden ambos en una entrevista con Efe, al tiempo que niegan que el libro sea un ejercicio de autoflagelación. “Al revés, lo que criticamos es lo que reivindicamos: la esencia de lo que somos y a lo que no podemos renunciar”.

Entre otras muchas cosas, los bares, “el ecosistema ibérico perfecto”, de los que en España hay uno por cada 169 habitantes. Sólo en Andalucía hay más que en Dinamarca, Irlanda, Finlandia y Noruega juntas, destacan los autores, para quienes estaríamos ante “la alternativa ibérica y laica a la misa diaria”.

Un servicio público, los bares, que utilizan a diario una media de ocho millones de españoles, entre los que se encuentran Moltó y Herrera, y que además nos permiten ahorrar en psicoterapia. “Son un magnífico mecanismo de socialización horizontal; allí coinciden obreros y empresarios,...”.

Frente a sinvergüenzas y corruptos, los autores de “Marca España” defienden al pícaro, una especie de la fauna ibérica que ha evolucionado a lo largo de los siglos. Tres ejemplos ilustran, a su juicio, cada una de las tres categorías: el pícaro pequeño Nicolás, el sinvergüenza Iñaki Urdangarin y el corrupto Jordi Pujol. “El primero cae simpático y a los otros dos se les odia”, dicen.

“Si tienes -insisten Moltó y Herrera- una granja de gallinas, el pícaro te puede robar dos huevos, el sinvergüenza te roba la gallina para sobornar al corrupto y éste te roba la granja entera”. Más claro el agua.

Escrito “desde el amor a nuestro país”, sin chauvinismo ni patrioterismos trasnochados, el libro pone en valor lo español, “con sus luces y sus sombras”, desde una visión crítica y guasona de todo aquello que nos hace ser y sentir.

“No tenemos -afirma Juan Herrera- motivos para sentirnos avergonzados. Ahora bien, es conveniente reflexionar en profundidad sobre cuáles son nuestros valores y cuáles nuestros defectos”.

Entre estos últimos, no se encuentra, están convencidos, el tan manido carácter “chapucero” del españolito. “Los hay, sí, como en cualquier otro país, Alemania por ejemplo, pero son más los que trabajan con un rigor extraordinario. Esa es la realidad. También hay cosas que hacemos mal y otras muy mal”.

“Si realmente fuéramos un país tan desastroso, atrasado y corrupto como creemos y nos hacen creer, al girar los grifos no saldría agua, ni habría luz en las bombillas ni médicos y enfermeras en los hospitales”, sostienen.

Herrera y Moltó ponen en valor la dieta mediterránea en un país “en el que casi la mitad de su población tiene sobrepeso” -“el futuro nos depara un país lleno de habitantes con forma de botijo, ese gran invento español”- y reivindican los cocineros con aspecto de eso, de cocineros, “es decir entraditos en carnes”, frente a aquellos que “nos han vendido humo, humo esferificado” y “se llevan de calle” a las mujeres bellas.

Aplauden las corridas de toros, “como el hilo del tanga, su principal función es separar dos universos”, el de los que están a favor y los que están en contra, el fútbol, a pesar de la contradicción que supone contratar a los mejores futbolistas mientras “tienen que irse los mejores científicos y cirujanos”, el flamenco y la lotería, que parece, según dicen, llevamos en el ADN.

“La tenemos tan metida en nuestros huesos que la hemos identificado con los principios de vida y muerte. Cuando alguien sobrevive a una muerte segura -escriben- le decimos que le ha tocado la lotería y al alumbramiento le llamamos salir del bombo”.

Y de vuelta al deporte rey, “es a la Marca España lo que el aceite a la mahonesa: la sustancia que liga la salsa”, a “nuestra pasión” nacional, los autores hablan de la necesidad de conducirnos por la vida como los jugadores se mueven por el césped: al ataque y con mucho arte.

“Somos el resultado de nuestra historia”, un pueblo vitalista que “pasa enseguida de ser la hostia a merecerse dos hostias. Tenemos ese punto, pasar de un extremo a otro en cuestión de segundos”, concluyen ambos guionistas televisivos.

Ello a pesar de las muchísimas contradicciones que también nos caracterizan. Un ejemplo: “¿Cómo definir algo (las romerías) que aúna caminatas, comida y bebida, sexo, música y baile, con la inexcusable dimensión religiosa?”.

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