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A la reconquista de la definición de 'Reconquista'

En este cuadro de Francisco Pradilla de 1882, un encargo del Senado español que se conserva en sus fondos, se recrea 'La rendición de Granada' para representar "la unidad española", según la carta de petición

Peio H. Riaño

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Una dictadura es un asalto a la realidad y la verdad, al presente y al pasado, de la que no se libran ni los diccionarios. Han pasado casi 50 años de la muerte de Francisco Franco y en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) hay términos pendientes de hacer la Transición. La definición de “reconquista” es uno de ellos. La segunda acepción dice: “Recuperación del territorio hispano invadido por los musulmanes en 711 d. C., que termina con la toma de Granada en 1492”. Es una versión de 2014 (en su revisión número 23), pero no se considera una definición histórica correcta.

Dos historiadores han iniciado una campaña para que la RAE reaccione y supere un anacronismo que la historiografía ha desterrado hace décadas. Una de ellos es Ana Isabel Carrasco Manchado, profesora titular de Historia Medieval en la Universidad Complutense de Madrid, autora de una decena de libros de referencia sobre Al-Andalus, el Islam y la Corona de Castilla. El otro es Alejandro García Sanjuán, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Huelva, especializado en la historia de Al-Andalus y con numerosos ensayos en su haber, entre ellos La conquista islámica de la Península Ibérica y la tergiversación del pasado (Marcial Pons, 2013). A los pocos días de su lanzamiento, ya han reunido un centenar de adhesiones de académicos de varios países (Francia, Reino Unido, México, EEUU o Chile) de disciplinas como las ciencias sociales, la antropología, las ciencias políticas, los estudios árabes y, claro, la historia. En España, los firmantes pertenecen al CSIC y a 26 universidades diferentes, por el momento.

Los académicos han pasado a reclamar a la RAE el cambio en el diccionario, como un paso más dentro de una reivindicación que viene de lejos: el propio García Sanjuán publicó en este periódico, en 2018 y en 2021, sendas tribunas alertando de que la “vinculación” de la Reconquista con España constituye “el resultado de una lectura identitaria del pasado, sesgada y tendenciosa”, y que el término se ha asentado en la agenda ideológica de la ultraderecha.

Una propuesta histórica y no ideológica

Los impulsores del escrito aclaran que la acepción de “reconquista” que el diccionario señala por antonomasia “no refleja el desarrollo científico del conocimiento historiográfico ni su uso admitido por la mayor parte de la crítica histórica”. Para estos especialistas y todos los que ya se han adherido a la causa, es “una definición obsoleta y desactualizada”.

“Para la crítica histórica de hoy en día, 'Reconquista' es una noción historiográfica con la que designar cierta ideología de legitimación de la expansión y conquista llevada a cabo por los poderes cristianos peninsulares sobre el territorio musulmán”, cuentan Ana Isabel Carrasco y Alejandro García. Es decir, “no es un período histórico sino un discurso ideológico”.

Proponen a la RAE y a la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) que considere una definición alternativa a la actual en la voz “reconquista”. La versión se ha construido a partir de los estudios e investigaciones historiográficas que desde hace décadas tratan de neutralizar el franquismo en la narración del pasado y quedaría así: “Noción historiográfica correspondiente a una ideología legitimante de la expansión y conquista de los poderes cristianos peninsulares sobre territorio musulmán”.

Historia de una definición

La Reconquista es una idea que crea la historiografía nacionalista en el siglo XIX y que recupera el franquismo, tras pasar la República sin ser cuestionada. Hasta entonces no existió, ni comenzó con el alzamiento de don Pelayo en Covadonga contra los árabes, en 718, ni terminó con la toma de Granada por los Reyes Católicos, en 1492. Es un invento que utilizó la “cruzada” de Franco para vincularla a la “recuperación del territorio español”.

Fue con la edición número 16 del Diccionario de la Lengua Española, realizada en 1936 por la Academia (todavía bajo el Gobierno de la Segunda República), que la RAE añadió la segunda acepción a la voz “reconquista”. En la reimpresión de 1939, ya bajo la dictadura, se reimprimió. “La ideología nacionalista del XIX, en ese sentido, perduró durante la República y se aprovechó con el franquismo”. De esta manera, se construyó una relación explícita de la palabra con el pasado medieval de la península ibérica. La definición quedó de esta forma: “La recuperación del territorio español invadido por los musulmanes y cuyo epílogo fue la toma de Granada en 1492”.

En la última versión, la de 2014, se introdujo un ligero cambio y se sustituyó la idea de “territorio español” por la de “territorio hispano”, un cambio que atenúa la dimensión “fuertemente españolista de la versión de 1936”, dicen los historiadores. No es suficiente. La historiografía científica actualizada ya no sostiene que “reconquista” se use como sinónimo del período histórico medieval hispano, ni tampoco la define como un proceso de expansión conquistadora de ocho siglos de duración.

Una historia franquista

La tergiversación del pasado ha sido recuperada ahora por Vox. “La Reconquista aún hoy no ha terminado”, declaró hace dos años Javier Ortega Smith, secretario general del partido de ultraderecha. La amenaza la lanzó a la puerta de la Capilla Real de la Catedral de Granada, donde están enterrados los Reyes Católicos. Aquel día demostró que la idea de la reconquista es una ficción partidista. La manipulación histórica del partido también ha sido esgrimida en el Congreso de los Diputados.

El pasado febrero, la comisión de Cultura y Patrimonio Histórico del Parlamento andaluz aprobó, a petición de Vox, la declaración del Día de la Toma de Granada, que se celebra el dos de enero, como Bien de Interés Cultural (BIC) y a proceder a su inscripción como tal en el Catálogo General del Patrimonio histórico de la comunidad autónoma. Pero el parlamento rechazó (con los votos en contra de PSOE, Ciudadanos y Unidas Podemos y la abstención del PP) promoverlo como festivo nacional. La justificación del partido fue “poner en valor su relevancia histórica y cultural para el patrimonio andaluz”. Para los ultraderechistas, la izquierda niega “las raíces, la cultura y las tradiciones” del pueblo andaluz. “Pretenden fundamentar la identidad andaluza en oposición a la victoria de los Reyes Católicos sobre los reinos islámicos”, aseguraba entonces Vox.

“La historia se está instrumentalizando por intereses políticos espurios y está llegando a las instituciones públicas, que hacen un discurso de la historia medieval tergiversado”, explica Alejandro García. Cree en la responsabilidad social de los historiadores para frenar la utilización “patriotera” del pasado. “Es una vuelta a la narrativa franquista”, indica. Antes de esta regresión institucional a un pasado instrumentalizado, los dos historiadores ya habían puesto en marcha su iniciativa, que esperan enviar a la RAE en las próximas semanas con los suficientes apoyos.

Carlos Ayala es catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid y aclara que “reconquista” es una palabra nueva, no medieval. Que nació connotada ideológicamente, con profunda marca nacionalista. “Es absurdo y anacrónico mantener esa acepción porque no obedece a la realidad. La llamada 'Reconquista' no es un hecho histórico, sino un discurso ideológico que se creó a finales del IX para justificar una guerra. Pero pensar que la guerra entre cristianos y musulmanes duró 800 años es una visión simplista y falsa. Fue una propaganda muy efectiva en su momento, que se recupera en el siglo XIX con nuevos fines nacionalistas”, comenta a este periódico.

Para los historiadores medievalistas consultados por este periódico, lo que más preocupa de este mal uso del término es el talante ideológico de la expresión. Determina que el islam fue un accidente y una agresión que hubo que superar y no una parte sustancial de nuestra identidad cultural. Es un término acuñado en una dirección poco deseable, según los especialistas, porque trata al islam como el motivo que retrasó el nacimiento de España. No había ninguna España que recuperar.

Un Diccionario que evoluciona

No sería la primera vez que la RAE atiende a las peticiones de la sociedad civil. En 2017 la expresión “sexo débil” fue actualizada y dejó de tener ese sesgo machista que la definía como “conjunto de las mujeres”, a secas. Hoy es el “conjunto de mujeres usado con intención despectiva o discriminatoria”. Las enmiendas o matizaciones modifican de forma habitual las acepciones de las palabras recogidas a lo largo de los años. También ocurrió en 2015, cuando los académicos entendieron que la sociedad no definía “gitano” como “trapacero”. Se incorporó una nota a la acepción en la que se aclaró el uso “ofensivo y discriminatorio”.

La lengua como la historia evolucionan en función de los usos y estudios. Como explican los investigadores medievales: “Todos los historiadores somos presentistas, porque estamos en el presente. Pero no todos somos igual de rigurosos con el pasado”, matizan. Para entender nuestro pasado, hay que saberlo nombrar adecuadamente y esa es la responsabilidad del historiador. “No puedes ser un buen historiador si no cumples con tu compromiso social. Hay que hacer tu trabajo con honestidad y combatir el mal uso de la historia y del pasado. No sé si tendremos éxito en nuestra reclamación, pero al menos debemos dejar constancia del error y debatirlo entre todos para dejar testimonio de que no estamos de acuerdo”, sostiene Ana Isabel Carrasco, optimista con que la RAE escuche a la academia historiográfica y enmiende el error.

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