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Ideales y ocurrencias

Javier C. Fernández

Militante del PSPV-PSOE —

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Inmersos en la recta final de la campaña a las Primarias el PSOE, los candidatos se afanan por lograr el mayor apoyo posible entre la militancia.

Patxi López centra su discurso en la unidad del partido y en la loable intención de evitar el choque de trenes. No ha calculado que con su estrategia se ha colocado en una situación de inferioridad manifiesta respecto a los otros dos principales candidatos. No ha querido ser tren, ni locomotora en vanguardia de un cambio, sino que se ha convertido en una especie de vía muerta a la que desviar el impulso de los otros candidatos en medio de la nada ideológica y en donde poder recoger los temerosos votos de la hipotética escisión del Partido.

Por su parte, Pedro Sánchez nos presentó un documento de 168 puntos. En él se desgrana la idea de la nueva social democracia española y europea. Se puede argumentar, y con razón, que es un documento incompleto y utópico. A lo primero se responde con que es un documento abierto a cualquiera que quiera aportar, corregir o enriquecer sus contenidos; y lo segundo se responde por sí mismo: los socialistas en general, y buena parte de los militantes en particular, estamos hartos de ser meros ejecutores de “lo posible”, y queremos ser los protagonistas en la creación, por la izquierda, de una nueva sociedad que centre en la persona la acción política y que cualquier poder, sea éste fáctico, económico o mediático, esté supeditado a ella.

Y Susana Díaz. Que nos presentó su candidatura con un discurso entretejido por la trama de las derrotas electorales y la urdimbre de su “psoeísmo” al 100%. Demasiado simple. Ese tejido no calaba en la sensibilidad del militante de izquierdas y su fluir pasaba de largo. Había que taponar tanta fuga, y ahí comenzaron sus “ocurrencias”.

Del “Partido ganador” del principio de campaña, se ha pasado al actual “no quiero ganar por ganar”. Es de suponer que si la candidata Díaz gana las primarias y, subsiguientemente, lograra alcanzar la Presidencia del Gobierno de España, realizará las mismas políticas que está ya poniendo en práctica en Andalucía, Comunidad Autónoma que gobierna desde el 2013. Estos son algunos de “sus logros”, que la lealtad y la responsabilidad como militante del PSOE, me obligaban a soslayarlos, pero que es el momento, aquí y ahora, de hacerlos públicos:

- La Tasa de Riesgo de Pobreza y Exclusión Social se ha incrementado en 10 puntos desde el 2008, hasta situarse en el 41.7% (fuente INE, 2016).

- En el Tercer Trimestre de 2016, Andalucía alcanzó el número 2 en el ránking… de desahucios (fuente CGPJ).

- Andalucía es la segunda Comunidad Autónoma que dedica menos recursos per cápita a los servicios públicos fundamentales (fuente Fundación BBVA, 2015).

Sin comentarios.

Otra de sus ocurrencias es la más reciente de “no hablar mal de los compañeros”. Evidentemente, o a los que avalamos y vamos a votar a Pedro Sánchez no nos considera compañeros, o bien, como Secretaria General del PSOE-A, ha de abrir expediente de forma inmediata al compañero Heredia, a no ser que el calificativo de “hija de puta” sea una particular forma de expresar cariño hacia Margarita Robles. En este mismo sentido, y dado su innegable poder de convocatoria entre las élites del Partido y su, para algunos, ascendente casi divino, le recomiendo que esa idea de no hablar mal de los compañeros no la dirija a los pocos cientos de militantes que asisten a sus actos, sino que la encamine a quienes un día sí y otro también aparecen en los medios de comunicación arrogándose la representación territorial de las distintas federaciones del Partido o la responsabilidad orgánica del PSOE, a través de la malhadada Gestora que se constituyó aquél 1 de octubre.

Ocurrente, también, además de irreal e imposible, es intentar convencer a la ciudadanía de la posibilidad de constituir un gobierno del PSOE, sin la colaboración de las otras fuerzas de la izquierda española, calificando cualquier intento de acercamiento entre fuerzas afines de seguidismo podemita. Sabemos sus preferencias por pactar con opciones políticas liberales, y sabemos su afición a la contradicción de atacar al Partido Popular al tiempo que abogó, en aras de un sentido –o sinsentido- de Estado, por la constitución de un gobierno del mismo partido sin ser necesario, como están demostrando las conversaciones existentes entre las fuerzas ideológicamente afines tendentes a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.

Y ocurrente es su visión decimonónica de la ordenación del Estado, quién sabe si más preocupada del reparto de los Fondos de Compensación Interterritorial, que de dar cumplida respuesta a los problemas de identidad nacional de cada uno de los territorios que conforman España. Si para la compañera Díaz el problema de la construcción del Estado se reduce a una cuestión de “acentos”, no nos extrañe que tenga la “ocurrencia” de sugerir a la Real Academia de la Lengua la supresión de los mismos.

Tendremos tiempo hasta el día 21 de confrontar ideales y ocurrencias. Éstas, enmascaradas en una batalla de números y avales, aquéllos resumidos en una sola frase: “el PSOE estará tan a la izquierda como sus militantes quieran”.

A trabajar, compañeros.

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