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Cuando la farsa acabe

Xavier Ribera Peris

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“Aprendràs a mirar calladament

el que fan els qui tens al teu costat

i, si no vols morir tot ignorat,

faràs la força amb ells completament.”

Emili Rodríguez-Bernabeu, 1972

Hoy por hoy la perentoriedad del acuerdo de mínimos no se discute. Vamos al cómo. La mujer y los hombres de negro que forman la tropa parlamentaria del PP, pretenden que el Gobierno Sánchez- Iglesias muerda el polvo. Sin embargo ya han sentido el vértigo de pasarse de frenada. ¿Más importante superar el coronavirus o reconquistar el poder? ¿Instrucciones de los grupos de influencia que los pusieron y los mantienen? No vayáis demasiado deprisa si no queréis acabar, como Albert Rivera, en brazos de Malú.

Estrategias

Hay dos estrategias posibles en términos de lealtad. La nada leal de Vox: al enemigo ni agua. O combinar colaboración y odio, en la adecuada medida, para no cercenar sus oportunidades. Guantes de seda—“la dulce mano que acaricia y mata…” de Jacinto Benavente-- para llegar al final desgastando a Pedro Sánchez versus Pablo Iglesias. Indemnes para recoger el testigo y alzarse con el poder que ventean en España. Misión a cumplir. Dos líderes se disputan el protagonismo: la marquesa de Casa Fuerte, Cayetana Álvarez de Toledo y el impetuoso caballero palentino, Pablo Casado. Heredero varón de la obediencia a José María Aznar - FAES.

Firmamento

Sin ignorar el papel de los satélites que corrigen su órbita en función de las fuerzas dominantes. Entre los planetas destacan, los partidos nacionalistas (PNV, ERC, Junts xCat y disidentes, las confluencias gallegas, las Cup, Bildu, los de Colau-Podemos). Otras constelaciones asimétricas: Ciudadanos en desintoxicación, los cántabros de Revilla, Teruel Existe, las disidencias canarias, aragonesistas y la expresión valenciana de Compromís (valeroso Joan Baldoví) en proceso de repristinación. En clave valenciana no se duda del papel que representará el PSPV, con Ximo Puig al frente. Todo menos romper la camaradería Generalitat- Ferraz. Compromís tiene el tiempo tasado. La prueba de fuego de la financiación justa, cada vez más lejos de convertirse en realidad. Compromís no es una formación nacionalista. Coqueteó con U. Podemos de la mano de Mónica Oltra. El bloque de Pablo Iglesias, con sus reales en el Consell valenciano, capitaneado por el vicepresidente Rubén Martínez Dalmau. Se cimenta con sus raíces de Esquerra Unida PV (Rosa Pérez Garijo, consellera). Serio desafío para Compromís a la hora de redefinir y afirmar su futuro.

Nicho

¿Cuál es el espectro ideológico-electoral que le queda a Compromís- Bloc- Iniciativa? Brumoso si no incide en el factor diferencial: el compromiso para afianzar las señas de identidad del País Valenciano. Carente del perfil “almogàver”, Compromís—y por tanto sus electores- puede asimilarse al PSPV( dentro del PSOE ), con U. Podemos-- hermanado en pro del estado central de beneficencia-- o con la diáspora de variantes vascas o catalanas(antiguos simpatizantes convergentes, los cuatro del taxi de ERPV, Demòcrates Valencians -- Càndid Penalba / Lluís Bertomeu-- y disidentes varios). Compromís, si se supera la tragedia del virus, está en peligro. Envuelto en la atmósfera de “germanor” que se pretende propagar en torno a Ximo Puig y su camarilla. A costa del Covid-19, Compromís aparece como un miembro más de la nueva hermandad, por los mal llamados “nuevos pactos de la Moncloa”. Ahí tiene Joan Baldoví un primer caballo de batalla. Mejor “Pactos de Roncesvalles” o “de Villalar”, batalla donde estrellaron su dignidad los comuneros castellanos en abril de 1521.

Uniformismo

A pesar de los informantes del periodista catalán Enric Juliana – analista de política española para La Vanguardia—la Comunitat Valenciana no es un remanso de paz y camaradería. No existe tal país idílico que nos pintan. Los políticos y los autoproclamados voceros de la “sociedad civil” cometen un deliberado error de bulto. Se engañan a sí mismos. Han transmitido una imagen amañada de la estratificación del País Valenciano. Albert Camus, desde su ética radical, advirtió que “en política son los medios los que deben justificar el fin”. Olvido grave para una sociedad, la valenciana, a la que no se le hace ningún favor, metiéndola en un estado de placidez que no le corresponde. Cada territorio ha de encontrar la solución a sus problemas a partir de su realidad social y existencial. Un caballero de la intelectualidad valenciana, Martín Domínguez Barberá lo explicó con claridad: “Una política cada vez más centralista y carente de sensibilidad para las particularidades fecundas de las Españas; las reacciones o conformismos casi suicidas, más o menos justificables y oportunos, frente a ese uniformismo, tan distinto de la verdadera unidad.”

Farsa

Hay farsa en la conveniencia de pintar, con torpes brochazos, la armonía irreal. La burda imagen de que aquí, empresarios-- grandes y pequeños--, políticos -- de centro, izquierda y derecha--, sindicatos – de aquiescencia forzada—,universitarios ¿de qué Universidad?, intelectuales, artistas y peones culturales, todos van de la mano. Satisfechos con el discurso integrista hacia la pax autonómica, que nos ha de conducir a la recuperación económica y social. Empresarios—¿ qué empresas y comercios representan?, sanitarios ¿de qué sistema de salud?, políticos ¿de qué partidos?, trabajadores ¿de qué dialéctica laboral? Y víctimas culturales ¿del arte, la edición, la música, la literatura, sin futuro ni presente? Así la Comunitat Valenciana que nos imponen se aleja de la realidad. Se falsea.

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