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Un año del mortífero naufragio del Jónico: Grecia aún no ha investigado los hechos pese a los indicios de negligencia

Imagen del barco que, abarrotado de personas, se hundió este miércoles frente a las costas griegas.

Queralt Castillo Cerezuela

Atenas (Grecia) —
13 de junio de 2024 22:00 h

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Mohammed es de origen palestino, pero nació en Siria. Habla por Whatsapp desde la sala de espera donde hará, en unos minutos, la segunda entrevista que se requiere para solicitar el asilo en Europa. Desde octubre, su Tik Tok está lleno de referencias a lo que está sucediendo en la Franja de Gaza. Banderas palestinas en todos los posts. Hace justo un año que llegó a Grecia a bordo del 'Adriana', un pesquero que había zarpado de Tobruk, al este de Libia, y que se hundió la madrugada del 13 al 14 de junio de 2023 ante la costa del Peloponeso con unas 750 personas a bordo.

Él fue uno de los 104 supervivientes de aquella tragedia, una de las más mortíferas en el Mediterráneo. Tan solo se recuperaron 82 cuerpos, de los cuales se pudieron identificar 58. El barco se hundió en la fosa de Calypso, el punto más profundo del Mediterráneo, con personas procedentes, sobre todo, de Siria, Pakistán y Egipto. En el pesquero también viajaban mujeres y niños/as, pero lo hacían en bodega: no se pudieron salvar.

Ha pasado un año de aquella pesadilla y ahora Mohammed vive en uno de los centros de recepción e identificación de Países Bajos; concretamente en un barco: el MS Galaxy, atracado en el puerto de Ámsterdam y contratado por el Gobierno holandés para alojar a solicitantes de asilo. Tiene una capacidad para mil personas. Los miércoles son día de supervisión de las habitaciones: le toca recoger y poner orden. Aún no tiene los papeles en regla, así que no puede ni trabajar ni estudiar, pero está en ello.

“Está costando mucho porque aquí en Holanda hay muchos refugiados, pero no puedo hacer nada más que esperar. Creo que en un par de meses ya tendré mi carnet de identidad listo y podré trabajar. Para alquilar una casa tendré que esperar un año, me han dicho. Estoy mucho mejor que hace un año y mejoraré”.

Su inglés ha mejorado considerablemente: el año pasado apenas podía articular una frase y ahora fluye sin problemas. “Lo aprendo en la calle y en los trabajillos, espero poder ir pronto a la escuela”, explica. Está contento y le da gracia a Dios por estar vivo, pero también lamenta los obstáculos que se ha encontrado en Europa. No le resultó fácil salir de Grecia: primero lo intentó desde el aeropuerto de Atenas con un pasaporte falso, pero le pillaron. Luego se fue a Santorini, para intentar volar hacia Holanda, pero la policía le pilló de nuevo.

“En Santorini estuve un par de días en el calabozo y volví a Atenas”, explica. “Le dije al contrabandista que no lo iba a intentar de nuevo, pero me convenció para intentarlo una última vez”. Y a la tercera fue la vencida: viajó hasta la isla de Corfú y allí pudo coger un vuelo hasta Eslovaquia. “Dormí en la calle una noche y luego pude coger un vuelo a Holanda”, cuenta.

Reconoce que en el centro holandés está en mejores condiciones que en Centro de recepción e identificación de Malakasa, adonde fueron trasladados los supervivientes tras el naufragio y que se encuentra a unos 40 kilómetros de Atenas. “Decidí ir a Holanda porque había investigado mucho sobre este tema y, francamente, la falta de racismo es lo que más me hizo decidir venir hasta aquí”, explica.

Mohammed es uno de los 40 de los 104 supervivientes que el pasado mes de septiembre presentó una denuncia penal ante el Tribunal Naval del Pireo para pedir que se inicie una investigación independiente sobre la actuación de los guardacostas griegos durante el naufragio. Ahora son 53 los demandantes

Más de 6.000 dólares para llegar a Europa

El 16 de abril de 2023, Mohammed cogió un vuelo desde Damasco con destino a Bengasi, en Libia, por el que pagó 1.500 dólares (unos 1.394 euros). Un amigo suyo había hecho el mismo trayecto hacia Italia y él, cansado de su situación, decidió hacer lo mismo. En Libia tuvo que pagar 100 dólares adicionales para ser trasladado de Bengasi a Tobruk, donde tuvo que quedarse hasta 45 días en una casa repleta de gente antes de embarcarse en el 'Adriana'. Por el viaje hasta Italia, su familia pagó unos 4.500 dólares (unos 4.183 euros).

Mohammed fue uno de los afortunados en el naufragio y pudo salvarse, pero aún le cuesta mucho hablar de lo que sucedió aquella madrugada. Ahora mira hacia el futuro con optimismo. “Ojalá pueda visitar pronto España. Por lo pronto me gustaría ir en coche unos días a Bélgica con un amigo; pero, claro, aún no tengo papeles. No sé si me cogerá la policía”, dice risueño. Mohammed es uno de los 40 de los 104 supervivientes que el pasado mes de septiembre presentó una denuncia penal ante el Tribunal Naval del Pireo para pedir que se inicie una investigación independiente sobre la actuación de los guardacostas griegos durante el naufragio. Ahora son 53 los demandantes.

“Aún me cuesta dormir”

Ruxeyan Adil, de 23 años y natural de Kobane, en el Kurdistán sirio, es otro de los supervivientes. Ahora vive en un centro de acogida para solicitantes de asilo en Bremen, en Alemania, adonde llegó el 12 de septiembre de 2023 gracias a las gestiones de las abogadas de Refugee Support Aegean (RSA).

Escogió Bremen porque su hermana vive en esta ciudad, pero no le puede acoger en casa porque vive en un apartamento demasiado pequeño. “Y ella está muy ocupada porque estudia y trabaja”, añade. Aún así, se ven con frecuencia. Ruxeyan también tiene otro hermano en Alemania, pero vive en Düsseldorf. Reconoce que las condiciones y su vida en el centro de Bremen son mucho mejores que en Malakasa y está contento porque acaba de entregar una solicitud para continuar con sus estudios.

En Kobane, Ruxeyan, en cuyo libro de familia pone que tiene 25 años, también estudiaba: Biología. Ahora, espera poder tener los papeles en regla para continuar con sus estudios. También espera otra cosa: poder conciliar el sueño por las noches. Desde el naufragio, tiene problemas para dormir. “Y eso que tomo pastillas”, matiza el joven. Desde que llegara a Alemania hace terapia para poder gestionar lo que vivió la madrugada del 13 al 14 de junio, en la que perdió a su primo Kamran Ahmed, que iba con él en el 'Adriana'. Quiere dejar atrás “el pasado”, “empezar de nuevo”, “volver a tocar el laúd” y “dejar de tener miedo”.

“Me gustaría tener una vida tranquila y en paz, sin sorpresas ni aventuras”, pide Ruxeyan sin grandes pretensiones. En Bremen está acompañado de su amigo Azad, también de Kobane, y que se embarcó con él en el pesquero.

Un año sin respuestas

“Es inadmisible que, un año después de esta horrible tragedia, la investigación sobre la posible responsabilidad de la Guardia Costera Helena apenas haya avanzado. Necesitamos ver un proceso creíble para la rendición de cuentas y el fin del ciclo de violencia e impunidad en las fronteras de Grecia”, ha expresado Judith Sunderland, directora asociada para Europa y Asia Central de Human Rights Watch, ahora que se produce el primer aniversario de la tragedia.

Un año después, las preguntas alrededor del naufragio continúan abiertas. El relato de la Guardia Costera Griega y el de los supervivientes continua sin coincidir y las investigaciones llevadas a cabo por organismos como Amnistía Internacional, Human Rights Watch o Forensic Archicture contradicen la versión oficial: los guardacostas griegos no solo no socorrieron al pesquero cuando debían, sino que podrían haber causado de manera directa el hundimiento del barco durante la maniobra que se llevó a cabo para remolcarlo.

Los supervivientes, que tras la tragedia concedieron numerosas entrevistas a medios internacionales, mantienen que el 'Adriana' colapsó cuando se les intentaba remolcar a aguas internacionales, es decir, mientras se llevaba a cabo una devolución en caliente.

Los guardacostas griegos, que apagaron las cámaras de seguridad que deberían haber grabado el rescate, como manda la ley, niegan esa versión; también niegan haber requisado los dispositivos móviles de los supervivientes, desde donde se habría grabado la maniobra.

Si bien desde distintos organismos internacionales y desde la misma Comisión Europea se ha pedido una investigación independiente y que se asuman las responsabilidades, el Gobierno heleno no ha movido ficha para llevarla a cabo, al menos de momento. Este viernes hay convocada una manifestación en Atenas para pedir una investigación justa sobre el suceso.

Los 9 de Pylos

Tras el naufragio, se arrestó a nueve personas que iban a bordo del 'Adriana', a quienes se conoce como 'los 9 de Pylos'. Pasaron 11 meses en prisión preventiva y el pasado 21 mayo se produjo el juicio en el Tribunal de primera instancia de Kalamata, en el Peloponeso. Se les acusaba de pertenencia a organización criminal, transporte no autorizado de personas extranjeras y entrada en territorio griego y se les imputaba la responsabilidad del naufragio “con peligro para la vida humana y con resultado mortal”.

Contra todo pronóstico, todos los cargos fueron retirados después de que el tribunal se declararse incompetente: en el momento del naufragio, el pesquero se encontraba en aguas internacionales. Sin embargo, y a pesar de haber quedado oficialmente en libertad, los 9 de Pylos fueron detenidos de nuevo bajo el pretexto de que había posibilidad de huida mientras esperaban la solicitud de asilo. Ahora, ocho de ellos están en libertad, pero hay uno que continúa bajo detención administrativa.

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