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Grecia arranca con la semana laboral de seis días impulsada por el Gobierno conservador de Mitsotakis

El primer ministro griego. Kyriakos Mitsotakis

Queralt Castillo Cerezuela

Atenas —
3 de julio de 2024 09:48 h

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La reforma laboral aprobada por el Ejecutivo griego el pasado mes de septiembre y conocida como la “Ley Georgiadis” se ha puesto en marcha en el país heleno. Desde el 1 de julio, ya hay trabajadores y trabajadoras a quien se les ha impuesto una sexta jornada laboral con un recargo de un 40% sobre la base salarial diaria. Las personas trabajadoras no se pueden negar a hacer esta sexta jornada de trabajo. La medida, polémica y en contra de las tendencias que se están dando en otros países de la Unión Europea —como en el Estado español— busca, según el Gobierno griego, mejorar la competitividad y suplir la falta de trabajadores cualificados.

En un primer momento, el entonces ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Andonis Georgiadis, actual ministro de Salud, aseguró que se trataba de “una medida excepcional y siempre en base a las necesidades de producción”, pero los principales sindicatos del país temen que esta nueva medida se convierta en la norma: “Abre las puertas a jornadas laborales más largas y perjudica a la clase trabajadora”, aseguraron en su momento.

“Volver a las condiciones laborales del siglo XIX es una vergüenza para el país”, han declarado desde Syriza, el principal partido de la oposición. Hay que recordar que la reforma fue aprobada gracias a la mayoría absoluta del partido gobernante, Nueva Democracia, pero con el resto de formaciones parlamentarias en contra.

De momento, la ley se está empezando a introducir en el sector industrial en aquellas empresas de producción continuada, es decir, que produzcan las 24 horas del día y con base en las necesidades de producción. La ley, que también está pensada para que en un futuro se pueda aplicar al ámbito de la restauración, entra en conflicto con algunos de los pocos convenios colectivos que quedan en Grecia, heridos de muerte tras las medidas impuestas por la Troika durante los años de la crisis financiera. 

Hasta 13 horas diarias

La semana laboral de seis días viene acompañada de otras leyes que aún no se han puesto en marcha pero que empezarán a implementarse próximamente. Una de ellas es la que posibilita tener un segundo trabajo a tiempo parcial, de un máximo cinco horas diarias, cuando ya se está trabajando a jornada completa (ocho horas al día).

Desde 1932 y hasta la aprobación de la ley, no estaba permitido tener un contrato a tiempo completo y uno a tiempo parcial, pero en un país con una de las tasas de inflación más altas de la Unión Europea —con respecto al salario medio percibido— esta era una práctica habitual no regularizada.

En ningún caso se establece una jornada laboral de 13 horas obligatoria, como transcendió en su momento, pero sí que se abren las puertas a jornadas más largas, algo que rechazan de pleno los sindicatos. En un país laxo con las inspecciones laborales y, siempre según el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, esta medida también está destinada a tener un mayor control sobre las horas trabajadas y no declaradas.

Estos no son los únicos puntos conflictivos de la reforma. En el paquete de leyes, también se flexibilizan los despidos –el trabajador puede ser despedido durante el primer año de contrato sin aviso previo y sin derecho a una indemnización–; se incluyen sanciones más duras contra los piquetes en las manifestaciones, como penas de hasta seis meses de cárcel; y se regulan los “empleos a demanda”, lo que provocará que proliferen este tipo de contratos, también conocidos como “contratos de hora cero”, que chocan de lleno con la normativa europea, ya que la tendencia general es la abolición de este tipo de contratación –pero, darle un marco legal hará que se expanda–.

En el momento de la aprobación del paquete, sindicatos y ciudadanía se movilizaron para mostrar su rechazo; hoy en Atenas también se ha convocado una movilización organizada por los sindicatos para recalcar que los derechos laborales deberían primar sobre los derechos empresariales.

Protesta sindical

A las 17:00 horas en Grecia, los principales sindicatos se han reunido frente al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en el centro de Atenas, para mostrar su rechazo a la normativa. A la concentración han acudido unas 150 personas. Stellos Champalis, de 33 años y técnico de mantenimiento en la industria farmacéutica tiene claro que esta norma beneficia a las empresas y perjudica a los y las trabajadoras, “sobre todo porque en Grecia los mecanismos de control gubernamentales son poco eficientes, por no decir prácticamente inexistentes. ”El Gobierno asegura que con estas leyes habrá más control sobre las horas trabajadas y que se han aprobado para ser más eficientes, pero lo dudo; además esta reforma laboral deja un gran margen de interpretación por parte de las empresas“.

De la misma opinión es Zoi Papadopoulou, empleada pública. “En el sector público esta normativa se va a empezar a implementar a nivel local y regional, de momento”, explica la joven. En el caso de los empleados públicos, las nuevas leyes prevén un aumento de la jornada laboral, distribuida en turnos: “Hasta ahora, los empleados públicos trabajábamos en diferentes turnos, pero siempre hasta las cinco de la tarde; con la aprobación de esta reforma se aumenta un turno, que termina a las nueve de la noche”, dice Papadopoulou. También se queja de la inflación en el país y los salarios griegos, de los más bajos de la Unión Europea. Konstantinos Kontodimos, uno de los once portavoces de la Federación de Mineros de Grecia y trabajador público del Instituto Geológico Griego, acude a la manifestación en representación de esa entidad que agrupa a unos veinte sindicatos mineros del país: “A mí, de momento, no me afecta, pero sé que en algún momento me afectará”. 

Esa es precisamente la intuición de los sindicatos: si bien la ley del sexto día laboral está pensada para las empresas de producción continuada y bajo condiciones “excepcionales”, la falta de controles y la interpretabilidad de la normativa hará que las empresas puedan vulnerar los derechos laborales de las plantillas. “Hay muchos flecos sueltos”, dice Paniagiota Tavoulari, presidenta de la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria Farmacéutica y miembro de la secretaría del PAME, uno de los sindicatos de referencia en Grecia. Tavoulari también se queja de la implementación del registro digital, una tarjeta que controlará las horas trabajadas por los y las empleadas. “Los descansos y la preparación para el trabajo, por ejemplo, cuando el empleado se tiene que poner un uniforme, quedan fuera de las horas trabajadas. Van a dejar de pagarnos horas y eso es explotación”.

A pesar de que la reforma fue aprobada en sede parlamentaria, desde los sindicatos lo tienen claro: “Hay que seguir luchando, no podemos permitir que se implementen estas medidas. Hay que continuar trabajando para recuperar los convenios colectivos perdidos y conseguir que la ciudadanía se movilice. Pedimos una jornada semanal de 35 horas repartidas en cinco días y una subida de los salarios acorde con el nivel de vida. Somos el país que más horas trabaja y el que menos cobra. Nuestros salarios son los segundos más bajos de la Unión Europea”, concluye.

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