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La radio que rompe tabús: “Frente al micrófono me olvido de mi enfermedad mental”

Los seis contertulios y el técnico de La Barandilla dentro del estudio de radio.

Antonio Pampliega

“Soy esquizofrénico”, se sincera Ángel Antonio enmarcando una tímida mueca de pesar con los labios. “En mi familia, salvo mis padres, nadie sabe que sufro una enfermedad mental. Me da miedo hablar abiertamente sobre ella y me da miedo sentirme rechazado por los demás, por eso lo oculto”, confiesa este hombre de 49 años de mirada afable y rasgos frágiles.

Ángel Antonio se sienta al lado de sus cinco compañeros. Se pone los auriculares y se coloca el micrófono a un palmo de distancia. “Como hacen los locutores profesionales”, afirma este antiguo estudiante de ingeniería industrial momentos antes de entrar en directo en el programa Conecta con nosotros.

El técnico de sonido levanta la mano para prevenir a los seis locutores. Se hace el silencio en el estudio de radio. Caras de tensión y concentración. El programa está a punto de empezar. El piloto rojo se enciende. “Buenos días queridos radioyentes e internautas. Estamos en un nuevo programa de La Barandilla. Soy Arturo y hoy están conmigo mis colaboradores de siempre: Francisco, Fernando, Fe, Paquita y Ángel Antonio […]”.

Desde abril de 2016 estos seis enfermos mentales del Hospital de Día Lajman se ponen delante de los micrófonos de radio La Barandilla para hacer visible la enfermedad que sufren desde hace años y tratar de romper el estigma que les ha apartado de una sociedad que, en muchas ocasiones, les teme y les rechaza por ser diferentes.

“La sociedad tiene ideas preconcebidas sobre los enfermos mentales. Nos tienen miedo… Pero somos personas como los demás, no somos bichos raros”, se lamenta Fe, de 45 años, quien estuvo ocho años sin salir de casa. “La radio me ha ayudado a relacionarme, a dejar de tener miedo, a hablar sobre mi enfermedad, a perder la vergüenza. La radio es pura magia”, se sincera esta mujer cuyo mayor deseo es poder “tener una vida lo más digna posible”.

Según los datos de la Confederación de Salud Mental en España una de cada cien personas padece esquizofrenia. Es decir, cerca de 400.000 españoles sufren esta enfermedad mental; esto significa que, por cada paciente con diabetes Tipo I, hay cuatro con esquizofrenia.

Las enfermedades mentales ya suponen más del 40% de las enfermedades crónicas diagnosticadas en España y además son la mayor causa de discapacidad. Por otro lado, las estimaciones apuntan a que, en los próximos años, un 1% de la población nacional desarrollará alguna forma de esquizofrenia durante su vida y que es posible que estas cifras aumenten.

La radio como terapia

“La radio, dentro de la salud mental, es un instrumento importante porque aporta a los pacientes autoestima, motivación… y, por supuesto, les gusta que les escuchen porque para ellos supone un reconocimiento por parte de la sociedad”, afirma Ana Lancho, Gerente del Hospital de día Lajman.

“Cualquiera que escuche La Barandilla no sabría decir si las personas que hacen el programa tienen problemas mentales. Y el resultado son las miles de descargas que hay cada día en la web. Cuando se enciende el piloto rojo dejan de ser enfermos mentales. Ese es el mayor logro”, sentencia.

“Me gustaría que nuestros oyentes difundan lo que hacemos en la radio para que la enfermedad que sufrimos sea más visible de lo que es y que la sociedad se conciencie de esta guerra que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior”, comenta Arturo, presentador del programa Conecta con nosotros.

"La sociedad nos arrincona haciéndonos creer que no somos personas. Nosotros luchamos, todos los días, para vivir y para resistir"

Este madrileño, de 51 años y nariz aguileña, tenía una brillante carrera en el mundo de la interpretación cuando, en 2010, su vida se vio truncada a raíz de una profunda depresión. “La enfermedad me destrozó la vida. Mis compañeros de profesión me dieron la espalda. Mi pareja me abandonó… La sociedad nos arrincona haciéndonos creer que no somos personas. Nosotros luchamos, todos los días, para vivir y para resistir”, afirma Arturo.

Sabe lo importante que es para otros enfermos dar visibilidad a las enfermedades mentales pero, al mismo tiempo, prefiere que la gente no sepa que él mismo está enfermo. “Me da muchísimo respeto hacerlo público, por eso la radio supone para mí un aliciente a esta vida de sufrimiento. Ponerme delante de un micrófono me ayuda a olvidarme durante una hora al día de mi enfermedad”, se sincera.

La Barandilla tiene como objetivo romper esquemas y dar visibilidad a un problema tabú en la sociedad. Según los datos de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental más de un millón de españoles tienen una enfermedad mental grave y menos de la mitad reciben apoyo psicológico y rehabilitación psicosocial. Las enfermedades mentales representan el 12,5% de todas las patologías, un porcentaje muy superior al cáncer y a los trastornos cardiovasculares.

“La salud mental da un poco de miedo a la sociedad y esto convierte a los enfermos en personas estigmatizadas. Tiene que haber concienciación como sociedad para no arrinconarlos y no hacerles de menos, estos pacientes no saben gestionar bien sus emociones y ser rechazados supone fuertes depresiones, frustración, desconfianza…”, afirma Ana Lancho.

“Han boicoteado mi dignidad por ser enfermo mental”

Las personas con enfermedad mental grave tienen grandes dificultades para desarrollar una vida social y esta situación repercute en su calidad de vida y en su autoestima. Se sienten arrinconados, señalados y menospreciados, lo que les hace aislarse en su pequeño mundo del que les cuesta salir. “Es muy duro asumir que uno está enfermo pero si, además, se encargan de estigmatizarnos es imposible salir adelante”, confiesa Paquita, de 50 años, quien estuvo mucho tiempo sin querer salir de casa.

Coqueta. Labios pintados de rojo intenso. Sonrisa dulce. Hace 25 años, mientras estaba en la faculta de derecho, perdió la memoria y, desde ese momento, empezó a caer en picado. Dejó la carrera, sus amigas la hicieron el vacío, abandonó el Coro en el que cantaba… “La radio puede ser una puerta abierta a un mundo de posibilidad”, afirma.

“Nos hemos convertido en la voz de aquellos enfermos mentales que no pueden hacerlo. Somos los portavoces de un colectivo que sufre y que por culpa de la sociedad tiene unas importantes barreras que no siempre pueden superar”, comenta. “Nadie está libre de esta enfermedad”, recuerda esta mujer cuyo sueño sería entrevistar a “Montserrat Caballé o al Papa Francisco”.

“Todo ser humano tiene derecho a tener dignidad y a mí me la han boicoteado por ser enfermo mental”, afirma Francisco, de 46 años y a quien le faltan cinco asignaturas para licenciarse en derecho. “Estaba estudiando en la Universidad Autónoma de Madrid cuando sufrí un brote psicótico y mi mundo se detuvo. Mi padre, que era psiquiatra, nunca aceptó mi enfermedad”, se lamenta Francisco, quien confiesa que le hubiese gustado poder estudiar Periodismo.

“No tengo muchos amigos, pero en la radio me siento libre. Si tengo un día malo me pongo delante del micrófono y todo se olvida. La radio me ayuda a sentirme realizado”, sentencia.

Fernando, 49 años, es el más concienzudo de los seis. Meticuloso hasta la médula es quien prepara los perfiles de los entrevistados que cada martes acuden al programa. Este ingeniero aeronáutico trabajaba en el ejército del aire cuando comenzó a tener ataques de pánico, paranoias, angustia y depresión.

Lleva tratándose desde los 35 años y no tiene amigos porque todos se alejaron de él cuando supieron de su enfermedad. “Nosotros somos personas con sentimientos. Necesitamos el cariño y el afecto de la sociedad y muy pocas veces lo tenemos”, reconoce.

La radio se ha convertido en su trampolín para tratar de salir a flote. “En los primeros programas me sentía superado y estuve a punto de dejarlo, pero decidí afrontarlo y ahora la radio me aporta cosas muy positivas como alegría, algo que creía perdido”, sentencia.

Ángel Antonio. Paquita. Arturo. Francisco. Fe. Fernando. Seis personas con carreras brillantes y prometedoras cuyas vidas cambiaron de la noche a la mañana. Ahora se han convertido en la voz de los enfermos mentales para pedir, a través de las ondas, la visibilidad que se merecen.

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