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Antonio Garamendi: “Tenemos que conseguir que la gente esté muy formada, los primeros, los empresarios”

Antonio Garamendi, presidente de la patronal CEOE, en la sede de la confederación de empresarios

Raquel Ejerique

Antonio Garamendi (Getxo, 1958) estudió Derecho en Deusto, es empresario, hijo de empresario, y desde muy joven ha participado en organizaciones empresariales, hasta llegar a presidir la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), cuando sustituyó a Juan Rosell en noviembre de 2018. ¿Es más arriesgado llevar una empresa o representar a empresarios? Se ríe, aunque no contesta. Insiste en dos conceptos como líneas guía de su mandato: la neutralidad política y el diálogo con Gobierno y sindicatos.

Acaban de sacar un decálogo de propuestas con motivo del 10N para un nuevo Gobierno y dicen que “no se deben revertir las reformas estructurales”. ¿Se refiere a que la reforma laboral de 2012 no hay que tocarla?

No decimos que no haya que hacer cambios. De hecho, puede haber algunos aspectos que se podrían reformar. Por ejemplo, hay que hablar del artículo 42, el de la subcontratación, porque ha habido gente que lo ha utilizado para buscar vías que no son las más adecuadas, como en el caso de las camareras de piso. Consideramos que no está bien hecho. Se pueden hacer reformas, pero de ahí a que toda la reforma laboral haya que cambiarla… Lo tenemos que hablar con los sindicatos, porque está dentro del diálogo social, que es la mayor infraestructura de un país porque es la paz social. Si nos dejaran trabajar estoy seguro de que llegaríamos a acuerdos. Incluso en las distancias que tenemos empresarios y sindicatos, en los dos casos lo hacemos de buena fe y con sentido de Estado.

¿Quién no les deja trabajar?

Llevamos cuatro años de elecciones y en el fondo la política está afectando al diálogo social porque cuando hay campaña la gente va a máximos y cuando tienes una negociación te tienes que dejar algún pelo en la gatera. Nosotros y ellos. Queremos un gobierno y estabilidad de gobierno, porque así vamos a tener con más tranquilidad esas mesas abiertas, y de hecho con los sindicatos estamos abriendo mesas sobre empleo, formación, industria y digitalización. A ver si el día 11 de noviembre volvemos a la tranquilidad.

El peso de la industria en la economía española está cayendo y ha habido 52 reformas laborales desde Felipe González que han aumentado la precariedad. ¿Estamos condenados a ser un país de camareros mal pagados?

Yo me niego. Por eso siempre pongo en valor el peso de la industria, porque cuando analizas el paro se ve que si el PIB industrial en una zona es del 20% o 25%, entonces el desempleo es más bajo, del 10%. Es lo que pasa en lugares como el País Vasco o Burgos. Pero para hablar de industria hay que hablar de innovación, y el objetivo del Reino de España es que el 2% del PIB fuera a innovación. Estamos en el 1,4% y esto ha pasado con todos los gobiernos. La innovación y la formación son dos palancas para que la industria suba. Y también lo son las infraestructuras terrestres, como la fibra óptica, porque así se consigue igualdad de oportunidades para los territorios.

España tiene que ser un país industrial, pero sin olvidar la industria del turismo, en la que hay que conseguir servicios de más calidad para que los empleos en ese sector sean mejor retribuidos.

¿El crecimiento económico en España se ha hecho a costa del recorte de derechos y salario de sus trabajadores?

No. En el mundo industrial, una persona productiva y formada no quieres que se vaya nunca y la retienes como sea. El problema es que la parte más vulnerable de la población está en servicios que dan cada vez menos valor añadido, como puede ser la limpieza. Y tristemente es la población menos preparada, por eso es tan importante la formación. Tenemos que conseguir que la gente esté muy formada, los primeros los empresarios, porque si no a ver cómo vamos a liderar proyectos. Para conseguir esos empleos de más calidad necesitamos que las empresas cojan tamaño. En España, el 98% son pymes. De ellas, el 90% tiene menos de 10 trabajadores, y con ese tamaño es dificilísimo llegar a esa calidad del empleo. Es la única manera de ponernos en el siglo XXI y evitar la dualidad del empleo y esa precariedad, que en algunos casos la hay.

¿Está dispuesto a hablar de una subida del Salario Mínimo Profesional (SMI) a 1.200 euros, como quiere Podemos o ha deslizado en alguna ocasión el PSOE?

Nosotros tenemos convenios firmados para finales de 2020 donde se puedan alcanzar los 1.000 euros, por ejemplo. Estamos en esa línea. Pero con el salario mínimo muchas veces se piensa en ciudades como Madrid, Bilbao, Valencia... Con la diversidad de España no estamos pensando en lugares como Extremadura. Subir allí un 23% el salario de alguien que trabaja en un bar no es equiparable a hacerlo en una capital, porque el café en Almendralejo no tiene el mismo precio que en Madrid.

La Autoridad Fiscal Airef ha admitido que la subida del SMI a 900 euros no ha sido tan perversa. ¿Se equivocaban los que vaticinaban que destruiría empleo?

A las empresas con contratación pública –en limpieza, seguridad o asistentes en aeropuertos– les ha afectado porque la administración no han indexado esas subidas del 23% en los contratos. Además, es curioso cómo mucha gente se ha dado cuenta de que es empresaria al tener que subir el salario a las empleadas del servicio doméstico, que es a las que más ha afectado, y eso no es un tema de los empresarios. Y a lo mejor los empleadores han dicho, bueno, pues que venga dos horas menos… También ha tenido impacto en las ONG. En general, a las empresas que yo represento les ha afectado relativamente.

Entonces, ¿de los 1.200 euros al mes hablamos o no?

Es un tema de la mesa de negociación, y cuando toque hablar, hablaremos.

¿Viene otra crisis? ¿Hay que preocuparse?

Nosotros hablamos de desaceleración. Hay que tener cuidado con lanzar mensajes negativos, porque entonces todo va cuesta abajo. La guerra comercial, los aranceles, el Brexit... nos van a afectar. Además, cuando no hay estabilidad política con moderación, como pedimos, se da la falta de confianza. Un dato que nos preocupa es la rebaja de un punto del consumo, porque la gente está ahorrando. Sin embargo, tenemos un país preparado, aunque con deuda pública alta y déficit, pero yo confío. Hay datos positivos para afrontar la desaceleración, porque las empresas se han internacionalizado, del 22% al 34%, y ahora el ladrillo tiene menos peso en la economía.

Hay elecciones, pero como tenemos la ventaja de que no nos presentamos, no tenemos que decir que la economía va fatal o fenomenal. Podemos estar en buena línea y entre todos podemos tirar para adelante.

Imagino que los empresarios no son tan malvados como algunos creen, pero seguro que usted conoce malos empresarios. ¿Cuáles son?

Siempre hay alguna manzana podrida. Si yo dijera que todos los empresarios son buenos, estaría mintiendo, como si digo que todos los trabajadores son buenos, pues alguno habrá un poco malvado. Los malos empresarios son los que están en la economía sumergida, que para mí no son empresarios. En España se calcula un 24% de economía sumergida, mientras que en el resto de Europa es del 13%. Nosotros hemos hecho un cálculo que dice que eso son 100.000 millones de euros de impuestos no ingresados. Eso es un dumping enorme y una falta de ética. Por la misma razón, entre los trabajadores, con el fraude del absentismo hay una parte de empleados que tampoco son solidarios con el resto de sus compañeros, pero cuidado que hablo siempre del fraude del absentismo, no del absentismo.

¿Y qué me dice de empresarios que explotan a trabajadores o tiene a gente que reparte en bici en condiciones infames y sin contratos?

Hay un legislador que tiene que hacer los deberes. Es verdad que no se pueden poner puertas al campo, pero hay empresas que usan las nuevas tecnologías en el mismo campo de juego pero usando otras normas. Reclamamos que se marque dónde estamos, porque hay sentencias que dicen que ese señor que reparte es autónomo y otras que dicen que no. A ver, ¿nos aclaramos? Otro ejemplo son las televisiones, que están obligadas a pagar el 10% de su facturación al cine español. Y hay plataformas digitales de cine que no están obligadas. Reclamamos que se marque dónde estamos.

La última Encuesta de Población Activa revela que, desde que es obligatorio fichar, se ha desplomado un 24% el número de horas extra trabajadas. ¿Se estaban aprovechando algunos empresarios?

No conozco el dato. Pero desde CEOE decimos que los horarios hay que cumplirlos. Además esto afecta a un tema fundamental que es la conciliación laboral y familiar. Lo que pasa es que se hizo por real decreto, si hubiera sido un proyecto de ley podríamos haberlo hablado. Por ejemplo, ha provocado problemas porque las actividades que regula son muy diferentes. La pesca, que están seis meses en el mar, ¿cómo se hace? ¿O el transporte terrestre de largo recorrido? Todo esto partiendo de la base de que hay que cumplir los horarios.

Un grupo de 400 millonarios de EEUU pidieron en 2017 a Trump que no bajara impuestos para fomentar la justicia social. ¿Veremos alguna vez algo así en España, donde hay 1.700 ultramillonarios con más de 40 millones?

Es que España es un estado de bienestar, los servicios que hay aquí no los hay en EEUU. Cuando los americanos dicen voy a pagar más al sistema, hablamos de un sistema donde no hay sanidad, educación pública o pensiones equiparables a las de aquí. Nosotros no hablamos de bajar los impuestos al máximo, pero sí que sea racional y que se trabaje con más eficiencia en las administraciones. La empresa española paga tres o cuatro puntos más que la media de la UE.

También es cierto que con la globalización hay emprendedores que montan una empresa y la venden ganando esos millones que usted dice, de golpe. Nosotros somos partidarios de que los empresarios lo sean de proyectos de futuro. Cuando hablamos de startups queremos que sean españolas y de futuro. Queremos que se genere la riqueza en el país.

¿Dormiría tranquilo con un ministro de Hacienda de Podemos?

Como no estoy en campaña, no tengo que decir nada. Sí diré que con Pablo Iglesias tengo muy buena relación. Las recetas de Podemos no las compartimos en muchos casos, pero lo digo desde el mayor respeto. Vamos a trabajar en el campo de juego que decidan los españoles a partir del día 10 de noviembre.

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