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Arabia Saudí, Catar o los grandes fondos: el largo reguero de pérdidas millonarias que dejan dos semanas de crisis bancaria

Fotografía de archivo en la que se registró un logo del banco suizo Credit Suisse, a la entrada de una de sus sedes, en Zurich (Suiza). EFE/Michael Buholzer

Diego Larrouy

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La tensión bursátil de los bancos no cesa y las aguas del sistema bancario internacional no se calman. Este viernes le ha tocado a Deutsche Bank, que ha vuelto a arrastrar al sector en Europa tras desplomarse hasta un 14% en algunos momentos de la última sesión de la semana. Han pasado ya dos semanas desde que la caída de Silicon Valley Bank iniciara una crisis en el sistema bancario que ha contagiado a todo el mundo. 15 días que dejan un largo reguero de pérdidas millonarias para los grandes inversores en sus apuestas por los bancos más afectados.

La caída más sonada de las últimas semanas ha sido la de Credit Suisse, una de las grandes entidades europeas con siglo y medio de historia. Una caída que, precisamente, fue provocada por su principal accionista, el Banco Nacional Saudí. Su presidente defendió en una entrevista que no iba a inyectar más dinero en la entidad, que venía siendo muy castigada en Bolsa, especialmente tras la caída del SVB.

Estas palabras precipitaron el desplome bursátil del grupo bancario. Ya de poco sirvió su intento al día siguiente de defender la estabilidad del banco y su capital. Tampoco el respaldo del Banco Central Suizo en forma de apoyo para la liquidez. La suerte estaba echada y los analistas daban por hecha la caída del gigante suizo y la venta a su rival, UBS. El inversor saudí, participado por el Estado árabe, se dejó más de 1.000 millones de pérdidas con la operación. En torno a un 80% de lo que había invertido a finales del pasado año en el banco suizo. Los análisis señalan a este grupo como uno de los principales señalados en este colapso bancario, incluso llegando a hablar de un “tiro en el pie”.

No es el único inversor árabe que ha cosechado pérdidas con la operación. La Qatar Investment Authority, el fondo soberano de Catar, se convirtió en enero en el segundo accionista del banco con casi el 7%. Cuando alcanzó aquella operación, las acciones cotizaban a 3,18 francos y UBS lo adquirirá a 76 céntimos, un 76% de pérdida de la inversión.

Entre los accionistas que han perdido parte de su dinero durante el colapso de Credit Suisse se encuentran, paradójicamente, sus altos directivos. Los consejeros del banco adquirieron durante los tres últimos meses antes del descalabro de la entidad acciones por 2,4 millones de dólares, según informó la agencia Bloomberg. Los directivos habían acudido a la ampliación de capital del banco como muestra de confianza en su reflote.

Al menos, los accionistas de Credit Suisse percibirán algo de los 3.000 millones que pagará UBS para hacerse con la entidad. No así sus bonistas, los propietarios de los controvertidos CoCos. Esta decisión de las autoridades suizas ha levantado ampollas, al priorizar a los accionistas sobre los bonistas, algo que ya no es así, por ejemplo, en la zona euro. Este hecho va a traer presumiblemente la mayor reacción judicial que se prevé tras la debacle bursátil de estas dos semanas.

En total, 17.000 millones de euros que los inversores pusieron en bonos de Credit Suisse y que vieron desaparecer durante el fin de semana con su colocación a UBS. Los nombres de quienes han perdido por completo su dinero invertido en el banco suizo no son los de pequeños ahorradores, sino los de grandes fondos de inversión. Es el caso de Pimco, uno de los mayores inversores del mundo, que ha perdido en torno a 800 millones de dólares por esta vía. Invesco, otro de los grandes nombres del sector financiero occidental, también se dejó otros 370 millones. Blackrock, la mayor gestora de fondos del mundo, vio desaparecer algo más de 100 millones.

El nombre de Blackrock se repite al analizar quiénes han perdido. La gestora tenía también algo más del 1% de las acciones del banco, aunque llegó a tener una posición más elevada. Pero no es en Credit Suisse el único banco en el que tenía inversiones y que ha colapsado en las últimas semanas. Blackrock era también accionista del Silicon Valley Bank y de Signature, las dos entidades intervenidas en EEUU. También está presente en First Republic, el otro banco problemático en California y que ha tenido que recibir el respaldo de sus rivales en formas de depósitos milmillonarios.

Rescatar depositantes, no inversores

A comienzos de este mes, el SVB tenía un valor de mercado de más de 6.000 millones de dólares. Este valor se esfumó en cuestión de horas cuando las autoridades estadounidenses  intervinieron la entidad para proteger a los depositantes. “Los inversores no serán protegidos. Ellos tomaron un riesgo a sabiendas, cuando el riesgo no da resultados, los inversores pierden el dinero. Así es como funciona el capitalismo”, aseguró el presidente de EEUU Joe Biden.

¿Quiénes eran los inversores que perdieron su dinero? Pues grandes fondos de inversión, como el ya citado Blackrock. Vanguard, la segunda mayor gestora del mundo, tenía el 11% del accionariado, en el que también se encontraban State Street o Capital Research. Gigantes de la inversión que son habituales en las grandes compañías de EEUU. De hecho, coinciden con los accionistas de Signature Bank, que en el momento de su colapso rondaba los 4.400 millones de valor en Bolsa.

Estos inversores no han concretado las pérdidas concretas por estas inversiones, aunque las cifras superarán con creces los 1.000 millones. Esto se conoce porque el fondo de pensiones sueco Alecta era accionista en estas dos entidades, en menor medida que Vanguard, por ejemplo, y reconoció que había perdido esa cifra con estas dos inversiones. Además, ha vendido su participación en el First Republic Bank, reconociendo pérdidas en la operación por otros 728 millones de euros.

Han sido hasta el momento cuatro entidades intervenidas en EEUU y Europa sin que se hayan realizado rescates públicos. La prioridad de las autoridades tras la crisis de 2008 es la de destinar el menor dinero público necesario para reestructurar entidades y que no afecten a la estabilidad del sistema. Esto ha provocado que se haga a costa de los inversores.

No se puede obviar que entre los inversores de una entidad cotizada siempre se encuentran los pequeños ahorradores. Si bien, hay que destacar que los principales nombres que dejan las mayores pérdidas por estas intervenciones son las de grandes inversores que, pese a las grandes cifras que se hablan, incluso de cientos de millones de euros, no tendrán un gran impacto en sus cuentas. Por ejemplo, Alecta reconoció que apenas es el 1% de sus activos y el Banco Nacional Saudí planteó que le suponía en torno al 0,5% de sus inversiones. Blackrock, por poner otro ejemplo, gestiona más de 10 billones de dólares en todo el mundo. La gran crisis bancaria de las últimas semanas ha tenido un impacto limitado para sus mayores damnificados.

Pero como en todo mercado especulativo, también ha habido grandes ganadores en Bolsa a costa de la crisis bancaria. Son los conocidos como inversores en corto o bajistas, fondos que se dedican a apostar a la caída de un valor. Según un estudio de la consultora S3 en EEUU, estos fondos ganaron 2.300 millones de dólares en los tres días que duró la caída del Silicon Valley Bank. A ello habría que sumar otros 430 millones de dólares en el caso del Credit Suisse, según otro informe de Ortex. A río revuelto, ganancia de especuladores.

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