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Las comunidades de vecinos con calefacción central se preparan para el invierno más caro de la historia

Un hombre ajusta el dial de un termostato de calefacción central a 19 grados centígrados.

Clara Angela Brascia

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Algunos vecinos de la Alameda de Recalde, en Bilbao, recibieron facturas de 1.000 euros por la calefacción de diciembre. No se trata de un error de la compañía eléctrica, sino de una simulación que el administrador de finca les hizo llegar para alertarles de la subida sin precedentes del precio del gas. El pasado invierno encender la calefacción en este bloque de viviendas le costó a cada familia unos 200 euros al mes. La crisis económica provocada por la invasión de Ucrania por Rusia ha puesto en jaque a las comunidades de vecinos con calefacción central, que si no toman medidas verán cuadriplicarse, y hasta quintuplicarse, el monto de las facturas del gas este invierno.

La calefacción central, la favorita para los vecinos que buscan un hogar caliente las 24 horas del día, se ha convertido en una pesadilla desde que comenzó la crisis energética. El precio de referencia del gas a nivel europeo hoy es más de tres veces mayor que en octubre del año pasado. La normativa vigente impide a estas viviendas acogerse a la tarifa regulada, la más beneficiosa tras la reforma que el Ejecutivo está ultimando. Sin embargo, la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, recordó este jueves el compromiso del Gobierno hacia estos propietarios durante una visita a Lugo. Un portavoz del ministerio ha asegurado a este medio que el plan de contingencia también incluye medidas para los consumidores con calderas compartidas, sin dar más detalles al respecto.

2.500 euros más de gasto

Los 1,7 millones de hogares con calefacción central en el país podrán llegar a desembolsar unos 2.500 euros entre los meses de octubre y mayo, según una estimación del Consejo General de Colegios Administradores de Fincas de España. “O se reduce el número de horas y la temperatura de la calefacción, o no vamos a llegar. Los vecinos se tienen que hacer a la idea que este invierno no van a poder mantener el mismo confort de antes”, resume Pablo Abascal, presidente del Colegio.

Tras haber enviado la simulación de recibo a las comunidades que administra en Bilbao, Abascal ha empezado a barajar posibles soluciones. Por una parte, ha ofrecido a los vecinos retrasar, si el frío lo permite, el encendido de las calderas: aguantar hasta diciembre, en lugar de empezar a calentar los hogares en noviembre. Así mismo, se podría bajar la temperatura de los caloríferos hasta los 19 o 20 grados centígrados. “Aún no han tomado una decisión, pero sondeando el terreno parece que van a aceptar las medidas. Si no quieren pagar estas cifras descomunales, todo el mundo irá por este camino”, asegura Abascal.

Es un carrera contra el reloj. En Bilbao o en Madrid, pasando por Guadalajara, las juntas extraordinarias de vecinos se están multiplicando de cara a la llegada del frío. Los administradores de fincas llevan meses buscando soluciones para no acabar con las cajas comunitarias en rojo a finales del invierno. “Desde la vuelta del verano he tenido reuniones muy tensas con mis comunidades”, explica Nerea García, administradoras de 50 fincas en Madrid. Pagar un pastizal no es la única preocupación. Si se quedaran sin liquidez, podrían incluso llegar a cerrar por completo el gas en invierno avanzado. “Igual en un par de meses nos damos cuenta de que ninguna de las medidas para controlar el precio ha funcionado, y no vamos a tener alternativas”, alerta.

En los edificios que administra en la capital ―repartidos entre los distritos centrales de Salamanca, Chamberí y Centro― el sistema de calefacción es anticuado. A largo plazo, están evaluando invertir en obras de mejora, como cambiar los caloríferos o dotar de aislamiento térmico a los edificios. Sin embargo, para afrontar la inminente llegada del frío, tendrán que limitarse a bajar la temperatura unos tres grados centígrados, además de reducir de siete a cuatro horas el tiempo de funcionamiento de los radiadores. “La idea es que en lugar de que estén ardiendo todo el día, suelten el calor de una forma menos intensa”, afirma García.

“De 24 a 19 grados”

“La gente tiene que acostumbrarse a la nueva realidad, nada de estar en camiseta y pantalón corto como si fuese verano”, remata Pablo Ruiz, que trabaja entre Madrid y Guadalajara. La mayoría de los propietarios de las comunidades que administra es gente mayor, con pensiones modestas y una salud precaria que puede empeorar si pasan frío en las viviendas. A pesar de todo, los vecinos han aceptado retrasar un mes el encendido de la calefacción, originalmente previsto para la próxima semana, así como reducir desde los 24 a los 19 grados la temperatura de los radiadores. “En las reuniones se ha debatido mucho sobre la bajada de la temperatura. No es lo mismo tener 19 grados en un piso orientado al sur, que en uno que está al norte”, relata Ruiz.

Incluso las comunidades de propietarios más adinerados no están dispuestas a cuadruplicar el precio de la calefacción este invierno. Delfín Vicente administra un bloque de 80 vecinos en Bilbao. A pesar de no haber reportado nunca problemas con los pagos, está seguro que la cosa va a cambiar con las nuevas tarifas. “Tenemos solo un moroso y en general la gente lo pasa bien. Pero nadie va a poder pagar 2.500 euros al año”, asegura. Las viviendas cuentan con un sistema de medición en la calle, que activa automáticamente la calefacción cuando la temperatura baja hasta los 16 grados. “No podemos retrasar el encendido, dependemos de las condiciones climáticas. Lo único que podemos hacer es reducir a la mitad las horas de los caloríferos, con todo lo que comporta en una ciudad con inviernos muy rígidos a causa de la humedad”, indica.

De cara a los inviernos de los próximos años, el Colegio Nacional de Administradores insiste en la necesidad de dotar los edificios de recursos para el aislamiento térmico. No obstante, Abascal opina que es complicado que, en una situación de inestabilidad económica, los propietarios decidan invertir en soluciones a largo plazo. “La gente no sabe cuanto va a pagar de calefacción este invierno, no quiere gastar recursos económicos en aislamiento. Sobre todo porque ni saben si van a tener el dinero para hacerlo”, reconoce.

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