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Repartidores, coches con chófer y otras plataformas se expanden fuera de Madrid y Barcelona con la palanca de sus bajos costes

Un repartidor de Deliveroo en Bilbao.

Marta Garijo

Tras una primera incursión en las grandes ciudades centrándose en Madrid y Barcelona, las plataformas de la nueva economía se expanden ahora hacia localidades más pequeñas. El reparto de comida a domicilio, los coches con chófer o las plataformas de vehículo compartido son algunos de los negocios que buscan aumentar su capilaridad. Todo en medio del debate sobre las relaciones laborales que crean estos modelos de lo que se ha venido a denominar economía on demand (bajo demanda) o gig economy (economía de los pequeños encargos). 

Deliveroo ha comenzado a prestar su servicio en ciudades españolas más allá de las dos grandes y ha llegado a localidades como Sevilla, Málaga o Bilbao. UberEats también se prepara para dar el salto a al menos tres localidades, todavía no ha dicho cuáles, en 2018, aunque no tiene previsto hacerlo con su servicio de pasajeros. Cabify, la plataforma de coches con conductor, ya funciona en ciudades como Málaga mientras que la app de reparto a domicilio Glovo lo hace en localidades como Bilbao, Palma o Zaragoza. 

La expansión a otras ciudades españolas llega en un momento en el que se cuestiona el modelo laboral de estas compañías y las condiciones de los que trabajan para ellos. De hecho, los repartidores de esta empresa y a Glovo en Barcelona preparan la creación de una cooperativa para poder controlar su trabajo tras las protestas del pasado verano. 

La máxima de la mayoría de estas empresas es que no tienen ningún tipo de relación laboral con ellos, aseguran que se pueden conectar cuando quieren a las plataformas digitales y compatibilizar esta actividad con otras. Un modelo que permite a estas empresas tener una estructura de costes muy ligera. 

“En parte pueden hacer esta expansión a otras ciudades gracias a la reducción de costes, como pueden dar un servicio más barato, pueden ser elegidos por más usuarios y seguir expandiéndose”, explica Adrián Todoli, profesor de derecho de la Universidad de Valencia. “Da igual que sea una gran ciudad o en una pequeña, las plataformas consideran a estos trabajadores como autónomos, por lo que no tienen derechos laborales”, añade. 

Crecimiento de las plataformas

Estas startups internacionales están aumentando en tamaño y en recursos financieros. La plataforma británica de reparto de comida a domicilio Deliveroo anunció hace unas semanas una ronda de financiación de 385 millones de euros, que se suma a los 475 millones que ya había recaudado hasta diciembre de 2006 cuando completó su ronda E. La forma de buscar inversores de estas tecnológicas se califican como rondas de financiación y van tomando el nombre por las letras del abecedario, empezando por la A. 

Deliveroo ha crecido hasta operar en más de 150 ciudades de 12 países. En España, la compañía empezó en Madrid, Barcelona y Valencia. Tras lo que se unió Zaragoza y desde este verano ofrecen sus servicios en Alicante y A Coruña. En septiembre, comenzó a operar en Sevilla, Málaga y Bilbao, según explican desde la compañía. Respecto a los precios que pagan a sus repartidores, fuentes de la compañía explican que el pago por pedido varía entre los 3,38 euros y los 4,50 euros más IVA dependiendo de la ciudad y el medio de transporte que utilicen. La compañía estima que de media un repartidor que trabaja con Deliveroo consigue ingresos de 10,5 euros a la hora. 

En el caso de UberEats, la rama de Uber que se dedica al reparto de comida a domicilio, este servicio se lanzó en Madrid en enero (tras una prueba piloto en Barcelona) se ha expandido desde el centro de Madrid a algunos barrios fuera de la M-30. El director general de UberEats en España, Manel Pujol, afirmaba hace unas semanas en una rueda de prensa en la que hacía balance de sus primeros meses de funcionamiento que analizarían el mercado español hasta final de año y en 2018 comenzarían a operar en al menos tres nuevas ciudades. 

Un informe de Morgan Stanley de julio de este año señalaba que se prevé que el reparto de comida a domicilio siga creciendo y se convierta, incluso, en una amenaza para los restaurantes físicos. Como resultado de esto, el análisis concluye que un 40% de las ventas de los restaurantes en 2020 será por las ventas de comida a domicilio, lo que hará que la cantidad desde los 30.000 millones de dólares actuales hasta los 220.000 millones de dólares en 2020.

Más allá del reparto de comida a domicilio, hay otras plataformas que están llegando a ciudades más pequeñas como es el caso de Cabify. Esta empresa de coches con conductor está presente en A Coruña, Bilbao, Sevilla, Málaga y Valencia. 

Este sector del transporte de pasajeros en España está regulado por la normativa de transporte que obliga a que los conductores de estas plataformas necesiten una licencia VTC para trabajr. Las reestricciones actuales para obtener estos permisos complican, según algunas compañías, conseguir el volumen de flota necesario para operar. Esta es la razón que ha aducido Uber para no expandir su servicios de coche con chófer, UberX, a otras ciudades más allá de Madrid. 

Otro tipo de plataformas relacionadas con el transporte que están presentes en ciudades más pequeñas son las de alquiler de coche por horas y donde no hay debate sobre los modelos laborales porque solo se alquila el coche. Bluemove, por ejemplo, está presente también en Sevilla además de en Madrid y Barcelona. 

En el caso de las plataformas de alquiler de coches de particulares como SocialCar es más sencillo llegar a ciudades más pequeñas porque como lo que se alquilan son coches de propietarios privados, la empresa no tiene que hacer una inversión en una flota de vehículos. De esta manera, la plataforma está presente en una decena ciudades como Palma, Ibiza u Oviedo. Algo similar ocurre con Drivy presente en una treintena de ciudades. 

Habrá que ver en los próximos meses si el tipo de estilo de vida de las ciudades pequeñas, donde todo está al alcance en apenas unos minutos y donde la masa crítica es menor, da sentido a estos negocios. O si gracias al soporte de los bajos coste y la falta de compromiso con la relación laboral permite a estas compañías seguir transformando la forma de estructurar la economía.

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