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Qué es el Eurogrupo y para qué vale presidirlo

Mário Centeno recibe la presidencia del Eurogrupo de Jeroem Dijsselbloem, en enero de 2018.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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¿Qué es el Eurogupo? ¿A qué se dedica? ¿De qué sirve presidirlo? El Eurogupo, técnicamente, es el club que reúne a los 19 ministros de Finanzas de la zona euro. En realidad no es una institución formal y oficial de la Unión Europea como tal, sino de una parte de esa Europa de varias velocidades: la que comparte una moneda única.

Sin embargo, engloba a los principales países de la UE: nada se puede mover sin los países del euro, y son los países del euro los que marcan el camino. Sobre todo, Alemania y Francia.

El presidente del Eurogrupo es siempre uno de los ministros de Finanzas. Es condición indispensable, ser uno de la sala: convoca las reuniones, conduce los debates y debe ser capaz de tejer consensos para concretar acuerdos.

¿Sobre qué? Sobre la unión bancaria, sobre el proyecto de presupuesto de la zona euro, sobre las garantías de depósitos de los cuentacorrentistas... Sobre todo lo que queda pendiente por hacer en relación con una moneda única.

El presidente es el demiurgo, un papel que ha intentado hacer estos dos años y medio el portugués Mário Centeno.

En la presente crisis, el Eurogrupo se dedicó a cerrar tres acuerdos para movilizar 540.000 millones de euros: 200.000 para avales de empresas a través del Banco Europeo de Inversiones; 100.000 para los ERTEs a través del SURE, y otros 240.000 para gastos de la pandemia a través del fondo de rescates del euro, el MEDE.

Y es aquí, con el MEDE, donde llega una de las partes más delicadas del Eurogrupo.

Tal y como está pensado el fondo de recuperación de la pandemia, es un instrumento para toda la UE, no la zona euro. Por lo que su gestión no pasará por el Eurogrupo, sino por la Comisión Europea y los Estados miembros a través del Ecofin –reunión de ministros de Finanzas de la UE, cuya presidencia es semestral y rotatoria– o, en última instancia, el Consejo Europeo –los líderes de la UE–.

Es decir, una vez aprobados los tres instrumentos que suman 540.000 millones de euros, no está previsto que pase el fondo de recuperación por el Eurogrupo. Pero, lo que sí podría pasar, es la gestión de una crisis del euro porque haya algún país en grandes apuros, como en 2015.

Si eso fuera así, el Eurogrupo tendría en sus manos el rescate y las condiciones del rescate de esas economías en apuros.

En una entrevista reciente con el ex ministro de Finanzas de Grecia Yanis Varoufakis a cuenta de la publicación de las grabaciones que hizo del Eurogrupo en el primer semestre de 2015, explica el funcionamiento interno de un órgano que no retransmite ninguna parte de sus reuniones ni guarda ningún acta: “Solo esperaban una cosa, esperaban que dijera que sí. Solo querían que dijera que sí. Porque así es como funcionan. A puerta cerrada. Detrás, son burócratas y técnicos de segunda fila. Ellos decidían lo que tenía que pasar. Luego tienen el Eurogroup Working Group [ahora en manos de Finlandia, país del norte y afín a los frugales], donde los segundos del ministerio, que generalmente trabajan más para la Troika que para su gobierno, atan todo. Y, después, está la reunión del Eurogrupo, que es completamente inútil y que comienza con un comunicado ya escrito. Y se espera que el ministro de finanzas diga que sí a todo. Eso es lo que sucede”.

Varoufakis continuaba así: “Mientras estén de acuerdo con el rumbo general del acuerdo, pueden hacer algunos pequeños cambios. Un pequeño cambio, ya sabes, marginal, periférico, irrelevante. Eso es todo lo que pueden hacer. Y el problema que tenían conmigo no era mi estilo, no era si usaba corbata o no, no era si iba en moto. El problema conmigo era que no iba a firmar, que quería debatir el fondo. Y eso fue para ellos como estar en el Vaticano y desafiar la Santísima Trinidad. ¿Cómo te atreves? Esto no es algo que puedas desafiar. Este es el proceso. Así es como funciona”.

En aquellos días, el Eurogrupo tenía en sus manos el rescate de Grecia, las condiciones a aplicar, los plazos, si caía o no caía. Y su presidente era el socialista holandés Jeroen Dijsselbloem –aquel que dijo que los países del sur se gastaban el dinero en “copas y mujeres”– pero, según Varoufakis, el protagonista era el ministro alemán: “Wolfgang Schäuble era la persona principal en la habitación. Luis de Guindos estaba constantemente luchando para demostrar que era, ya sabes, efectivamente más schaublista que Schäuble, porque estábamos sentados uno al lado del otro. Se sentaba a mi derecha”.

Pero, ahora, el ministro de Finanzas no es Schäuble, sino el socialdemócrata Olaf Scholz, y apuesta por Nadia Calviño.

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