Malos datos de empleo en julio: ¿bache o un aviso de lo que viene?

Julio acabó con la 'isla' en la que se había convertido el empleo dentro del contexto económico general en 2022. La inflación batía récords cada mes, el precio de la energía se disparaba como nunca antes, varios sectores afrontaban escasez de suministros y una enorme incertidumbre marcaba los pasos de medio mundo por la invasión rusa de Ucrania. Y, mientras, el mercado laboral en España no solo aguantaba sino que mejoraba sus registros históricos. La afiliación tiraba con fuerza, hasta superar el máximo de 20 millones de personas trabajando, con un gran auge de los contratos indefinidos tras la reforma laboral, y el paro descendía a mínimos de hace 14 años.

El mes de julio alteró esa buena racha, rompiendo la “normalidad” de creación de empleo en verano, lo que ha encendido algunas alarmas. ¿Se trata de un bache o estamos ante el primer aviso de un deterioro del empleo?

Es la pregunta que enfrentan los economistas y que inquieta a una población temerosa por el duro –y reciente– recuerdo de crisis pasadas, de intensos desplomes del empleo en España. Según la mayoría de especialistas, aunque aún es pronto para dar una respuesta sobre la trascendencia de los datos de julio, ya hay varios elementos que aumentan la probabilidad de una contracción de la actividad económica en los próximos trimestres. En otoño “vienen curvas”, admitió hace unos días la vicepresidenta primera, Nadia Calviño.

Un deterioro de la economía que lo normal es que tenga alguna afectación en el empleo. La clave será cuánta. “Llevábamos tiempo esperando el frenazo” del empleo, en palabras de Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, tras conocerse los registros de julio. “Ahora que está aquí hay que ver cómo navegamos esta fase y si va ser una temporada de estancamiento o veremos una subida sustancial del paro. Por ahora apunta más a lo primero, pero la incertidumbre sigue por las nubes”.

La gran incertidumbre dificulta hacer previsiones

Cómo de pronunciadas serán esas “curvas” en la economía española está aún por concretarse. Más aún cuánto afectarán esas turbulencias al empleo. Aunque hay organismos que hacen algunas previsiones y la patronal CEOE ha llamado la atención sobre “la desaceleración preocupante en el empleo” para los próximos meses, la mayoría de especialistas económicos señalan que la “enorme incertidumbre” derivada de la guerra en Ucrania complica mucho hacer previsiones.

El Gobierno subraya que una gran parte de lo que suceda en España y Europa dependerá de las decisiones de una sola persona: el presidente ruso, Vladímir Putin. El riesgo de los cortes de gas sobrevuelan la UE y preocupan, en especial, por países como Alemania, el socio más frágil por su mayor dependencia del gas ruso.

“Imagínense que se corta el gas en Alemania”, advertía hace unos días la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, como uno de los escenarios más preocupantes por los efectos para el país germano, pero también para España, que se enfrentaría a escenarios “complejos”, apuntó.

La vicepresidenta segunda recordó que, en cualquier caso, agosto no es un buen mes para el mercado laboral. No lo es casi por norma, como muestran los siguientes gráficos de los últimos años, debido a la estacionalidad que lleva a la destrucción de empleos al terminar la temporada turística y el periodo estival.

Así, lo normal será una pérdida de empleo también este agosto. Para saber cómo de bueno, malo (o normal) será el mes, y si se constata una ralentización del empleo, habrá que mirar las cifras con el retrovisor de qué ha sucedido en el pasado.

“Para valorar cómo ha ido el mes miraría la afiliación, sobre todo, que es mucho más estable y segura que el dato del paro registrado”, explica Raül Segarra, estadístico especializado en el mercado de trabajo. “Compararía las cifras de este mes con las del periodo entre 2017 a 2019, que era de expansión y previo a la pandemia. Me parece el periodo más comparable a cómo estamos ahora”, sostiene.

Si los datos de este agosto mostraran grandes diferencias (a peor) respecto a épocas pasadas de crecimiento, entonces sí se iría asentando la idea de “cierta ralentización” del mercado de trabajo, que ya ha reconocido el Ejecutivo en la segunda quincena de julio.

Ralentización, “no una hecatombe”

Aunque se reconoce que los datos de empleo no han sido buenos en julio, en el Gobierno piden no caer en catastrofismos. Tampoco activar activar alarmas exageradas solo por los datos de un mes, que no son favorables a la economía y pueden incluso retraer la actividad antes de tiempo. Por ejemplo, al desalentar el consumo o posibles contrataciones por el propio temor a una posible crisis.

En Trabajo y Seguridad Social justifican en parte las malas cifras del empleo de julio por cuestiones muy concretas y específicas de este mes. Por una caída del empleo en Educación más acusada debido a que el pasado curso había más refuerzos de personal por la pandemia y a que las contrataciones este verano parece que se han adelantado, lo que ha dejado datos de empleo más elevados en junio en detrimento de julio. Ambas razones podrían explicar un mal dato más aislado en julio, sin repercusión inmediata en los próximos meses.

Pero además hay un tercer motivo, ese sí de más trascendencia, que pasa por la apreciación de cierta “ralentización” en el mercado de trabajo debido al contexto de incertidumbre desde mediados de mes. El secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, explicó que se ha percibido “cierto contagio” de la incertidumbre económica al empleo, dado el menor tirón de las contrataciones en varios sectores generadores de empleo en este mes.

El 'número dos' de Yolanda Díaz precisó que lo extraordinario era el gran avance del empleo a pesar de la guerra y, sin menospreciar el “toque de atención” de julio, recordó que las cifras de empleo no suponían “una hecatombe”.

El aumento del paro fue “ligero”, en algo más de 3.000 personas, con un total de personas desempleadas aún por debajo de la barrera de los tres millones y con datos positivos como el paro de los menores de 25 años, en mínimos históricos en un mes de julio. El total de personas paradas está en los niveles más bajos desde hace 14 años, en los primeros compases de la crisis financiera.

Traspiés en un mercado laboral fortalecido

De llegar “las curvas”, será esperable que estas tengan efecto en el empleo, pero también hay mucha expectación sobre su aguante. El mercado laboral llega a estas turbulencias económicas en máximos históricos de empleo, con 20,3 millones de trabajadores, y hay que ver cómo funciona la reforma laboral.

La legislación ha disparado como nunca antes la contratación indefinida, reduciendo el porcentaje de asalariados dependientes de contratos temporales, que son los más frágiles en las crisis. También ha asentado en el marco laboral los nuevos ERTE, el Mecanismo Red, pensado para la protección del mercado de trabajo de cara a futuras crisis.

“Es muy espectacular ver el cambio en la tasa de temporalidad y en los contratos indefinidos, pero ahora hay que ver cómo se asienta eso”, opina Raül Segarra. Es decir, si el mercado laboral aguanta y se vuelve menos volátil como ocurre en otros países europeos, sin que las crisis supongan una debacle absoluta de puestos de trabajo, como pasó en España en la pasada crisis financiera, cuando se superaron los seis millones de parados.

Desde el Gobierno, el presidente Pedro Sánchez y la vicepresidenta Nadia Calviño han asegurado que los datos del mercado de trabajo ya hay que leerlos con “otras lentes” porque la reforma laboral ha puesto en marcha un “cambio estructural” en el empleo. Desde el mundo académico se precisa que los cambios estructurales tardan más (incluso años) en plasmarse y que aún es pronto para verlos reflejados en las estadísticas de empleo.

Ángel Talavera destaca también que, aunque el empleo temporal está descendiendo, aún sigue siendo elevado (alrededor del 22% de los asalariados), mucho más que en el resto de países europeos. “Aparte de que seguimos sufriendo un problema de excesivo empleo de poco valor añadido, lo que lleva a baja productividad y bajos salarios, y hace que España siempre destruya mucho más empleo durante las crisis”, añade el economista.

También hay otros elementos importantes, recuerda Raül Segarra, como el tamaño de las empresas, que en España son muy pequeñas y se ven más expuestas a las crisis. “La protección del tejido productivo es fundamental para salir más pronto de las crisis, como se ha visto con la pandemia”, sostiene.

El especialista recuerda la gestión de la crisis por la COVID, con los ERTE, el paro de los autónomos y otras ayudas para las empresas, que salvaron muchas compañías y provocaron una reactivación económica más ágil. Mucho más de lo previsto. “Creo que pocos esperábamos en mayo de 2020 que hoy tuviéramos récord de trabajadores y los datos de empleo que tenemos”, subraya Segarra. Esa fortaleza inesperada del mercado de trabajo es la que, parece, se pondrá de nuevo a prueba a partir de otoño.