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¡Fiebre por las gigafactorías! Promotores que pincharon con el grafeno quieren abrir la primera en España

Imagen por ordenador de la anunciada fábrica de baterías de Badajoz

Analía Plaza

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En las últimas semanas ha habido varios anuncios que ponen a España en la senda de la electrificación:

  • SEAT e Iberdrola lideran junto al Gobierno un consorcio para construir una fábrica de baterías que podría —aunque no está confirmado— ir a Catalunya.
  • Ford ha dicho que hará motores híbridos en la planta valenciana de Almussafes, en pleno proceso de ERE.
  • En paralelo, la Generalitat Valenciana impulsa la Alianza Valenciana de Baterías, liderada por Power Electronics y Ford.
  • Renault ha adjudicado a sus factorías de Palencia y Valladolid la fabricación de cinco modelos híbridos.
  • Y Extremadura se ha desmarcado anunciando que la primera fábrica de celdas de baterías estará allí.

“Aquí está todo el mundo compitiendo y lanzando sus anuncios. Esto que pasa en España pasa en otros países, como Italia. Las empresas anuncian que van a lo eléctrico, se ve que habrá demanda y nadie quiere quedarse el último”, valora Carlos Bravo, portavoz de la Federación Europea de Transporte y Medioambiente. “Ahora las baterías vienen de China. Europa ha entendido que es mejor ser autosuficientes. Pero son proyectos. Aún no han empezado las obras”.

El anuncio de Extremadura no es nuevo. Lleva tiempo rumiándose, si bien es la primera vez que el Ministerio de Industria lo comparte. “Un proyecto que coloca merecidamente a esta región como centro industrial y tecnológico para la movilidad del futuro”, dijo la ministra Reyes Maroto en Twitter. “Es una buena noticia porque llevamos dos años trabajando con esta empresa, que además es española”, explicó más tarde.

La empresa en cuestión es Phi4Tech. Es una compañía joven, fundada en 2018 y liderada por Mario Celdrán y Alejandro Ayala, que proceden del grafeno (ambos estuvieron en la fallida empresa murciana Graphenano y salieron por discrepancias con los socios) e impulsan un macroproyecto inmobiliario en Badajoz. Fuentes del Ministerio aclaran que la factoría no está “escogida” por el Gobierno, sino que Phi4Tech se la presentó hace tiempo, antes de que llegaran la pandemia y los fondos europeos.

La futura gigafactoría —que aspira a una capacidad inicial de 2 gigavatios hora (GWh) al año, poco para baterías de coches— tiene varias características que la distinguen del resto. En primer lugar, que no hay ningún grupo automovilístico detrás. Las fábricas de baterías suelen ir ligadas a empresas de coches, que serán sus principales clientes, y ubicarse cerca de estos para evitar costes de transporte. “No nos definimos como una empresa de baterías, sino de almacenamiento energético”, dice Celdrán a elDiario.es. “Todo el mundo se fija en los coches porque es lo más obvio. Pero nuestros primeros clientes, que aún no podemos anunciar, están en el mundo de las renovables. No necesitamos una empresa de automoción para justificar una fábrica de baterías”.

Por otro lado, la futura factoría está aliada con la empresa que pretende explotar una mina de litio cercana: Lithium Iberia, en manos del empresario y broker de Bolsa Íñigo Resusta, también socio en la promotora inmobiliaria, Civitas Pacensis.

En Extremadura, región rica en litio, hay un gran rechazo social a la minería a cielo abierto, más barata y fácil de ejecutar que la subterránea. Pero también hubo una ofensiva en contra de que su litio terminara transformándose en fábricas de otra comunidad. Desde la Plataforma No a La Mina de Cañaveral entienden que anunciar la fábrica a bombo y platillo es una forma de calmar los ánimos.

“Quieren colarnos la mina a toda costa. Venden que creará empleo, pero la gente no se lo cree. Así que venden que habrá fábricas”, dice uno de sus portavoces, Pablo Ramos. “Nosotros creemos que así se sacrifican explotaciones sostenibles a largo plazo, las dehesas, para poner explotaciones mineras de duración muy limitada en el tiempo”.

El proyecto de Phi4Tech no pide, además, dinero público. Al menos de momento. La empresa calcula que necesitará mil millones de inversión: hasta 400 para la fábrica de celdas de baterías (que será modular y crecerá en base a la demanda), 200 para la fábrica de cátodos, 318 para la mina de Las Navas y la fábrica de transformación de litio y otros 40 para la mina de Aguablanca, que compraron a Sacyr.

Phi4Tech aún no ha presentado ningunas cuentas relevantes en el Registro Mercantil: solo las de 2018, sin ingresos ni apenas patrimonio. Celdrán explica que la facturación empezará a ser relevante este año y que hasta la fecha han funcionado con cerca de 40 millones de euros de inversión propios, de friends and family e inversores nacionales y extranjeros, como el fundador del fondo KKR. También han recibido financiación bancaria. Aseguran tener cerrado el 60% de la inversión necesaria. En la presentación junto al presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, este indicó que había participado en reuniones con la empresa para dar “certidumbre” al proyecto.

“Unos 600 millones de bancos y fondos de inversión para la fábrica de baterías y cátodos”, dice. Phi4Tech forma parte del PERTE —el proyecto para captar fondos europeos— de SEAT e Iberdrola, pero no condiciona su proyecto a recibirlos. “Si nos los dan sería una ayuda muy grande. ¿Que no? Pues tenemos nuestro camino. Lo que queremos es que nos traten igual. Nuestro proyecto nació antes que los fondos”.

¿Qué pasó con Graphenano?

Celdrán, Ayala y Resusta se conocieron en Graphenano, una compañía murciana nacida en 2012 que prometía revolucionar el mundo de las baterías y aún no lo ha hecho. Graphenano aspiraba a crear una batería con una capacidad cuatro veces superior a la de Tesla y a facturar 4.000 millones de euros en 2019. La realidad fue mucho más modesta: ese año, la empresa apenas llegó al medio millón de facturación y registró pérdidas de 1,3 millones. Hoy cuenta con ocho filiales en las que, según explica en su web, desarrolla nuevas aplicaciones de grafeno en prótesis dentales, pieles o placas solares.

Fundada por dos hermanos, Martín y José Antonio Martínez Rovira, Graphenano contaba con una filial llamada Grabat Energy. En junio del año pasado, Íñigo Resusta (presidente de Lithium Iberia) y la multinacional china Chint se quedaron con el 100% de Grabat. Grabat, según este reportaje de El Confidencial, era la encargada de manufacturar las celdas de las baterías. Este sería el germen de lo que hoy es Phi4Tech.

“Yo fui una parte activa de Graphenano, pero por discrepancias con el accionista mayoritario y que la empresa no iba en buena dirección, decidí dimitir e irme con Alejandro Ayala”, admite Celdrán. “Ahí había una filial, Grabat, que iniciamos para hacer celdas. Esa planta, en Murcia, nos la hemos quedado y la estamos operando. De esa iniciativa aprendimos mucho, porque las cosas se podían haber hecho mejor. Nos hemos quedado con lo que desarrollamos de manera más activa. Y la gente que ve lo que hemos hecho, sabe de lo que somos capaces”.

Tanto Phi4Tech, para la fábrica, como Lithium Iberia, para la mina, están aún a la espera de las licencias y resoluciones urbanísticas pertinentes. “Nuestro acuerdo es con Lithium Iberia, pero yo tengo que velar porque la planta de baterías funcione en cualquier caso. Ahora compramos el litio en China”, continúa el fundador Celdrán. Es en una planta de Noblejas (Toledo) donde tienen el laboratorio de I+D, aunque el primer prototipo funcional de batería llegará durante el año. Aún no está.

Al tiempo que impulsan su fábrica —que, si todo sale según lo anunciado, será la primera gigafactoría de España—, los tres socios desarrollan un nuevo y futuro megabarrio en Badajoz. Le han puesto el mismo nombre que a la promotora (Civitas Pacensis) y pretenden construir 2.700 viviendas. Ayala, que antes de entrar en el sector de los materiales ya era promotor inmobiliario, explicó en una entrevista en Idealista que él y sus socios compraron suelo en la ciudad al calor de la futura plataforma logística, en la que se instalará Amazon.

Celdrán aclara la relación entre el plan urbanístico, la fábrica y la mina. “Son proyectos que en origen fueron independientes, pero que las circunstancias han juntado. Mi socio Alejandro Ayala tuvo la visión de que Badajoz podría crecer y hacer una ciudad nueva al otro lado del río. Y, al final, la apuesta por la ciudad es integral”, zanja.

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