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Desmontando el 10% del peso de la automoción en el PIB, usado para justificar millones en ayudas públicas

Una operaria trabaja en el Seat León, en la fábrica que la automovilística tiene en Martorell

Analía Plaza

14 de septiembre de 2021 22:09 h

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La automoción representa el 10% del PIB español. ¿Seguro? Aunque oscila arriba y abajo según el momento y lugar, la cifra se repite como un mantra antes de anunciar millones de ayudas públicas al sector. Y, sin embargo, no queda claro de dónde sale.

A diferencia del turismo, el Instituto Nacional de Estadística no realiza un estudio detallado del peso del sector del automóvil. Sabemos que el turismo supuso en 2019 un 12,4% del PIB y que el INE le dedica estos cálculos por resultar especialmente complejo, al tocar muchas áreas, y por ser “el mayor sector de la economía”, según confirman fuentes del organismo. Pero, ¿y la automoción? La patronal de los fabricantes de coches, Anfac, publica todos los años un informe anual en el que recoge este dato. En concreto, en el año 2020 Anfac afirmó que la industria del automóvil supone un 8% del PIB y más de un 11% si se tienen en cuenta otros sectores relacionados, como la distribución, los seguros y las financieras. En 2019 dieron cifras muy similares.

El redondeo suele irse al 10% —así lo indica Anfac en la introducción de su informe— y se reproduce en medios de comunicación y discursos gubernamentales. Por ejemplo: durante el anuncio del “plan de impulso a la automoción” en junio de 2020, Pedro Sánchez recalcó que el sector es “estratégico para España” y que “representa hasta una décima parte de nuestro PIB”. El Gobierno aprobó 3.750 millones de euros para mejorar la cadena de valor y renovar el parque de vehículos, con un presupuesto de 1.050 millones en subvenciones para comprar coches. Este periódico también reprodujo la cifra sin hacer sus propios cálculos.

“Mi compañero Javier Asensio y yo llevamos años detrás de esto. Nos llamaba mucho la atención que un solo sector acaparase el 10% de la producción de un país”, cuenta al teléfono el economista Juan Luis Jiménez, profesor asociado en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. “Nadie sabe cómo lo sacan, nunca hemos encontrado la metodología. Y el Gobierno da por hecho lo que dice Anfac”. Por la cantidad de ayudas públicas que recibe a través de subvenciones a la compra, estos dos economistas querían conocer la realidad del sector.

A Jiménez y Asensio les chirrió del todo el tema cuando observaron su “consagración” en el Boletín Oficial del Estado. En julio se publicó el PERTE (proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica) del vehículo eléctrico, con una inversión pública estimada de 4.295 millones de euros. La introducción afirmaba que “el sector de la automoción representa de forma directa el 11,4% del Valor Añadido Bruto de toda la economía española”.

El Valor Añadido Bruto (VAB) es el valor de los bienes y servicios que se producen en un país, descontando impuestos y consumos intermedios. “Computa todo lo que se produce, pero solo la parte que genera valor añadido”, explica Jiménez. “Una explicación que le daría a un alumno es el pan. Está el que produce el trigo, el que lo amasa y el que lo vende. Cada uno aporta su valor añadido. Si contabilizas toda la cadena de producción sin descontar el valor añadido de la parte anterior, estás duplicando. Piensa en una bola de nieve, que al saltar de una montaña a otra aumenta. ¡Pero ya tenía un tamaño! El valor añadido es solo el aumento de tamaño”. El PIB se obtiene añadiendo los impuestos indirectos al VAB.

En el sector de la automoción, está el que fabrica las ruedas y el que fabrica el coche. Si sumamos la producción de las ruedas y la producción del coche (ambos en miles de euros), estaremos duplicando conceptos... porque las ruedas forman parte del coche. Para conocer el peso de un sector en la economía española se puede acudir a la contabilidad nacional publicada por el INE y sacar el VAB de los subsectores que nos interesen. Eso se suma y se divide entre el VAB total o entre el PIB.

Eso fue lo que hicieron Jiménez y Asensio. Sumaron el valor añadido de los dos subsectores específicos de la automoción —“fabricación de vehículos a motor, remolques y semirremolques” y “venta y reparación de vehículos a motor y motocicletas”— y lo dividieron entre el VAB y el PIB total.

¿Resultado? Con los datos más recientes, de 2018, la automoción supone un 2,8% del VAB y un 2,5% del PIB, muy lejos del 10% que pregona la patronal y del 11,4% que recogió el BOE. Sus resultados, revisados por elDiario.es, están publicados en el blog económico Nada es Gratis. “Se trata de un valor bastante estable desde hace diez años, con una ligera tendencia al alza”, anotan. En otros países el peso de la automoción tampoco llega, ni de lejos, al 10% (usando este mismo método). En Alemania, primer productor europeo, es ligeramente superior a España, pero no llega al 3%.

Sumando otros epígrafes la cifra puede aumentar, pero no tanto. Por ejemplo, un reciente informe de Caixabank tuvo en cuenta el epígrafe “fabricación de otro material de transporte”, con un VAB muy inferior a los anteriores.

Fuentes del Ministerio de Industria, uno de los coproponentes de la medida, confirman a este periódico que los datos suele aportarlos el sector y que no tienen estudios propios que los corroboren. Anfac no ha respondido a preguntas específicas sobre su metodología, si bien ha asegurado que son dos economistas y diversos consultores los que los elaboran.

Jiménez sospecha que Anfac infla los datos sumando la producción de la fabricación de vehículos, sus componentes y la distribución y dividiendo eso entre el PIB. Este método supondría duplicar consumos intermedios (contar las ruedas del coche dos veces), “un error, intencionado o no, grave y fácilmente detectable por cualquier estudiante de Economía de Bachillerato”, añade.

¿Y el efecto arrastre?

“Lo que ellos dicen es absolutamente correcto”, afirma María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas. “Si un coche cuesta 20.000 euros, ese es el valor de su producción. Pero a lo mejor, de esos 20.000, 15.000 euros son productos intermedios que ha necesitado para su fabricación. Si los descuentas, te queda el valor añadido: 5.000. Si sumas la producción de los productos intermedios y del producto final, sumas dos veces”.

“Sin embargo”, continúa, “yo complementaría este análisis con el efecto indirecto o arrastre sobre otros sectores. La automoción demanda bienes y servicios de terceros: productos químicos, servicios de publicidad... Se puede hacer mucho más completo considerando el arrastre”.

El 'efecto arrastre' ha sido el punto más criticado al análisis de Jiménez y Asensio. Según explican, este dato se puede sacar usando otras métricas del INE: las tablas input/output, que precisamente recogen la influencia de un sector sobre el resto. La economista sénior de Funcas ha hecho el cálculo. “Sumando el impacto directo y el efecto arrastre, me sale un 6,5% del VAB”, indica. La cifra aumenta, pero sigue lejos de la publicada por el Gobierno en el BOE.

Anfac tampoco ha explicado a este periódico cómo obtiene las cifras de empleo en la automoción. La patronal suele situar en dos millones los puestos de trabajo, sumando directos e indirectos, del sector. El Gobierno recoge esa cifra. La media de afiliados a la seguridad social en los subsectores de “fabricación de vehículos a motor, remolques y semirremolques”, “fabricación de otro material de transporte” y “venta y reparación de vehículos de motor y motocicletas” de los últimos años se sitúa en algo más de medio millón de trabajadores, según cálculos propios realizados por este periódico.

“Como no conocíamos la metodología que usan en los datos originales, los hemos calculado nosotros mismos. Y con eso comprobamos que el peso del sector no llega ni a un tercio de lo que el sector promulga. Es un sector muy importante y no queremos quitarle peso”, concluye Jiménez. “Pero sí que se utilicen los datos reales, porque en base a esos datos se decidirán las políticas económicas”.

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