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Cómo 'hackear' la ciudad

Integrantes de Hackity hablan con una vecina en la acción El salón de tu barrio. / Hackity

María Muñoz

La ciudad está pensada para los coches y diseñada de arriba hacia abajo, es decir, sin contar con los ciudadano que viven en ella”. El que habla es Eusebio Reyero, uno de los integrantes de Hackity, un estudio de diseño social, “en el sentido de servicio al ciudadano”, que quiere hacer partícipe a los habitantes de la evolución de las ciudades en las que habitan. Para ello, han puesto en marcha una aplicación, aún en versión beta pero que ya se puede descargar a través de una web y usar, que permite a los que se registren en ella compartir y dar a conocer aquello que no les gusta de su barrio o que quieren cambiar.

De esta manera, si alguien ve algo en su zona o en cualquier otra algo que no le gusta, como un bache, un paso de cebra mal colocado, una plaza pensada para el tráfico rodado pero que hace dar grandes rodeos al peatón para poder cruzar de calle o una alcantarilla sin tapa puede hacer una fotografía subirla a la red y comentar lo que no le gusta. La idea es que el resto de vecinos también puedan opinar sobre ello. “Se trata de una herramienta abierta a todo el que quiera conocer qué es lo que quieren los ciudadanos”, señala Reyero, quien apunta directamente a administraciones, colectivos y asociaciones de vecinos que ya trabajan en el barrio y así puedan canalizar de una manera más fácil las protestas o peticiones vecinales.

La empresa, formada por seis personas procedentes del mundo de las consultoras y el diseño de productos, aunque también hay urbanistas y sociólogos, ya está hablando con colectivos, ayuntamientos madrileños y colegios para empezar a crear redes de ciudadanos que quieran participar en el diseño y devenir de sus ciudades. Pero Hackity no quiere convertirse en un mero recolector de datos, sino también saber qué y quiénes están detrás de esos datos.

Acercarse a los vecinos

Una vez al mes organizan lo que han llamado El salón de tu barrio. “La idea es acudir con un sofá, una mesita y un café a una zona de un barrio donde los vecinos hayan identificado un problema”, señala Reyero. Pone como ejemplo el caso de un paso de cebra que los usuarios de la aplicación han señalado como un problema. “Nadie cruza por él porque está situado a 100 metros del supermercado, pues nosotros nos acercamos al barrio para saber qué es lo que realmente pasa, si existe un problema de planificación o es que la gente lo hace simplemente por comodidad”, cuenta el miembro del estudio. En vez de estudiar el problema con una encuesta prefieren sentarse con un sofá y escuchar lo que los vecinos tienen que decir para elaborar posteriormente un informe de lo que está ocurriendo.

“Nosotros somos generadores de investigaciones y queremos que todos los datos que recolectamos sirvan a las asociaciones, ayuntamientos y colectivos que nos los pidan”, explica Reyero. Por el momento, ya han puesto en práctica esta iniciativa en los barrios madrileños de Santa María de la Cabeza y Puerta del Ángel y la acogida ha sido buena. “Al principio la gente nos miraba y nos preguntaba si era una obra de teatro pero cuando les contábamos se iban sentando y nos explicaban lo que les gustaba o no del barrio”, indica.

También quieren ir generalizando por Madrid, donde actualmente trabajan aunque con la intención de ir ampliando su campo de acción a otras ciudades, las Hackity Dinner. Se tratan de encuentros que convocan a través de las redes sociales para “hackear” la ciudad entre todos los asistentes. “Hackear en el sentido de dar un uso alternativo a algo que no estaba pensado para ello”, puntualiza Reyero. Entre los que acuden pagan unos cinco euros para adquirir los materiales y se ponen a “repara la ciudad”. Una de estas acciones ha sido construir una biblioteca pública con una caja de plástico y colocarla en una calle del céntrico barrio de Lavapiés. El mecanismo era fácil: quien cogiera un libro debía dejar otro a cambio. “Estuvo funcionando bastante tiempo y veíamos que los libros se renovaban hasta que un día desapareció”, señala.

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