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Asma en mujeres, por qué cada vez hay más casos

Una mujer sosteniendo un inhalador

Mercè Palau

Sensación de falta de aire o dificultad para respirar, jadeos, tos seca o con moco, sobre todo durante la noche, sibilancias o pitidos al respirar y sensación de opresión en el pecho son algunos de los síntomas más habituales que suele sufrir una persona con asma —aunque no todas experimentan los mismos ni de la misma manera—. Puede ocurrir que algunos de estos signos aparezcan durante la noche, después de realizar ejercicio, con la exposición al frío, el contacto con alérgenos o pasar por emociones fuertes.

El asma es una enfermedad crónica de las vías respiratorias que afecta a más de 260 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, se calcula que hay un porcentaje de entre un 5% y un 10% de personas asmáticas, de acuerdo con los datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). En los últimos años, el asma ha aumentado un 12,6% en personas de mediana edad, en mujeres y entre adolescentes. 

Cómo afecta el asma a las vías respiratorias

Las vías respiratorias de nuestros pulmones están rodeadas de músculos y contienen glándulas mucosas. En condiciones normales, estos músculos están relajados. Pero en una persona con asma a menudo están sensibles e inflamados.

Esta enfermedad “presenta una inflamación crónica, condicionada en parte por factores genéticos y por la cual los pacientes sufren episodios de espasmos en las vías aéreas, normalmente reversibles espontáneamente o por el efecto de medicamentos”, reconoce la Doctora María Jesús Rodríguez Nieto, jefa del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

Al inflamarse las vías respiratorias, cuando se activan, pueden contraerse aún más, obstruyendo el flujo de aire a los pulmones, lo que se traduce en la presencia de síntomas como los descritos de falta de aire o dificultad para respirar, etc. Aunque pueden variar en cada persona. Pueden aparecer de forma paulatina o como ataques repentinos y recurrentes. 

Aunque no se han determinado las causas exactas del asma, sí hay más predisposición a desarrollar esta patología si hay una historia familiar (genética), algún tipo de alergia, infecciones pulmonares, exposiciones ocupacionales, obesidad y  factores ambientales como la contaminación.

Tanto es así que “se estima que hasta el 13% de los nuevos casos anuales de asma pediátrica pueden estar relacionados con la emisión de dióxido de nitrógeno, un contaminante procedente sobre todo de las emisiones del tráfico rodado”, admite la Doctora Mar Fernández Nieto, especialista del Servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz.

La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) afirma que la contaminación del aire está relacionada con el aumento y la gravedad de alergias respiratorias en los más pequeños y se asocia con el desarrollo de asma infantil. 

Algunos estudios observan incluso que existe una relación entre los ingresos por enfermedad respiratoria en la infancia y los niveles de contaminantes atmosféricos, especialmente el dióxido de nitrógeno.

Asma en mujeres, un problema en aumento

Los datos también reflejan que los casos de asma han aumentado en las mujeres, en concreto lo han hecho un 12,6% entre las personas de mediana edad y las mujeres en los últimos años. De acuerdo con un estudio publicado en Cell Reports, el hecho de que las mujeres tengan dos veces más probabilidades que los hombres de tener asma puede estar causado por los efectos de las hormonas sexuales en las células de los pulmones. La testosterona obstaculizaría una célula inmunitaria vinculada a los síntomas del asma, como la inflamación. 

Asma, una enfermedad que se puede diagnosticar y tratar, pero no curar

A la hora de hablar del tratamiento del asma nos encontramos con una doble vertiente. Por un lado, es una enfermedad que cuenta con numerosas opciones de tratamiento que se basan en “múltiples inhaladores y combinaciones de moléculas de probada eficacia”, reconoce la Doctora Fernández Nieto. Como explica la alergóloga, contar con fármacos biológicos “ha cambiado la vida de los pacientes con asma grave ya que se puede llegar a conseguir una remisión de la enfermedad”. 

Pero de nada sirve contar con todo este arsenal terapéutico si no hay un cumplimiento efectivo y eficaz. Si el paciente no percibe la necesidad de seguir el tratamiento pautado, aunque se sienta bien, hará que el proceso inflamatorio que estaba controlado se reactive y surja de nuevo al cabo de unos días o semanas. Seguir la terapia prescrita por los profesionales es fundamental a la hora de hablar de control de la enfermedad.

Desde la Fundación Jiménez Díaz, que cuenta con una Unidad Multidisciplinar de Asma para abordar esta patología desde un enfoque integral y especializado, y en la búsqueda del mejor tratamiento, trabajan en el desarrollo de biomarcadores de prognosis, diagnósticos y de seguimiento de tratamiento del asma. 

En este sentido, la Doctora Victoria del Pozo Abejón, especialista del Servicio de Inmunología y subdirectora de Investigación del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz, y sobre la investigación de miRNAS como biomarcadores afirma, “estamos estudiando y trabajando en la respuesta de los pacientes a estas nuevas terapias, haciendo un seguimiento muy estrecho del grupo que lo recibe y analizando su mejoría clínica, aspectos inmunológicos y de calidad de vida”.

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