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Crisis epilépticas, del diagnóstico preciso al tratamiento personalizado

Una mujer ayuda a una joven con una crisis de epilepsia.

Mercè Palau

Nuestro cerebro controla nuestra forma de funcionar. Dentro de él, millones de células nerviosas transmiten mensajes a través de señales eléctricas. Normalmente, el cerebro genera de manera continua pequeños impulsos eléctricos en un patrón ordenado. Estos impulsos viajan a lo largo de las neuronas, la red de células nerviosas del cerebro.

Pero si la actividad eléctrica en el cerebro es excesiva el resultado puede ser la epilepsia, un grupo de trastornos neurológicos de varios tipos y gravedad que se caracteriza por la aparición de crisis epilépticas recurrentes que se suelen acompañar de alteraciones en el electroencefalograma o la resonancia magnética cerebral. 

Epilepsia, cuando aumenta la tendencia a tener convulsiones 

La epilepsia se diagnostica cuando una persona ha presentado más de una crisis epiléptica (aunque no todas las crisis epilépticas se deben a la epilepsia). En la epilepsia, los ritmos eléctricos del cerebro tienden a desequilibrarse por varios motivos: cualquier lesión al cerebro, ictus, tumor, infección, demencia alteraciones genéticas, etc. 

Cualquier persona puede desarrollar epilepsia, en cualquier momento de la vida, aunque es más habitual diagnosticarla en niños y personas mayores de 65 años. En todo el mundo, afecta a unos 50 millones de personas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, la cifra se sitúa en torno a las 300.000 personas

Las crisis epilépticas suelen ser de aparición repentina, durar poco tiempo y terminar por sí mismas. Pueden empezar durante la vigilia o el sueño y pueden provocar una alteración en el  nivel de conciencia de las personas.

Hay distintos tipos de crisis epilépticas; depende de la parte del cerebro que se ve afectada y lo que controla esta parte. Algunas personas tienen crisis en las que pierden el conocimiento, y pueden caer y convulsionar. Otras pueden quedar confundidas, deambular y comportarse de manera inusual. 

La importancia de buscar atención especializada y personalizada

Las unidades especializadas en epilepsia brindan un enfoque multidisciplinar y pueden ayudar a las personas a explorar todas las opciones de tratamiento. Como la Unidad de Epilepsia del Hospital Fundación Jiménez Díaz, integrada en el Servicio de Neurología y una de las primeras especializadas en esta enfermedad neurológica creadas en España, en la década de los 90. Desde entonces, se ha convertido en un importante centro de referencia en el tratamiento e investigación de la epilepsia.

La importancia de unidades como esta radica en que se pueden hacer “diagnósticos más precisos y, por tanto, instaurar un tratamiento mucho más personalizado”, reconoce el Doctor José María Serratosa, responsable de esta unidad. Entre sus principales particularidades está su carácter multidisciplinar. “Neurólogos, enfermeras especializadas en epilepsia, neuropsicólogos y cirujanos especialistas en cirugía de la epilepsia” son los especialistas que integran esta unidad, admite el experto. 

El equipo médico, junto con unas instalaciones modernas y un equipamiento médico adecuado, permiten llegar a un diagnóstico más preciso y, por tanto, a un tratamiento más eficaz. Porque, aunque conseguir diagnosticar bien la enfermedad es clave y parece obvio, en ocasiones esto no resulta tan fácil. 

Según una revisión de las historias clínicas realizada en el Reino Unido, un 13% de los pacientes remitidos por epilepsia farmacorresistente en realidad no tenían epilepsia (algunas afecciones se asemejan y pueden confundirse, como desmayos, crisis psicógenas o niveles muy bajos de azúcar en sangre). 

Diagnosticar la epilepsia, por tanto, no es sencillo porque cada persona responde de una manera única y, a menudo, impredecible, al tratamiento. De ahí que se necesiten tantos tratamientos como sea posible.

Cuando el tratamiento farmacológico no funciona

La epilepsia es una afección a largo plazo o de por vida. El tratamiento busca controlar o detener las crisis de manera que se reduzca el impacto en la calidad de vida. Por tanto, el tratamiento suele consistir en controlar las convulsiones. 

El farmacológico, con medicamentos anticrisis, suele ser efectivo en el 60-70% de los casos. ¿Qué ocurre con el 30% restante que no responde a los medicamentos?  En este caso, los especialistas tienen que buscar otros tratamientos.

El neurólogo José María Serrratosa explica que se puede recurrir a “otras terapias como la estimulación cerebral o la cirugía resectiva o de desconexión”, es decir, eliminar o desconectar el foco que provoca la crisis.

Otra posibilidad es prescribir una dieta especial, como la cetogénica, rica en grasas y que imita los cambios metabólicos del ayuno y ayuda a controlar las crisis. Aunque es posible que no funcione para todo los tipos de epilepsia, sí es adecuada para algunas.

Cerco a las epilepsias genéticas

La Unidad de Epilepsia, integrada en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERED) e integrante del consorcio europeo para el estudio de epilepsias raras, trabaja también de manera tenaz en el caso de las epilepsias genéticas, más complicadas de manejar porque suelen ir asociadas a retraso psicomotor y son más resistentes a los fármacos.

Según la Sociedad Española de Neurología (SEN) una epilepsia es genética cuando existe una anomalía genética o existe una historia familiar positiva. Algunos estudios epidemiológicos nos dicen que el factor hereditario tiene algo que ver en ello, aunque en la mayoría de los casos no se ha determinado una causa genética específica. Los estudios en este campo servirán para esclarecer las lagunas que aún existen en este campo. 

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