Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Migraña, más allá de un simple dolor de cabeza

Una mujer con migraña.

Mercè Palau

La migraña afecta a un 12-13% de la población, lo que significa que más de cinco millones de españoles sufren esta enfermedad, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). De acuerdo con los mismos datos, el 80% de las personas que la sufren son mujeres, en la mayoría de los casos en edades de entre los 20 y los 40 años.

Migraña, cómo se diferencia de un dolor de cabeza

La migraña es una enfermedad compleja con una amplia variedad de síntomas. Para muchas personas, la principal característica es un fuerte dolor de cabeza. Otros síntomas incluyen problemas de visión, sensibilidad a la luz, ruido, náuseas y vómitos. Estos varían de una persona a otra.

Esta enfermedad es crónica y muy discapacitante (la Organización Mundial de la Salud la clasifica como la octava enfermedad más discapacitante), con diversas causas y varias manifestaciones clínicas que se suelen suceder en varias fases (prodrómica, aura, cefalea y postdrómica). No es necesario experimentar todas las fases. De hecho, se calcula que solo alrededor del 20% de las personas con migraña tienen un aura. Comprender estas fases puede ayudar a controlar mejor la enfermedad.

Las dos primeras fases (prodrómica y aura) suelen aparecer antes de que surja el dolor de cabeza. En el estado prodrómico, los síntomas más comunes son cansancio extremo, irritabilidad o mal humor, dificultad para concentrarse y antojos de comida. En muchos casos, esto no suele identificarse como el comienzo de un ataque de migraña. El aura es más rara y normalmente empieza justo antes de que comience la cefalea, con síntomas como cambios en la visión, hormigueo, entumecimiento o dificultad para hablar.

La aparición de estos signos puede servirnos de señal de alarma y de advertencia. Prestar atención a estos síntomas nos ayudará a saber que tenemos que empezar el tratamiento; cuanto más pronto lo hagamos, mejor. Porque, como reconoce el doctor Jaime S. Rodríguez Vico, Coordinador de la Unidad de Cefaleas del Servicio de Neurología de la Fundación Jiménez Díaz,  para que los tratamientos sintomáticos como los antiinflamatorios o los triptanes sean más efectivos “es importante tomarlos  durante los primeros treinta minutos de la cefalea, ventana de oportunidad para que actúen estos fármacos”. 

“No se deben guardar los triptanes para cuando los antiinflamatorios no hagan efecto, sino cuando pensemos que va ser moderada o intensa”, ha añadido este especialista de la Fundación Jiménez Díaz, centro que acaba de convertirse en el primer hospital del mundo en recibir el EFQM Global Award, Premio a la Excelencia en Gestión de mayor Prestigio Internacional.

La cefalea es la fase que incluye el dolor, en uno o ambos lados, que puede durar desde  unas horas a varios días e incluir también náuseas, vómitos, sensibilidad a la luz y al ruido, de ahí que la persona que la sufre se vea obligada a acostarse en un lugar oscuro y silencioso. La fase final, la postdrómica, incluye fatiga, dolor corporal, dificultad para concentrarse, mareos, etc. Las personas que la sufren suelen describirla como una sensación similar a una resaca.

Factores genéticos y ambientales, principales causas de la migraña

Aunque las causas de la migraña no están muy claras, sí se apunta la genética como una de las principales: es frecuente que las personas con migraña tengan algún familiar que también la padezca. Los genes están relacionados con el proceso del dolor y con los vasos sanguíneos, de ahí que la migraña se considere un proceso neurovascular. Se considera que el 90% de las personas con migraña tienen antecedentes familiares.

Además de estos genes, cuya presencia no tiene por qué explicar necesariamente un ataque, se deben contemplar también otros factores desencadenantes que afectan a un gran número de personas. Los más comunes son el estrés, ciertos alimentos, saltarse las comidas, el consumo de alcohol, dormir poco, cambios en el clima, altas presiones atmosféricas y  cambios hormonales en las mujeres. Todos tienen capacidad para “desencadenar la crisis de migraña”, reconoce Olga Pajares Pascual, Enfermera de la Unidad de Cefaleas.

Cómo se trata la migraña

Aunque no existe una cura absoluta para la migraña, hay dos formas de abordar el tratamiento: el sintomático y el preventivo. El sintomático se usa para mitigar el dolor, cuando se experimenta un ataque. Se usan medicamentos anti-inflamatorios como ibuprofeno, naproxeno y los triptanes.

El tratamiento preventivo, que suele utilizarse cuando las crisis son muy frecuentes o discapacitantes, está diseñado para reducir la frecuencia, la gravedad y la duración de los ataques antes de que ocurran. Se acostumbran a usar fármacos por vía oral, toxina botulínica y anticuerpos anti-CGRP. Según el doctor Alex Jaimes Sánchez, Adjunto de la Unidad de Cefaleas, la mejoría puede “tardar hasta 12 semanas”, de ahí que sea importante mantener el tratamiento durante todo el tiempo, excepto si aparecen efectos adversos.

Más allá de la opción farmacológica, también se apunta a modificaciones en el estilo de vida para controlar la migraña, como realizar ejercicio físico de manera regular, seguir una alimentación saludable y mantener una rutina de sueño. 

La clave para que el tratamiento sea efectivo es enfocarlo, como bien saben los expertos de la Fundación Jiménez Díaz, en las necesidades y características de cada persona porque el objetivo final es mejorar su calidad de vida.

Etiquetas
stats