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Verano e insectos: cómo actuar frente a las distintas picaduras

Un mosquito

Mercè Palau

Arañas, mosquitos, abejas o avispas. Las picaduras, sean de lo que sean, aunque la mayoría no son graves, sí pueden convertirse en una gran molestia y una verdadera pesadilla en verano. Es muy difícil luchar contra ellas y seguro que, en un momento u otro del verano, acabaremos siendo víctimas de alguna. Cuando esto ocurre, suelen aparecer dudas sobre si la reacción que tenemos es normal y, sobre todo, cómo debemos actuar. 

En general, suelen causar inflamación, enrojecimiento y picor. Pero no todas son iguales. Hay algunas características distintivas que nos darán pistas sobre el insecto que nos ha picado, como explica el responsable del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario General de Villalba, el Dr. Roi Piñeiro.

Qué nos dicen las picaduras más comunes en los meses de calor

  • Mosquitos, los más habituales del verano 

Son las más típicas del verano y, aunque estamos frente a un pequeño insecto aparentemente inofensivo, sus picaduras causan un molesto picor. En realidad, es la saliva de las hembras —que tienen una especie de espada en la boca y que son las que pican— la que actúa como sustancia tóxica y la que produce sustancias anticoagulantes para facilitar la succión de la sangre. 

Es común que los mosquitos provoquen la aparición de vesículas o pústulas, especialmente en personas sensibilizadas, que suelen desaparecer en un par de días. 

  • Abejas y avispas, ni barro ni quitar el aguijón

Aunque solemos confundirlas, son distintas. Las abejas dejan el aguijón dentado incrustado en la herida y mueren tras picar; las avispas, en cambio, no dejan clavado su liso aguijón, lo que les permite picar más de una vez. Si nos ha picado una abeja, no debemos intentar quitar el aguijón “pellizcando la piel de alrededor porque corremos el riesgo de incrustarlo más”, advierte el doctor Piñeiro. 

Tampoco debemos aplicar barro porque “los gérmenes que contiene nos pueden provocar una infección”, continúa el doctor.

Uno de los problemas más habituales de este tipo de picadura son las reacciones alérgicas, sobre todo las de la avispa. Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), una sola picadura basta para provocar un cuadro general de ronchas, dificultad para respirar o mareo.

  • Cuidado con las picaduras de arañas y escorpiones

Las picaduras de las arañas son de las más difíciles de diferenciar y con las que mayor cuidado debemos tener, sobre todo si se trata de las especies presentes en la cuenca mediterránea: la viuda negra —libera un veneno neurotóxico que puede acabar con cuadros graves—, la araña marrón —aunque tiene un veneno poco tóxico puede cursar con fracaso renal agudo y, finalmente, coma— y la tarántula europea —su principal riesgo es la alergia a su veneno—. 

En cuanto al escorpión, en España existen dos especies peligrosas: el escorpión amarillo o alacrán y el escorpión negro. Tienen un largo abdomen, levantado hacia adelante y con una uña al final que es por donde inyectan el veneno. La picadura provoca un fuerte dolor, inflamación y edema regional que suele aliviarse a las 48 horas. En ocasiones, puede dar también calambres musculares, temblores y parestesias.

En el caso de que nos pique cualquiera de estos insectos —arañas o escorpiones—, el doctor Piñeiro aconseja “elevar el miembro afectado y aplicar frío local” para evitar la absorción del veneno y “valorar la posibilidad de poner la vacuna antitetánica”.

En la línea de desmitificar falsas creencias sobre cómo actuar frente a este tipo de picaduras, el especialista del Hospital Universitario General de Villalba desmiente la efectividad de los torniquetes y de los cortes para succionar el veneno; al contrario de lo que se busca, podemos “causar un problema mucho mayor del que queremos solucionar”, advierte el experto.

Cómo actuar ante las distintas picaduras

En muchos casos, y fruto de las prisas, los nervios y los numerosos mitos que circulan sobre su tratamiento, es común que cometamos errores básicos que debemos evitar a toda costa, según constata el especialista. Por ejemplo, los remedios caseros como el barro o la saliva son poco útiles. 

Es importante dedicarles atención y actuar lavando la piel con agua y jabón sin romper las ampollas; quitando cuerpos extraños como aguijones con una pinza estéril; aplicando lociones de calamina o amoniaco para disminuir el prurito local; administrando corticoides tópicos de potencia leve; aplicando antihistamínicos y analgésicos orales, así como frío local; y evitando rascarse para no provocar una sobreinfección. 

Los repelentes, ¿funcionan?

Una forma de prevenir las picaduras de insectos y arañas es utilizando repelentes, algunos de los cuales se pueden aplicar directamente sobre la piel —no sobre heridas o cortes porque son irritantes— y otros en la ropa. La mayoría contienen la sustancia química DEET —dietiltoluamida—, “pero hay que tener cuidado de no administrar estos productos a menores de dos años ni en concentraciones superiores al 10%”, advierte Piñeiro. 

Si queremos optar por la versión natural, los repelentes procedentes de plantas más efectivos son “el aceite de citronela y el de eucalipto”, reconoce el experto. Eso sí: se trata, tanto la versión química como la natural, de opciones preventivas, es decir, no sirven de nada una vez ya tenemos la picadura.

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