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Cigarrillos electrónicos: ¿sirven realmente para dejar de fumar?

¿Son los cigarrillos electrónicos una buena alternativa al tabaco?

Mercé Palau

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El humo del tabaco contiene más de 7.000 productos químicos, de los cuales al menos 250 son dañinos, incluidos el cianuro de hidrógeno, el monóxido de carbono y el amoniaco, según el Instituto Nacional del Cáncer estadounidense (NIH). Esto hace que el tabaco sea el responsable de más de ocho millones de muertes cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, el consumo del tabaco es la causa principal de la enfermedad pulmonar obstructiva pulmonar (EPOC), enfisema pulmonar. Entre los tipos de cáncer asociados al consumo de tabaco, el principal sigue siendo el cáncer de pulmón. Sin embargo, existen otros tipos de tumores relacionados a este hábito como el de laringe, boca, esófago, garganta, vejiga, riñón, hígado o estómago y enfermedades como infarto agudo de miocardio, angina de pecho y accidentes cerebrovasculares según asegura Carolina Gotera, Neumóloga encargada de la Consulta Monográfica de EPOC de la Fundación Jiménez Díaz.

La inhalación de una sola pipada de tabaco, por tanto, aumenta el riesgo de sufrir cáncer, eleva la tasa de mortalidad y daña también a los fumadores pasivos de la misma manera que a los activos. ¿Ocurre lo mismo con los cigarrillos electrónicos? ¿Son estos realmente menos nocivos que el tabaco? Si esto es así, ¿son recomendables para los que quieren dejar de fumar?

Hasta el presente, ningún organismo gubernamental u organización científica médica ha evaluado ni aprobado el cigarrillo electrónico como método para dejar de fumar. Son numerosas las advertencias que se hacen desde distintas organizaciones y asociaciones de salud. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) es clara en su posición en contra del uso del cigarrillo electrónico como alternativa al tabaco y advierte que las sustancias presentes en los cigarrillos electrónicos, aunque se encuentran en cantidades más bajas de las que se detectan en los cigarrillos habituales, tienen capacidad para producir enfermedades. No en vano, aunque el cigarrillo electrónico no requiere combustión (por tanto, no se produce monóxido de carbono), esto no es sinónimo de que no contenga sustancias potencialmente tóxicas. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), de hecho, los clasifica como “productos de tabaco”.

Otro de los principales problemas radica en que estos productos contienen nicotina que, además de ser un tóxico cardiovascular, es una sustancia altamente adictiva, según indica la doctora Gotera. Se ha comprobado que el cigarrillo electrónico es similar al manufacturado y a los inhaladores de nicotina en cuanto a la reducción del “craving” o al “deseo de fumar”, sin embargo el primero cuenta con un poder adictivo más alto debido a la mayor rapidez con la que alcanza la concentración máxima.

Además, estos dispositivos contienen agentes carcinógenos, como el formaldehido, o metales como níquel, cromo y plomo, encontrados en el vapor, advierte la experta. Por tanto, la idea de que solo contienen vapor de agua (de ahí el nombre de vapear relacionado con los cigarrillos electrónicos) no es cierta y “no podemos afirmar que sean inocuos”.

En cuanto a la cuestión de si son una manera efectiva de dejar de fumar, la SEPAR, y la OMS, entre los distintos organismos nacionales e internacionales que se han pronunciado al respeto, dicen que no. Los cigarros electrónicos no se incluyen en ninguna de las herramientas oficiales para abandonar el hábito del tabaco porque no hay evidencias sólidas que así los corroboren. Es más, incluso en algunos casos, el uso del cigarrillo electrónico se asocia con un consumo dual con el tabaco convencional. Como recuerda Carolina Gotera, “la única evidencia científica para dejar de fumar es la terapia conductual combinada con la farmacológica”.

Qué efectos tiene vapear sobre la salud

Aunque los efectos reales de los cigarrillos electrónicos no se conocerán hasta dentro de unos años por su todavía reciente aparición, que no nos deja ver aún los efectos a largo plazo, sí se han descrito algunos efectos a corto plazo, como reconoce Gotera, en forma de “irritación de ojos y vías respiratorias provocada por la exposición al propilenglicol”, un componente fundamental del líquido y cuya inhalación prolongada está asociada a los efectos descritos.

Hace apenas unos días, el pasado 15 de octubre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU (CDC) confirmaban la detección de 1.479 casos de afecciones respiratorias graves asociadas al uso de cigarrillos electrónicos. En cuanto a los síntomas, las autoridades estadounidenses han confirmado dificultad para respirar o dolor en el pecho, náuseas, vómitos, dolor abdominal, fiebre o escalofríos. El factor denominador común de todos los afectados es el uso de cigarrillos electrónicos o productos de vapeo.

Por su parte, la Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer (IARC) clasifica los metales como níquel, cromo y plomo encontrados en el vapor de los cigarrillos electrónicos como “carcinogénicas sin determinar un umbral de seguridad para su consumo”, asegura Gotera.

Como recuerda la Sociedad Americana contra el Cáncer, “no hay ninguna forma de fumar que sea segura ni ningún producto del tabaco que sea seguro”, ni siquiera los cigarrillos electrónicos.

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