Educación, salud y cultura frente a la desigualdad: medio siglo de compromiso social

Martín Cebadera

De entrada, las cifras abruman: más de 1.100 millones de euros que han transformado la vida (para bien) a 179 millones de personas. Este es el balance telegráfico de los 50 años de vida de la Fundación Mapfre, que este 12 de junio celebró por todo lo alto en Madrid esta onomástica tan especial en un acto presidido por el rey Felipe VI, y en el que estuvo presente la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz.

Pero detrás de los números, se ocultan muchas historias de superación con nombre propio y miles de proyectos sociales, culturales, educativos, solidarios, de investigación y de sensibilización. Porque ese es el espíritu que ha movido a esta institución desde que echó a andar en 1975: crear oportunidades y acompañar a miles de personas en momentos clave de sus vidas.

En el encuentro, al que acudieron 450 invitados, se repasaron algunos de los hitos más destacados en las áreas con mayor impacto de una Fundación que, desde el principio, puso el foco en los colectivos más vulnerables: menores, ancianos, personas con discapacidad, sin trabajo y afectados por las catástrofes. Ese compromiso social con las personas y con la comunidad está en el ADN de Mapfre desde la década de los 60 del siglo pasado, cuando la aseguradora aún era una empresa de tamaño mediano, tal y como recordó su presidente, Antonio Huertas. Hoy, la Fundación Mapfre está presente en 30 países y cuenta con miles de voluntarios dispuestos a dar lo mejor de sí mismos en cada uno de los proyectos en los que participan. Durante este tiempo, más de 2.000 organizaciones sociales han colaborado con la institución.

“Las entidades del Tercer Sector son más imprescindibles que nunca ante tantas desigualdades sociales. Desde la Fundación, cuidamos y ayudamos a cuidar a los demás”, afirmó Huertas. Porque “lo emocional”, es “la mejor de las recompensas” que han recibido durante todos estos años de acciones dirigidas a construir un futuro más humano y solidario.

El acto sirvió para dar visibilidad a algunas de las áreas de actividad con mayor impacto, como la de inclusión y desarrollo social y laboral. El objetivo es romper el círculo de pobreza y transformar la vida de los que peor lo pasan. En las últimas cinco décadas, la institución ha destinado 315 millones de euros que han cambiado la vida de más de 15 millones de personas, muchas de ellas de Latinoamérica, en 80 programas internacionales. El fundador de la Asociación Manabí, Luis Padilla, explicó algunos de los proyectos de esta entidad en Guatemala, donde ofrece refuerzo escolar a menores, y en Ecuador, donde ayuda a miles de mujeres, muchas de ellas analfabetas. “Queremos paliar los efectos de la pobreza y construir espacios para generar igualdad entre hombres y mujeres. El mensaje que les trasladamos es que nos importa lo que les pasa, y cuando estamos con ellos y ellas, se sienten como individuos que están siendo reconocidos”, apuntó. Por su parte, Pilar Aural, presidenta de Pato Amarillo, expuso cómo esta agrupación que nació hace 36 años para atender a los drogodependientes hoy mantiene su compromiso con 2.000 personas a las que entrega bienes de primera necesidad. “El 90% de nuestros voluntarios fueron en su día beneficiarios de las ayudas. En nuestra asociación hay mucho cariño desde el primer día y esa esencia sigue ahí”, dijo Aural.

Investigar para mejorar la sociedad

Otra de las prioridades de Fundación Mapfre ha sido (y es) la investigación: en 50 años, se han invertido 170 millones de euros en más de 2.200 proyectos relacionados con la salud y la prevención de lesiones. Mercedes Zurita, investigadora y responsable de la Unidad de Terapia Celular del Servicio de Neurocirugía del Hospital Puerta de Hierro (Madrid), se mostró orgullosa del hito conseguido en los últimos años con la autorización de un medicamento que ha mejorado la calidad de los pacientes que padecen graves lesiones medulares. En la actualidad, 90 personas se benefician de este tratamiento, pionero en España. La aportación de la Fundación Mapfre ha sido fundamental para hacer realidad esta terapia.

Mientras, el prestigioso cardiólogo Valentín Fuster, a quien Fundación Mapfre apoya a través de la Fundación Pro CNIC, argumentó que la financiación privada en proyectos investigadores es esencial para poder acceder a la tecnología más moderna y para descubrir y retener talento joven. El doctor resaltó que una de sus prioridades en la vida pasa por un “compromiso con la sociedad”. En el ámbito investigador, dijo, “es fundamental ser creativo, trabajar en equipo, descubrir el talento de cada uno y la resiliencia” para poder seguir “siempre adelante”, a pesar de las dificultades.

La cultura y el arte son otros dos ámbitos en los que la Fundación Mapfre apuesta con fuerza, con una inversión que asciende a los 285 millones de euros. Desde 1988, ha organizado más de 700 exposiciones por las que han pasado 14,5 millones de visitantes. Lo mismo sucede en el campo de la educación, con proyectos en 30 países y 355 millones de inversión, al igual que en el área de la solidaridad. Gabriel Ferrandis, voluntario de Fundación Altius, explicó cómo la dana que azotó la provincia de Valencia a finales del pasado mes de octubre le cambió la vida. Tras perder su negocio, Gabriel se volcó en canalizar las ayudas que la Fundación Mapfre envió a Paiporta, su pueblo. “Aprendes a valorar que lo material no es nada, que lo que de verdad importa son las personas y los seres queridos. Hoy mi vocación es ayudar a los demás”, reconoció ante el público.

El evento concluyó con una breve intervención de Felipe VI, quien felicitó a la Fundación por su “vocación social, solidaridad, entrega y compromiso”. Son infinidad de proyectos concretos, de acciones pequeñas, de manos tendidas, de gestos que han cambiado la vida a las personas“. El rey, además, agradeció la labor social de la entidad. ”Toda sociedad necesita actividad empresarial, pero tiene que hacer lo posible para tejer una red tupida de solidaridad, de acción social, de potenciar nuestro capital humano, no solo a nivel profesional, también en valores“. Y animó a la Fundación para ”aumentar la capacidad de llegar a más personas en el futuro“.

Durante la ceremonia, Felipe VI fue nombrado Voluntario de Honor de una entidad que ya cuenta con 9.800 voluntarios. El monarca puso en valor la colaboración de estas personas anónimas, que se vuelcan en ayudar a los demás en los momentos más complicados. “Hoy tiene más sentido que nunca la labor con nuestros hermanos del otro lado del Atlántico. Es necesario trabajar mucho más cerca con Latinoamérica y potenciarnos mutuamente”, concluyó el rey.