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Lo local, si es bueno, dos veces bueno: así es como los alimentos de cercanía nos benefician a todos

Santiago Barco, ganadero de Touro (A Coruña)

Ricardo Arnaiz

Aguacates de Chile, piñas de Costa Rica, patatas de Francia, arándanos de Marruecos o manzanas de Italia. A veces, los alimentos viajan miles de kilómetros antes de que lleguen a nuestras tiendas. Tanto, que de media los productos de alimentación importados recorren casi 4.000 km hasta que llegan a nuestras casas. ¿Está más rico un garbanzo cosechado a 7.500 km de distancia que uno que se cultiva en España? ¿Merece la pena tanto transporte? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Sería mejor fomentar el producto local?

Si pensamos que la alimentación es tan partícipe de la globalización como cualquier otro sector, quizá no sorprenda tanto todo esto. Pero si nos detenemos a estudiar los casos de esos alimentos que son importados de otros países, mientras que España es productora de esos mismos alimentos con el fin de exportarlos, entonces la cosa se complica. Y es que a veces la economía tiene razones que la razón no entiende.

Sin embargo, cada vez es más común que el consumidor se preocupe por el origen de los productos que adquiere, demostrando un trato de favor para aquello que es producido y comercializado de forma local. Los beneficios que ello implica no son pocos y, de manera progresiva, esta nueva forma de consumo va creando conciencia cuando de cuidar nuestra alimentación se trata. 

Más local, más beneficioso para todos

Está demostrado que apostar por los productos locales implica diversos tipos de beneficios. Y no solo para el consumidor, sino para todos los agentes implicados en su proceso de producción. Es indiscutible que un producto local es siempre más fresco que aquel que ha de recorrer largas distancias, y eso asegura mayor sabor y calidad nutricional, por lo que es más saludable. Consumir productos locales permite disfrutar de los alimentos de temporada, por lo que permite una alimentación más natural. Es más fácil conocer su lugar de origen y además impide la creación de monopolios que alteren los precios de origen. 

Pero hay más, porque consumir productos locales es beneficioso para la economía local, ayudando al desarrollo sostenible y creando una cadena de valor que genera una economía circular en los pueblos y sus zonas de influencia. Al mismo tiempo aseguran una reducción de las emisiones contaminantes pues los transportes se reducen al mínimo, ahorrando las ingentes cantidades de dióxido de carbono que implica el traslado desde lugares lejanos. Por lo que al elegir productos locales, además de asegurarnos alimentos más saludables, ayudamos a reducir la huella de carbono que queda en el planeta.

Un producto local para un consumo más sano y responsable

Hay muchas maneras de acceder a los productos locales. Al igual que los propios consumidores están cada vez más concienciados, también las cadenas comerciales se unen a esta tendencia, tal y como siempre han hecho los pequeños comercios de barrio, que también se ven beneficiados por los alimentos de cercanía. Y aunque a veces para el cliente no es fácil llegar al pequeño productor, siempre puede haber grandes marcas que apuestan por ellos para asegurar la calidad de sus alimentos. En España firmas como Pascual pueden presumir de ello y su confianza en el producto local se ve directamente reflejada en la fidelidad de sus clientes y consumidores.

Pascual, para producir sus productos, depende tanto de la ganadería para su línea de lácteos, como de la agricultura para sus productos de origen vegetal. Y todos, salvo en el caso del café por la propia naturaleza del producto, son de origen 100% nacional. 

La compañía española se implica en la producción de esta materia prima de principio a fin para llevar un absoluto control de la calidad de sus productos y, para Joaquín Lorenzo, Director de Compras Agropecuarias de Pascual, esa es una de las principales claves de la empresa. “Para nosotros es básico trabajar de la mano de los agricultores y los ganaderos”, asegura Lorenzo. “Procuramos gestionar con ellos todos los procesos de la producción, desde la alimentación y salud del ganado hasta el estado y respeto de los campos de cultivo. Necesitamos saber que la materia prima que se produce, sea cual sea, garantiza el respeto a los animales, el respeto a la sociedad y el respeto al medioambiente”.

Todos los ingredientes de las bebidas vegetales de Pascual son 100% locales, procedentes de campos de cultivo repartidos por diversos puntos de la geografía nacional como Extremadura, Castilla y León, Aragón, País Vasco, Navarra, Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Cataluña. La empresa trabaja codo con codo con 220 familias de agricultores y tiene comprobado que lo cercano sabe mejor. Y, en esto, hay que hacer una mención especial al caso de Vivesoy: “El poder conocer la materia prima de primera mano para garantizar su calidad es uno de los principios básicos de Pascual, y en el campo de la soja y la avena para consumo humano el producto venía de fuera. Para ello animamos a nuestros agricultores a introducir estas variedades en sus tierras, que además aportan grandes beneficios al terreno, y así hoy podemos decir que Vivesoy es la única marca de bebidas vegetales con toda su materia primera producida de manera local y nacional”, destaca Joaquín Lorenzo.

La materia prima que emplea Pascual, como buen producto local, la cuidan los agricultores y los ganaderos, y ellos son parte también de este beneficio mutuo. Santiago Barco cuenta en su granja de Touro, en Coruña, con 200 vacas de raza frisona capaces de producir unos 4.500 litros de leche diariamente. Lleva ocho años trabajando mano a mano con Pascual y a estas alturas mantiene una confianza mutua y estrecha con la compañía. “Pascual está para lo que haga falta, si tenemos cualquier problema, tanto con los animales como con las instalaciones, solo tenemos que llamarles para que vengan a solucionarlo y así garantizamos la calidad del producto final”, comenta Barco. 

Además, el ganadero gallego añade que “apoyar el producto local es fundamental, se generan puestos de trabajo y se mantiene la vida de las aldeas. De un ganadero viven muchas personas, una granja exige muchas tareas especializadas que garanticen servicios como electricidad, combustible, transporte o el propio bienestar animal, por lo que apoyar a un ganadero local es apoyar a toda la comunidad que lo rodea”, aclara Barco. “Además, claro, de disponer de una leche de la más alta calidad. Nosotros hemos recibido varios premios de la Xunta y eso Pascual lo mira mucho, porque no todas las explotaciones ofrecen las mismas garantías de calidad”.

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