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Lo que un Toyota Hybrid y el coche de Fernando Alonso tienen en común

La tecnología híbrida de Toyota encuentra su mejor banco de pruebas en competiciones como el Mundial de Resistencia.

Jorge Castro

El Mundial de Resistencia puede que sea la competición más abierta del mundo: en la parrilla de salida cabe de todo y los fabricantes tienen menos limitaciones, lo que despierta el ingenio de forma notable. Solo de esta forma, es posible ver cómo en las 24 horas de Le Mans o en las seis de Spa compiten automóviles con motores de combustión únicos, versiones de coche de producción o propuestas sin comparación como los TS050 HYBRID de Toyota.

Con equipos compuestos por varios pilotos, el WEC ha servido al mismo Fernando Alonso como disciplina con la que regresar al podio: este año, Toyota es líder indiscutible del campeonato tras los triunfos en Le Mans y Spa. Los cerca de mil caballos del TS050 de Alonso y sus compañeros, repartidos entre motores eléctricos (delanteros) y un central V8 con propulsión a las ruedas traseras, ponen a prueba elementos que, de otra forma, nunca tendrían un banco de pruebas parecido: los procesos de carga y descarga de las baterías, el carrusel de voltajes y calor que negocia el inversor durante un día entero o la frenada regenerativa azotada vuelta tras vuelta son imposibles de replicar en otra circunstancia que no sea la competición pura.

Y es que, si bien los trabajos de ingeniería y producción son los que se notan en el día a día de una marca de automóviles, a la hora de conseguir mejoras colaboran disciplinas de todo tipo: también, la deportiva.

60 años de competición

Si visualizaras una marca ligada al Dakar, con probabilidad evocarías un Toyota. Vinculados con la prueba reina de aventura y resistencia desde sus inicios, las diferentes evoluciones de Land Cruiser y Hilux que han sido alineadas por la división oficial Auto Body o por decenas de equipos de particulares, los Toyota todoterreno han ido aprendiendo en el camino. La mitad de los coches que terminaron este año la prueba fueron Toyota.

Pero es que, a un ritmo diferente y elevadas garantías de éxito, un Land Cruiser de calle no tendría problemas en replicar el recorrido: lo aprendido en el toule ondulee del desierto africano, algo parecido a rodar sobre las olas del mar si estas fueran de cemento, se trasladó a la forma en la que la suspensión se ancla al chasis. Por lo mismo, hay un poderoso eje rígido en el eje trasero. O por el ingobernable fesh fesh, el sellado de la carrocería y la perfilería de caucho de las puertas, marca distancia con cualquier otro todoterreno.

Sin embargo, el origen no está ahí, sino en Australia ¡60 años antes! En el verano de 1957, el Dakar no se había inventado, pero se cruzaba Australia de punta a punta por un recorrido que distaba mucho de ser un camino. En tales circunstancias terminar era ya un logro en sí mismo. Y por primera vez en la historia, una marca japonesa se alineaba con un equipo oficial: un coche de calle (la primera generación del sedán Toyota Crown), un mecánico y dos conductores.

Fin del despliegue. Cruzaron la meta y confirmaron la motivación declarada por el primer presidente de la compañía: explorar los límites y competir no solo por la victoria, sino por los retos que han de superarse para trasladarlos después a los coches de calle.

El Yaris hybrid nuestro de cada día

La ciudad y su extrarradio son más exigentes de lo que se pudiera pensar. El asfalto está castigado, los cambios de dirección son constantes. Las condiciones del tráfico ponen a prueba a la trasmisión… No es que sea un rally, pero el ambiente donde el Toyota Yaris hybrid se mueve normalmente es mucho peor que al que se enfrenta una berlina en carretera abierta. De hecho, construir un coche pequeño es mucho más exigente que hacerlo grande.

Tanto es así, que los retos superados en el desarrollo de la tercera generación del Yaris han servido de germen para dos iniciativas nunca antes abordadas por la marca en este segmento: crear un auténtico deportivo con alma urbana, el Yaris GRMN, y competir en el mundial de rallyes WRC.

Yaris GRMN, acrónimo de GAZOO Racing Meister of Nurburgring, dispone de 212 caballos para apenas 1.200 kilogramos de peso, lo que convierte su relación peso/potencia en una de las más favorables del segmento de los cuatro metros.

El principal cambio está en el motor, basado en el bloque 1.8 litros de gasolina con distribución variable (en esta versión, tanto para las válvulas de admisión como de escape), se construye especialmente en Inglaterra para ser luego trasladado a Francia, donde un pequeño equipo ensambla el conjunto en la factoría de donde salen todos los Yaris occidentales. Solo se han producido 400 unidades para Europa.

El Yaris GRMN y los modelos anteriormente citados son la prueba de que la interconexión entre la competición y los coches de calle de Toyota es un camino de ida y vuelta continúo.

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