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La Bioincubadora de la vergüenza

César Ramos, diputado PSOE en la Asamblea de Extremadura

En plena campaña electoral nos levantamos con la noticia de que el proyecto de la Bioincubadora de Cáceres ya tiene licencia de obra, y lo cuenta la alcaldesa sin que se le caiga la cara de vergüenza. Han tardado tres años en conceder una licencia de obra para un proyecto menor que anula otro mucho más ambicioso y necesario para nuestra ciudad.

Pero lo que también podía contar Elena Nevado es que antes de que ella y el señor Monago llegaran al gobierno, estaba previsto que en Cáceres se pusiera en marcha el proyecto de la Ciudad de la Salud con una previsión inicial de más de 5000 puestos de trabajo. Este proyecto que era posible por la decisión que se había tomado de construir un nuevo edificio para el CCMI y situar en el mismo entorno el nuevo hospital de Cáceres.

La llegada del PP al gobierno de Extremadura y a la ciudad de Cáceres supuso el abandono definitivo del proyecto y el inicio de una historia de engaños permanentes a la ciudadanía. Primero con el reemplazo del proyecto inicial de la Ciudad de la Salud por una bioincubadora que a lo sumo generará 30 puestos de trabajo. La inclusión en todos los presupuestos regionales de una partida de un millón de euros, que nunca se llegó a ejecutar. La paralización de la obra de nuevo hospital con reiterados anuncios incumplidos de reanudación de las obras que todavía no se ha llevado a efecto. Y por último el anuncio de un eje biosanitario entre Cáceres y Badajoz, algo que en la práctica supone trasladar a la ciudad hermana parte de lo previsto para Cáceres. Que conste que me parece correcto que se invierta en la ciudad con más población de Extremadura, pero también demandó que se trabaje para el equilibrio en el desarrollo de toda Extremadura, ya que será la mejor forma de aumentar nuestra identidad y nuestro progreso colectivo.

Hace tiempo se tenía la percepción que para el desarrollo de Cáceres se había reservado el turismo y la cultura. Algo a simple vista insuficiente para que puedan vivir y desarrollarse los cerca de 100.000 habitantes que tiene la ciudad. Acertadamente, los últimos gobiernos socialistas, tanto en la región como en la ciudad, trabajaron para que Cáceres pudiera generar empleo en otros sectores como el del conocimiento. Ello supuso la instalación de empresas como INSA-IBM con cerca de 300 trabajadores, además de la construcción del Garaje 2.0, la construcción de un nuevo centro para el CCMI o el diseño de la Ciudad de la Salud. Todo esto ha sido abandonado o no se ha sacado en estos cuatro años el rendimiento y la rentabilidad que debería.

Pero ahora puede tener remedio y está en la mano de los ciudadanos. Como dice un lema electoral: Cáceres no puede esperar, y está en la mano de los cacereños cambiar esta realidad con su voto en las elecciones autonómicas y municipales, porque ni Cáceres ni los cacereños somos más que nadie pero tampoco menos.

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