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¿La Lomce por favor? Ni está, ni se la espera. Debemos prepararnos para la próxima Ley de Educación

Rubén Vizcaíno Balsera

Durante la pasada legislatura, asistimos a la propuesta y aprobación de la Lomce. Prácticamente la totalidad de la comunidad educativa se posicionó en contra de la aprobación de la misma. La educación en España se desarrolla en un escenario bastante complejo, ya que la cesión de las competencias educativas a las comunidades autónomas, configura un panorama harto complicado en la puesta en marcha de políticas educativas comunes. El desarrollo de las negociaciones entre las distintas fuerzas políticas para formar gobierno, tras las elecciones de diciembre de 2015, han tenido un punto común: La Derogación de la Lomce. ¿Solución en los próximos días? “ni está, ni se la espera”. La derogación comenzó, pero no finalizó.

Después de escuchar a la consejera de Educación y Empleo de la Junta de Extremadura dar explicaciones sobre los pasos a seguir en relación al cumplimiento de algunos supuestos contemplados en la ley del PP, no dejamos de pensar en… ¿qué ocurriría si padres, profesores y alumnos se negaran a realizar el examen de reválida de tercero y sexto de primaria en Extremadura? En realidad nada de nada, sólo que el sentido común volvería a la educación. Dicha reflexión salió de un niño de 6º de Primaria que tiene que enfrentarse a “esa reválida” impuesta y no justificada pedagógicamente.

El anterior ministro de Educación, Cultura y Deportes José Ignacio Wert, hace tiempo que escapó por la ventana, dejando a toda la comunidad educativa “unida” en la próxima derogación de la misma. Méndez de Vigo el actual defensor de la imposible Lomce, asistía a modo de cabo furriel, defendiendo lo indefendible desde el punto de vista docente, mientras comenzaba el proceso de derogación de la misma en la Cámara Baja. Votos a favor de la anulación por parte del PSOE y Podemos, con abstención de Ciudadanos y posición en contra del partido que la elaboró y aprobó, el PP, pero las elecciones del 26 J lo ha dejado todo en “suspenso”.

No debemos ampararnos en informes, conversaciones y peticiones de solución a padres, profesores y educadores que nos saquen de este lío heredado. No carguemos en jefes de servicio las “firmas oportunas” que nos desvinculan del apoyo a la implantación del itinerario educativo impuesto por ley. Seamos valientes y terminemos en Extremadura lo que no se finiquitó en Madrid.

La Conferencia Española de Rectores se ha unido para dar alternativa al sin sentido del itinerario de acceso a la universidad que propone la Lomce. Se niegan a aceptar la supresión del Distrito Único Universitario. Creen que la elaboración de, hasta 50 pruebas de acceso a la universidad diferentes por cada distrito universitario, universidad pública o privada, es un tremendo error. Al igual que la innegable diferencia en los criterios de valoración de los alumnos que perderían la oportunidad de estudiar en el lugar a elegir, aprobando sólo un examen, la Selectividad, como se venía haciendo hasta ahora.

Si algo ha quedado claro en estos perdidos meses de ausencia de gobierno central, es que las voluntades del gobierno ejecutivo no nos han beneficiado a Extremadura en ningún momento, y aun así, después de conversaciones con Madrid, hemos sabido hacerles entender el porqué de nuestras acciones políticas.

Pues imagínese nuestra fuerza desde el posicionamiento pedagógico más racional de negarnos a realizar este tipo de pruebas a alumnos cuyo proceso madurativo todavía no está listo para jugárselo todo a una carta. La vida es competencia, exámenes y educación en el esfuerzo que nos valdrá para cualquier ámbito de nuestra vida personal y laboral, pero dejémosles respirar un poquito más. Estos alumnos de tercero y sexto de primaria, que se enfrentan a los exámenes de “revalida” prácticamente han nacido con la palabra “crisis” grabada a fuego en sus cunas, un ambiente social y político que no ha beneficiado en su proceso de adquisición de creencia en una cierta seguridad estatal, que les ampare como ciudadanos en el cumplimiento de sus necesidades educativas.

No debemos ser más papistas que el papa a la hora de cumplir con una ley “que se anuló a sí misma” desde el momento de su aprobación. Crónica de una muerte anunciada que debería hacer valer nuestro sentido común político para salvaguardar el interés de nuestros alumnos por encima de periodos de derogación de la Lomce y elaboración de una nueva ley. Nos jugamos mucho y la educación no puede perder más tiempo.

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