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El determinismo en el nombre agrario

Juan Carlos Antequera

Rechazo el determinismo porque fulmina la cualidad humana más importante: la libertad. Sin embargo, el ser humano siempre ha estado intentando clasificarse, catalogarse, en distintos tipos, cada cual con su determinismo bien incrustado; por ejemplo, los signos del zodiaco: según éstos deberemos ser de una clase u otra en función de que el día de nuestro nacimiento Plutón estuviera alineado con la esquina superior izquierda de Alpha Centauri (si esto pudiera tener alguna influencia sobre nuestro futuro, cuanto más no nos afectaría la masa del ginecol@ que atendió en nuestro parto -¡gracias Newton!-). Otros ejemplos son los que nos clasifican y determinan nuestra forma de ser y nuestro porvenir en función de nuestro nombre: Así quienes se llamen Ana deberían ser sensibles, afectuosas y amables. O los Víctor tendrían que ser prácticos, comunicativos y observadores; Sin embargo, Juan Carlos los habrá altos y chaparros, simpáticos y cargantes; trabajadores y zánganos…. En definitiva, que el nombre no determina nada.

Traigo esto a cuento de las críticas surgidas por la nueva denominación de la Consejería donde se acoge a la agricultura y a la ganadería (Consejería de medioambiente y rural, políticas agrarias y territorio) oídas a representantes agrarios, medios de comunicación, incluso a algún alto cargo del gobierno anterior, por no incluirlas en el nombre del departamento

Es más importante el resultado que el envoltorio, la buena gestión que el rotulo, la política que el escaparatismo. Por eso hay que esperar a que el nuevo equipo, al frente de esta Consejería, desarrolle su trabajo para después proceder a criticarlo o aplaudirlo.

No lo van a tener fácil, porque a pesar de que el Gobierno anterior contó con una Consejería, que tenía en su nombre la palabra Agricultura, ha dejado al sector agrario una herencia cargada de problemas complicados de resolver. Y es que aunque la palabra agricultura hubiese estado escrita en la puerta de la Consejería con el tamaño de Puerta de Palmas (soy de Badajó) han dejado una prevalencia escandalosa en tuberculosis bovina, una gestión nefasta ligada a la vacunación de la lengua azul, un desastre en el diseño del PDR, una PAC complicada y negativa, y un desafortunado trabajo en seguros agrarios.

Por esto más que elucubrar sobre nombre hay que esperar al trabajo de los responsables de la Consejería de medioambiente y rural, políticas agrarias y territorio. Pedir que tengan una legislatura donde lo urgente no impida el desarrollo de lo importante para el futuro de nuestros agricultores y ganaderos ; y sobre todo que puedan disponer del presupuesto adecuado para realizarlo.

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