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“Ahora te toca a ti”: la campaña que pide al ‘putero’ responsabilidad frente a la trata de mujeres

Preparan ley para reconocer y regular el trabajo sexual en Bolivia

Jesús Conde

La prostitución es un negocio. Y todos los negocios se cierran cuando no hay clientes. Partiendo de esta realidad nace la campaña ‘Ahora te toca a ti’. Pone el foco en los consumidores de prostitución, en los ‘puteros’. Porque sin ellos no existiría la trata.

La Oficina de Igualdad del Valle del Ambroz pone en marcha una campaña que echa la ‘pelota’ en el tejado del consumidor. Ya existe el deseo político de acabar con la trata, y ahora se necesita de una acción ciudadana sincera: “voy a dejar de consumir prostitución y voy a comenzar a mirar a las mujeres de otra manera”.

Hoy por hoy la trata es delito en España, mientras que la prostitución está en una situación de 'alegalidad'. Al mismo tiempo la prostitución se nutre mayoritariamente de la trata.

Así lo explica Rebeca González, técnica de la Oficina de Igualdad, que pone algunas cifras sobre la mesa. Según varios informes, el 80% de las mujeres en situación de prostitución son o han sido víctimas de trata. Mientras que hasta el 99,7% de la población total que demanda servicios de prostitución son hombres. Es un negocio porque mueve cada años millones de euros.

La campaña comenzó hace un año, promoviendo la adhesión de la comarca a la Red Estatal de Municipios Libres de Trata. El objetivo era declarar el Ambroz libre de trata de mujeres, niñas y niños con fines de explotación sexual. Los ocho municipios de la comarca se han adherido a la moción. También el pleno de la Mancomunidad.

El uso de las mujeres

A la hora de hablar de prostitución hay que tener en cuenta las relaciones que hay detrás. En el fondo es un proceso donde ellas son pura ‘mercancía’, advierte la técnico de la oficina de Igualdad.

Subraya que la sexualidad masculina “no se tiene que alimentar sobre la compra de unos cuerpos, para uso y disfrute de unos caprichos. De unos hombres que se consideran con el derecho de hacerlo”.

“Estamos en una sociedad donde se ha normalizado que el uso del cuerpo de las mujeres es mero disfrute de los hombres. Del placer sexual de los hombres”. Aunque ellos entiendan que tienen derecho, “están violando otros derechos para satisfacer deseos”. En este caso la trata de mujeres, niñas y niños.

¿El putero es consciente de la trata?

“Cuando el hombre consume no está preguntando su opinión a ellas. Yo te pago, tú haces. ¿Que son conscientes, o no, de lo que hay detrás (de la trata)? Creo que como personas adultas tenemos que ser responsables de nuestros actos. Que no sean conscientes, para nosotros en el siglo XXI no es escusa”.

Piensa que cuando un hombre demanda prostitución y paga por sexo “le importa muy poco la opinión de esa persona a la que está pagando para que le haga unos servicios y le satisfaga sexualmente”.

Se refiere a un cortometraje de Mabel Lozano, donde se hacía alusión a mujeres que contaban a los puteros su situación; “y no ocurría nada. No había denuncia. Aunque lo sepas, no haces nada”.

¿Ellas son libres?

Es una pregunta recurrente, bastante habitual. En los debates siempre se habla de mujeres que dicen ejercer en completa libertad. Porque les da la gana. “Está claro que nadie es libre en una sociedad donde el neoliberalismo y la desigualdad de género está en todas partes”. Y no existe igualdad --advierte-- cuando se habla de niveles económicos y de la pobreza 'feminizada'.

Porque ellas tienen los perores salarios, las condiciones laborales más precarias y los peores horarios. El techo de cristal en el cuerpo es cosa de mujeres. “Partiendo de esta realidad no hay igualdad de condiciones, porque se parte de una desigualdad. No se negocian igualdad de condiciones”.

“En caso de necesidad económica, se aprende socialmente que yo como mujer puedo acceder a recursos económicos y bienes a través de mi cuerpo. Tenemos nuestros cuerpos como recurso, otro recurso para consumir bienes. Como sociedad nos tenemos que preguntar ¿por qué a nosotras nos enseñaron la opción de usar nuestros cuerpos como recurso, y a ellos no?”

“Eso no es hablar de igualdad. No es que queramos que ellos aprendan que pueden vender su cuerpo ante la precariedad económica. Queremos eliminarlo. Nuestros cuerpos no se venden, no son mercancía”.

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