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Libertad de elección o un mercado de explotación: el debate de los vientres de alquiler llega a Extremadura

La llegada de un hijo genera un cambio en la rutina, la mentalidad y la forma de pensar. (DP).

Jesús Conde

Son muchas las preguntas que surgen en torno a la gestación subrogada o vientes de alquiler. La fundamental, si se trata de un acto altruista y solidario, o por el contrario es un mero mercantilismo de la mujer. 

Con el propósito de hacer una reflexión en profundidad, más allá de debates superficiales, se organiza el 16 de junio en Mérida las I Jornadas Feministas “Explotación Reproductiva y Mercado de Bebés”. Sus organizadoras apuestan por presentar un foro diverso. Donde también expresen sus opiniones colectivos o personas que están a favor de esta práctica.

El evento está organizado por el colectivo Stop Vientres de Alquiler y la editorial La Moderna, y cuenta con la colaboración del Instituto de la Mujer de Extremadura (IMEX), el Ayuntamiento de Mérida y la Asociación de Mujeres Malvaluna.

Lidia Gómez, de la editorial La Moderna, cree indispensable abordar esta cuestión con argumentos. Advierte que en muchas ocasiones la única información que llega a la opinión pública procede de empresas favorables a la regulación y a este tipo de actividades. “Obviamente tienen intereses económicos a la hora de presentarlo como algo donde todas las partes ganan”.

Contrarias a los vientres de alquiler

Se declaran contrarias a esta práctica. Consideran que vulnera los derechos de las mujeres, y hablan de ella como “una explotación reproductiva y un mercado de bebés”. 

En la mesa de ponentes de las jornadas destaca Alicia Miyares, doctora en Filosofía, profesora de Secundaria, colaboradora de la Universidad de Oviedo y portavoz de la plataforma de “No Somos Vasijas”. También Ángeles Álvarez, fundadora de la Red Estatal contra la Violencia de Género y portavoz de la Red Estatal contra el Alquiler de Vientres.

Se sentará en la mesa además Ana Trejo Pulido, socióloga, experta en comunicación y divulgación científica y creadora del proyecto de divulgación feminista “Stop Vientres de Alquiler”.

Datos en contra

Como argumentos en contra, las organizadoras del evento entienden que se trata de un negocio, con empresas de ánimo de lucro. Porque ellas sólo reciben entre el 20 y 25 por ciento del coste del proceso, “motivo por el que algunas mujeres lo llaman proxenetismo reproductivo”.

Es una práctica que se hace mayoritariamente en países en vía de desarrollo, como es el caso de India o Ucrania. “Las mujeres están en una situación de desventaja, la mayoría sin acceso a estudios, por debajo del umbral de la pobreza”. Advierte que India, por ejemplo, el salario medio ronda los 500 euros, las madres reciben entre 3.000-4.000 euros, de modo que les ayuda a sobrevivir ante situaciones de necesidad extremas.

A lo que añaden que menos del cuatro por ciento de las madres han recibido educación universitaria. Mientras que más del 40 por ciento están desempleadas, o reciben ayudas sociales.

¿Las mujeres son libres?

Sobre el concepto altruista Lidia Gómez afirma que la libre elección es un mito falso. Reconoce que desde el punto de vista individual puede ser una contradicción no permitir a las mujeres hacer lo que quieran con sus úteros, “pero si analizamos los motivos que les llevan a hacerlo encontramos que es su situación de pobreza y vulnerabilidad”.

Partiendo del hecho de que la mayoría de las personas que están en situación de pobreza son mujeres, al final se someten a este proceso “las que están en una clara desventaja social”.

Ocurre con las mujeres, que dedican el doble de horas que los hombres al cuidado del hogar, la mayoría de ellas con empleos inferiores a los de los hombres, con jornadas inferiores, más precarias. “Es la misma libertad que lleva a una mujer a prostituirse, o a ponerse tacones de 20 centímetros”.

Es una práctica con la que “se pierden derechos que han costado mucho ganar como mujeres. Por ejemplo el derecho a la filiación, o el derecho al aborto, que no están permitidos en estos contratos”.

“Nosotras no juzgamos a las que deciden hacerlo, pero cuando se analizan las causas vemos que lo hacen en condiciones de vulnerabilidad”. De hecho --añade-- en los países donde estas prácticas están reguladas de manera altruista, como es el caso de Canadá o Reino Unido, no hay mujeres que se sometan .

¿Un lenguaje agresivo?

Hay personas que se sienten molestas a la hora de considerar a las mujeres una ‘vasija’, o al afirmar que con la gestación subrogada se está explotando sus cuerpos. “Nosotras no vamos a utilizar un lenguaje lleno de eufemismos, el lenguaje del enemigo, porque es usado de manera intencionada en su beneficio propio. Nosotras usamos el lenguaje para poner de relieve la idea que queremos destacar”.

Consideran que no debe haber un debate por llamar a las cosas por su nombre. “No vamos a poner en duda los derechos de las mujeres, de ahí de llamar las cosas por su nombre”.

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