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OPINIÓN | 'Felipe VI', por Esther Palomera

Defina victoria

Iñigo Sáenz de Ugarte

(...) De todas las acepciones que el diccionario de la RAE da para el adjetivo “pírrico”, la tercera viene hoy al pelo: “De poco valor o insuficiente, especialmente en proporción al esfuerzo realizado”. El PP presentó los comicios con los que se eligen a los concejales y los parlamentarios autonómicos como un plebiscito para salvar a España. Aznar elevó la apuesta dejando a los votantes dos opciones, votar al PP o a ETA, en el segundo caso a través de los apaciguadores y cómplices de los terroristas.

El órdago a la grande no ha servido para ganar la partida. Los únicos vuelcos que pueden darse en las autonomías (Navarra, Baleares y Canarias), a expensas de unos pactos que están aún por ver, sólo pueden beneficiar al PSOE, no al PP. En las capitales de provincia, el PP está en condiciones de recuperar dos alcaldías, y el PSOE cerca de diez. Y no olvidemos que el PSOE inició su decadencia electoral a mediados de los noventa perdiendo el poder a chorros en las ciudades de más de 50.000 habitantes. Se dijo --luego se vio que con razón-- que los socialistas resultaban una opción cada vez menos atractiva para las clases medias urbanas. El aviso mira ahora hacia el otro lado.

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