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Por qué la vicepresidenta sale hasta en las farolas

¿Quién es el verdadero candidato del PP? ¿Soraya Sáenz de Santamaría o el presidente Mariano Rajoy? La pregunta es pertinente porque es la primera vez que la número dos de una lista se lleva carteles electorales en las farolas de la ciudad, incluso en frente de la mismísima sede del partido, para que se vea más. También es inédito que sea ella, la vicepresidenta, quien ponga la cara por el PP en el principal debate electoral. Y todo esto pasa cuando existe una seria posibilidad de que el pacto de investidura por el que el PP puede que tenga que pasar le obligue a renunciar al señor de los sobresueldos, el que le deseó “fuerza” a Bárcenas, el que se escondió en el plasma, el que incumplió absolutamente todo su programa electoral, el presidente que prometió acabar con el paro y termina la legislatura con menos empleo que cuando llegó.

Hay dos teorías –no son incompatibles entre sí– para explicar por qué la vice sale hasta en las farolas. La primera: que el PP está preparando el terreno para tener un recambio en caso de que Ciudadanos diga sí al PP y no a Rajoy. La segunda: que la presencia de la vicepresidenta es más bien una muleta en la que se quiere apoyar el presidente del Gobierno más impopular desde que el CIS les pone nota. Y también un intento de volver a seducir al electorado urbano y joven, a los votantes que se están largando del PP.

Entre todos los gráficos de la última encuesta del CIS hay uno especialmente revelador: el cruce entre la intención de voto y la edad. El partido del candidato Rajoy es el rey de la tercera edad. Pero aparece la cuarta opción –¡la cuarta!– entre aquellos votantes que tienen menos de 45 años. Por eso el PP manda a la vice a la portada del ‘Yo Donna', y al presidente a entrevistas con Bertín Osborne, o a jugar al dominó.

¿Quién es el verdadero candidato del PP? ¿Soraya Sáenz de Santamaría o el presidente Mariano Rajoy? La pregunta es pertinente porque es la primera vez que la número dos de una lista se lleva carteles electorales en las farolas de la ciudad, incluso en frente de la mismísima sede del partido, para que se vea más. También es inédito que sea ella, la vicepresidenta, quien ponga la cara por el PP en el principal debate electoral. Y todo esto pasa cuando existe una seria posibilidad de que el pacto de investidura por el que el PP puede que tenga que pasar le obligue a renunciar al señor de los sobresueldos, el que le deseó “fuerza” a Bárcenas, el que se escondió en el plasma, el que incumplió absolutamente todo su programa electoral, el presidente que prometió acabar con el paro y termina la legislatura con menos empleo que cuando llegó.

Hay dos teorías –no son incompatibles entre sí– para explicar por qué la vice sale hasta en las farolas. La primera: que el PP está preparando el terreno para tener un recambio en caso de que Ciudadanos diga sí al PP y no a Rajoy. La segunda: que la presencia de la vicepresidenta es más bien una muleta en la que se quiere apoyar el presidente del Gobierno más impopular desde que el CIS les pone nota. Y también un intento de volver a seducir al electorado urbano y joven, a los votantes que se están largando del PP.