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Miguel Arias Cañete es casta y Juncker lo sabe

Pablo Echenique-Robba

En muchas ocasiones, en entrevistas, en debates, me han pedido recientemente que defina qué queremos decir los de PODEMOS cuando decimos “casta”. ¿Es un concejal del PSOE de un pueblo pequeño “casta”? ¿Es “casta” un consejero autonómico que, al acabar su único mandato, vuelve a la universidad a seguir enseñando? ¿Está vivo un virus, una ameba, el gusano microsópico C. Elegans? ¿Es un planeta Plutón? ¿Es Australia una isla?

En efecto, casi todos los concepto complejos tienen límites borrosos y el concepto de “casta” no es una excepción. Por fortuna, además de los casos dudosos, existen ejemplos clarísimos que anclan el significado y la pertinencia de un concepto: un perro está sin duda vivo, la Tierra es un planeta, el Hierro es una isla y Miguel Arias Cañete es casta.

El nuevo Comisario designado de Acción Climática y Energía lleva 32 años en un cargo público y, al calor de lo que es de todos, se ha hecho rico él, ha hecho rica a toda su familia y a unos cuantos de sus amigotes. Ley tras ley, desde la Ley de Costas a la Política Agraria Común, pasando por la regulación del mercado eléctrico español o la autorización de las prospecciones de Repsol en Canarias, Arias Cañete ha demostrado que el medio ambiente no le importa en lo más mínimo y la energía sólo a veces: cuando es bueno para el business.

Detallemos tan sólo algunos de los intereses económicos del Comisario designado y sus más allegados en relación con los muchos cargos públicos que ha ido desempeñando:

En 1996, defendió con ahínco, como Eurodiputado, la inclusión de la cría de toros de lidia entre los conceptos subvencionables por la famosa PAC (la Política Agraria Común). Que su mujer se dedique justo a este negocio es, por supuesto, pura casualidad.

Que su mujer registrase nueve entidades diferentes en tierras adyacentes para recibir más dinero de la PAC, que haya recibido más de 600 000 € entre 2009 y 2012 y que, en 2013, Arias Cañete negociase precisamente la estructura de los pagos de la PAC con el Consejo Europeo para 2014-2020 son también casualidades de la vida.

Que controlase hasta hace cuatro días un par de empresas petroleras que obtuvieron contratos públicos de administraciones gobernadas por el PP, más casualidades. Él mismo ha dicho que desconocía los contratos y no tenemos por qué dudar de su palabra.

Que sea el artífice —aunque no el ejecutor final— de la autorización de las irresponsables prospecciones de Repsol en Canarias y que haya sido (¿siga siendo?) corredor de rallies en el equipo Repsol Classic Team... Os lo imagináis: casualidad de nuevo.

Que reformase la Ley de Costas en 2011 —algo que no venía en el programa del PP y a lo cual se opuso prácticamente todo el universo—, que justo en 2011 abandonase el consejo de administración de una gran constructora, que su mujer controle otra, que un sobrino se dedique al mismo negocio y que un cuñado fuese presidente de la asociación de fabricantes de cemento son cosas que tan sólo nos dicen que la familia Cañete está llena, llenísima de casualidades.

En el apartado de desplantes y ofensas —lo cual dice mucho de la personalidad de quien los perpetra—, el Comisario designado se ha hecho famoso por sus comentarios machistas, por abogar por la ingesta de yogures caducados o por proponer las duchas frías como método para luchar contra el cambio climático.

Que Cañete es casta, que no defiende los intereses de la mayoría, que su único partido y su única patria es su cuenta bancaria y que no tiene ni siquiera la decencia de respetar la inteligencia de aquellos a los que —indirectamente pero igualmente— roba, resultan afirmaciones obvias a la vista del historial del individuo. Por eso, eurodiputados de PODEMOS, de IU, de Compromís-EQUO y de Anova presentamos un manifiesto titulado #StopCañete y una carta en la que pedimos a Juncker que lo apee del cargo.

Pero no nos engañemos, estamos incidiendo en Cañete porque, de todo el colegio de Comisarios designados, es posiblemente el más nefasto; el punto más débil de la infumable Comisión que el antiguo jefe de estado de un paraíso fiscal nos quiere hacer pasar por la garganta. Quizás Cañete caiga y nos felicitemos brevemente por la noticia, pero no pensemos que se trata tan sólo de una manzana podrida en una cesta por otro lado inmaculada. No. Juncker tiene un plan y es un plan que no te va a gustar.

Cañete es casta, pero no es que Juncker no lo supiera.

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